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De Suárez a Gorbachov” es el resultado de sus testimonios de los tres hechos más relevantes que ha vivido en primera persona. Sus recuerdos con Adolfo Suárez, con Mijail Gorbachov y con Leopoldo Calvo Sotelo y sus esfuerzos por sacar a España del aislamiento que vivía y nuestra adhesión a la OTAN, son contados de manera ágil, brillante y sugestiva que nos hacen leer el libro con creciente interés. En la entrevista nos relata algunos de sus secretos.
En su libro cuenta que tanto Mijail Gorbachov como Adolfo Suárez le pidieron que escribiese sus memorias. ¿Qué le impulsó definitivamente a hacerlo?El convencimiento de que hay hechos que no debería guardar para mí solo. Como ha dicho recientemente un prestigioso intelectual al comentar mi libro, existe un “derecho a saber” y la correlativa obligación de contar.
¿Por qué esperó a jubilarse para hacerlo?Porque necesitaba tiempo y sosiego para concentrarme en mi tarea. El libro tiene más de tres mil horas de trabajo, que yo no habría podido dedicarle antes de mi jubilación.
¿Cómo definiría su libro, como testimonios o como memorias?Como testimonios. No, no son unas memorias.
Tanto Suárez como Gorbachov fueron personas fundamentales en los procesos de democratización de sus dos países. ¿Qué opinión le merece Adolfo Suárez? ¿Qué papel jugó realmente?Cuando hablo de Adolfo Suárez, me refiero exclusivamente a su política exterior, sobre la que desvelo hechos poco o nada conocidos. Respecto a su política interna, comparto la opinión de quienes destacan su papel crucial en nuestra Transición.
¿Fue el motor de la Transición o fue el Rey Juan Carlos? ¿O ambos?Lo fueron ambos, sin olvidar la actitud responsable de varios líderes políticos y, sobre todo, el papel de un actor fundamental: el pueblo español.
¿Qué opinión le merece Gorbachov? ¿Se mereció una salida prematura del poder?Gorbachov ha sido uno de los grandes hombres del siglo XX. Es cierto que, durante sus casi siete años al frente de la URSS, cometió errores. Él los ha reconocido y yo los subrayo y analizo; pero Occidente tiene para con él una deuda impagable. Y yo expongo, con detalle, por qué.
Volvamos a nuestro país. Usted vivió de cerca la crisis de la Marcha Verde del Sáhara. ¿Estados Unidos impuso la solución a favor de Marruecos?No, Washington no impuso nada. Pero sobre la “Marcha Verde” aporto informaciones poco conocidas hasta ahora.
¿Cómo y qué se negoció con el Frente Polisario?Negociamos la libertad de los 38 pescadores que tenían secuestrados. En el libro se relatan, por primera vez, todos los detalles y las alternativas de una negociación que se extendió a lo largo de dos meses. Y que terminó felizmente.
También vivió el posible acuerdo con los británicos sobre el peñón. ¿Por qué se truncó en el último momento el acuerdo que más cerca estuvo de solucionar lo de Gibraltar?La reunión entre los ministros Carrington y Pérez-Llorca estaba prevista, en Sintra, para el sábado 3 de abril de 1982. El viernes, día 2, a las 11 de la mañana, me telefonearon desde Nueva York para decirme que las tropas de Galtieri acababan de invadir las Malvinas. Por tanto, ya no había ninguna posibilidad de celebrar la entrevista de Sintra. Carrington dejó de ser ministro y nosotros nos quedamos a las puertas de un acuerdo que pudo desbloquear el contencioso de Gibraltar.
Cuéntenos cómo Suárez medió con Carter en el conflicto de Oriente Medio y la caída del telón de acero siendo usted embajador en la antigua Unión Soviética.No hubo tal mediación. Precisamente, una de las aportaciones que contiene el libro es aclarar ese malentendido. Suárez fue a Washington para presentar a Carter sus ideas –por cierto, muy constructivas y atinadas- sobre el conflicto de Oriente Medio; pero no para mediar entre las partes. ¿Cómo iba a mediar, si ni siquiera teníamos relaciones diplomáticas con Israel?
En “Memoria viva de la Transición”, Leopoldo Calvo Sotelo cuenta cómo entramos en la OTAN. ¿Fue ese proceso la consolidación de nuestra, entonces, joven democracia?En su “Memoria viva de la Transición”, Calvo-Sotelo le dedica solo 18 páginas a lo que él llama “la polémica atlántica”. Yo consagro a este tema toda la segunda parte de la obra, analizando con detalle todos los elementos en presencia: los actores, los argumentos expuestos en el Congreso y el Senado y las actitudes de los 15 miembros de la Alianza respecto a nuestro ingreso: un hecho que sentó las bases de una política democrática, europea y occidental, que ponía fin a la postura de aislamiento secular de España y nos abría las puertas de la modernidad.
¿Cuál fue la causa del cambio de Felipe González sobre la OTAN?Cuando me hicieron esa misma pregunta, hace años, contesté a la reportera: “El conocimiento, desde dentro, de las realidades del poder. Felipe González ha sido uno de los grandes presidentes que ha tenido España. Y no encontró ningún empacho en rectificar porque, por encima de todo, fue y sigue siendo un hombre de Estado”
Para terminar, me gustaría que hiciese un balance de su carrera diplomática. ¿De qué momento se siente más satisfecho personalmente de su labor?La carrera me ha dado muchas satisfacciones. Muchísimas. Quizá la mayor haya sido conocer personalmente a los grandes personajes que han regido los destinos de España, y del mundo, en el último cuarto del siglo XX. Todo un privilegio.
¿Cuál ha sido el peor recuerdo de su labor diplomática?He vivido, “en vivo y en directo”, tres golpes de estado: el que dio en Guinea Ecuatorial el dictador Macías, la asonada de Tejero (yo estuve aquella tarde encerrado en el Congreso) y la desdichada aventura de los estalinistas, en Moscú, el 19 de agosto de 1991. Ésos son mis recuerdos más amargos.
De todo lo vivido, ¿qué episodio hubiese querido cambiar? “Vivir es adaptarse y olvidar”, digo en el libro. No, no cambiaría nada.
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