Con Un hijo se hizo con el Premio Joaquim Ruyra 2014 de novela juvenil, pero esta novela no se puede considerar sólo una novela de este género, “yo escribo para adultos, no entiendo bien eso de la literatura juvenil porque yo desde niño leía a escritores de adultos, como Martín Vigil. Reconozco ese déficit, que he intentado solventar ya de mayor”, reconoce el escritor barcelonés. Sin embargo, su última novela la pueden leer y entender tanto un público adulto como un público más joven. Eso es la universalización de la buena literatura.
“En mi literatura hay un antes y un después de Una madre, señala con precisión. Aunque siempre escribía en primera persona en esta obra sólo utilizaba una voz narrativa. En Un hijo vuelve a su pasado y utiliza varias voces narrativas; en esta ocasión cuatro, dando diferentes versiones de la trama, lo cual enriquece más si cabe su narración porque utiliza la voz infantil del protagonista Guille, la del padre y la de dos mujeres, su profesora y su orientadora. “Lo que me gusta hacer, ir pasando la palabra a varios narradores. Así se conoce a la gente sin filtros”, puntualiza. Con Una madre, descubrió los títulos cortos, algo que parece va a ser la marca personal desde este momento. “Me gustan los títulos cortos y que indique, de alguna manera, lo que vas a encontrar en el libro. Es una imagen muy potente”, nos dice en la charla que mantuvimos en la cafetería de un céntrico hotel madrileño. Hasta el momento, Alejandro Palomas era un escritor un tanto enigmático, “yo nunca me había enseñado antes, no hacia promoción de mis libros. Soltaba la novela y que se vendiera como pudiera”, señala y añade que “ahora estoy bajando a la arena”, para promocionarlas. Parte de su éxito se ha debido al apoyo de ciertos libreros, “leyeron Una madre y me han apoyado de manera brutal”, recuerda. También con “El tiempo del corazón” fue nombrado Nuevo Talento FNAC, “ahora también me están apoyando, sobre todo en Barcelona”, indica. Alejandro es de los que opina que la labor del librero es esencial en el éxito de una obra y aunque cierren muchas librerías sigue habiendo ese gusto por el librero de toda la vida que sugiere e indica a los lectores que piden opiniones sobre libros. Alejandro Palomas es un escritor muy sensible y reflexivo, se nota su vocación poética; en este último año ha publicado también el poemario “Aunque no haya nadie”. “Me miro dentro de mí mismo para escribir pero no utilizo las novelas como terapia porque te vuelves muy torpe y muy auto referente. Son el resultado de mis terapias”. Como no conoce ningún niño de nueve años, para escribir Un hijo se ha tenido que fijar en sí mismo, en recordar su infancia. “Yo he sido ese niño”, nos confiesa. Un niño que en su infancia sufrió un trauma al que no supo encarar y tuvo que asistir a terapia.
Precisamente fue en un encuentro casual con su terapeuta cuando se le ocurrió la trama de la novela. “Hablé muy poco con ella, pero las preguntas que me hizo y el encuentro fue brutal”, explica. Gracias a ese encuentro fortuito volvió a ser un niño y le apeteció volver a recordar las sesiones vividas. “Pero no sólo quería hacer un ejercicio de recordar sino también de crear y a partir de ahí, agrandarlas”, refiere siempre en un tono pausado pero enérgico. Para ello, se montó un rincón en su casa para escribir la novela, todo lo colocó a baja altura, “para mirar siempre hacia arriba como un niño”, menciona y agrega “tenía que vivirlo así y fue una experiencia estupenda”. Tenía hasta que verbalizar como un niño, con la musicalidad que habla un niño. “Necesitaba que fuera muy real, es una cuestión de empatía, algo que hago muy bien. Tengo un problema de hiperempatía”, nos descubre. Hasta llega a escribir hablando en voz alta, “me gusta oírme para saber si queda bien lo que escribo. Si suena mal o rechina, es que está mal escrito”, comenta. Actúa sus propios textos para saber si funcionan y qué duda cabe que funcionan. “Yo lo vivo así y creo que se nota. Yo soy lo que escribo. No hay trampa”, declara. De ahí que no tenga nada planificado cuando se pone a escribir. “Es complicado escribir así porque vas a ciegas”, pero hay que reconocer que lo hace de una manera sobresaliente. Ni siquiera investiga para escribir sus obras, surgen de sus experiencias y de sus recuerdos aunque en esta ocasión sí ha investigado sobre Mary Poppins. Guille, el protagonista, quiere ser Mary y eso le acarreará problemas. Se tuvo que leer las novelas de Travers, los seis tomos en su edición inglesa. Alejandro Palomas es licenciado en Filología Inglesa y Máster in Poetics por el New College de San Francisco, ya que en España se publicó hace ya muchos años alguno de sus volúmenes en Ediciones el Molino y ahora se han reeditado dos de ellos en Alianza. “La Mary Poppins de la película de Disney no tiene mucho que ver con la de Travers”, puntualiza. Sin embargo, en el imaginario colectivo es la de los dibujos animados la que ha pervivido con fuerza. Mucho más de lo que pensaba su editora. ¿Quién no ha visto en alguna ocasión esa película? Guille está fascinado con ella, quizá por la ausencia de su madre. “En mis novelas el tema de la ausencia se repite mucho”, revela. Además, no quería un personaje femenino preponderante ya que en mis novelas suelen tener mucho peso. De ahí que en esta ocasión lleven el peso los personajes masculinos, “sobre todo el hijo que acepta las situaciones de una forma muy natural, más que el padre, aunque al final éste nos sorprende”, deja entrever el autor en la despedida. Puedes comprar el libro en:+ 0 comentarios
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