“Fragmentos de una especie ya extinguida”, de Alejandro Ferrero

Es el momento de mayor esplendor de la humanidad, un tiempo en que los hombres han superado al fin sus diferencias culturales y morales, y en que la ciencia comienza a desafiar seriamente a la muerte. La comercialización de un nuevo fármaco, Panta, que impide el envejecimiento, obliga a los dirigentes a tomar decisiones para evitar la superpoblación.

En adelante, cada individuo deberá elegir entre reproducirse o consumir el nuevo fármaco, desligándose así definitivamente de la naturaleza. De este modo, deberán convivir dos tipos diferentes de seres humanos, integrados socialmente, pero con distintas motivaciones vitales y filosóficas. Y así, en una sociedad moral y tecnológica, los seres humanos vivirán en un mundo utópico hasta el mismo día de su extinción. Como dinosaurios, en la propia grandeza del ser humano están las claves de su decadencia.

Las voces de personajes diferentes y de distintas épocas, embarcados todos ellos, no obstante, en la misma gran epopeya, narran esta historia. Sus inquietudes, búsquedas, decisiones o vivencias componen la narración. Cada voz es un fragmento; cada fragmento es coherente con el argumento general y, a su vez, un ejercicio creativo independiente.

Alejandro Ferrero es doctor en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid y en la actualidad trabaja en el Instituto Óptica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Cuando Alejandro Ferrero se despertó una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró en su cama transformado en un escritor vocacional. Estaba tumbado sobre una infatigable voluntad con forma de caparazón, y, al levantar un poco la cabeza, vio rebosar fantasía de su vientre científico, surcado por curvados silogismos, cuyo excesivo rigor no podía sintetizar por sí mismo toda la experiencia humana, a punto de escurrirse, como siempre, entre los dedos. Sus muchos relatos, un número ridículamente pequeño en comparación con el número de ellos que querría escribir, vibraban desamparados ante sus ojos.
¿Qué me ha pasado?, pensó. No era ningún sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila en un mar de ideas que esperaban ser metamorfoseadas en historias.

Inició su carrera de escritor con la colección La Kafkamorfosis y otros cuentos. Tras una breve incursión en el teatro con la obra Una puerta en la cabeza, escribió las novelas Amarillo es el color de la ceguera, Álex y Álex: primer ensayo sobre la incomunicación y Fragmentos de una especie ya extinguida.