La primera de las líneas argumentales se desarrolla en el año 1949, cuando la aparición de un cadáver junto al río está a punto de trastornar la vida de los habitantes de Puente Real, una tranquila ciudad de provincias en la posguerra. Es solo el primero de una serie de extraños crímenes que van a cambiar para siempre la vida de don Manuel Vega, el médico forense encargado de la investigación.
Y a mitad de la novela, la acción da un salto al año 1936. Ha estallado la Guerra Civil. A su pesar, la vida de Salvador, un impresor simpatizante de las izquierdas, y la de su esposa Teresa, maestra en una escuela de la República, se ven arrastradas inexorablemente hacia la tragedia y la muerte.
Los protagonistas de estos dos momentos tejen de forma magistral una historia que es en sí misma un thriller, pero también una novela costumbrista que retrata la cerrada sociedad de la posguerra, sin rehuir el drama descarnado de la Guerra Civil y la posterior represión.
La acción comprendida en la posguerra es la parte en la que destacan los componentes de novela negra de La puerta pintada, con una trepidante investigación en la que un asesino en serie que no deja atrás ninguna pista que no quiere que sea encontrada pone en jaque a la Guardia Civil a la vez que altera considerablemente la vida de la pequeña localidad de Puente Real.
Por otro lado, de la trama que comienza en el 36 me gustaría destacar que, en mi opinión, lo mejor de la novela es el ritmo y el estilo seguidos por
Carlos Aurensanz para relatar la inmensa incertidumbre que se vivía en España durante los primeros días desde el pronunciamiento. El autor consigue recrear esa atmósfera a la perfección y transmitir con sus palabras la sensación de nerviosismo y de inseguridad que se vivió en nuestro país en esos días.
Por otro lado, en relación a la ambientación de la novela,
La puerta pintada cuenta con elementos propios de una novela gótica, como el escenario principal donde se desarrolla la trama, la catedral de Puente Real, la vivienda del campanero ubicada en su tejado y, sobre todo, su magnífica Puerta del Juicio, en la que se revelan, dramáticamente esculpidos en piedra, los castigos que esperan a los pecadores, y cuyas imágenes aparecen al final del libro a modo de anexo para hacer las escenas mucho más visuales (aunque ya de por sí las descripciones sean muy detalladas).
En definitiva,
La puerta pintada es un excelente thriller psicológico que ahonda en los móviles psicológicos de un asesino en serie, para traernos una historia emotiva y llena de recovecos, que atrapa desde el principio hasta el final.
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