En el acto, desarrollado en este emblemático lugar tan relacionado con la novela, intervendrán junto al autor Honorio Romero, director de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País; Alfonso Sánchez Hormigo, presidente de la Sección Aragonesa de la Fundación Ernest Lluch; el catedrático de la Universidad de Zaragoza Eloy Fernández Clemente y el periodista Juan Domínguez Lasierra.
El autor sitúa el comienzo de la trama en 1713 cuando Felipe V, primer Borbón de España, tras ganar la cruenta guerra civil de sucesión, reunió a las Cortes en Madrid y les exigió jurar que, para reinar, todo sucesor suyo debía nacer en España. Al morir su hijo Carlos III, no le correspondía el trono a Carlos IV, nacido en Nápoles, sino al hermano menor de aquel, el infante don Luis de Borbón y Farnesio.
En esta novela histórica, Alcalá se sumerge en las intrigas de las camarillas cortesanas, que pretendían desbancar al infante en favor del napolitano. A los ocho años le nombran cardenal de Toledo y de Sevilla; cuando renuncia por imperativo de conciencia, le arrinconan y él se resarce con veinte años de vida escandalosa. Cuando el confesor obliga a don Luis a casarse, su hermano Carlos III, para preservar la corona, le impone una esposa no aristocrática: la guapa zaragozana treinta y dos años menor María Teresa de Vallabriga. Desterrados de la corte «real», el matrimonio forma la suya propia, siendo Goya su pintor y Boccherini su músico de cámara. Sus descendientes serán despojados de los honores dinásticos y «la infanta» no será reconocida como tal hasta la muerte de don Luis, después de tan solo nueve años de tormentoso matrimonio marcado por los reproches y el exilio.
Ángel Alcalá Galve, con estudios superiores de Filosofía, Teología y Filología, se trasladó a Nueva York en 1963 para impartir Literatura Española en la City University. Ha publicado una treintena de libros y un centenar de ensayos, como Testigo, víctima, profeta: Ramón J. Sender, y ha traducido y editado, entre otras, las obras de Miguel Servet. Miembro correspondiente de la Academia de Historia y reconocido experto en la Inquisición y la literatura y heterodoxias del siglo XVI, explica al final de su novela que La infanta y el cardenal combina la ficción, como las presuntas memorias de los dos infantes, con documentos auténticamente históricos, como cartas, mandatos reales, extractos de libros, etc.
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