Desde entonces,
Funambulista ha lanzado 180 títulos intentando ser fiel a su filosofía. Ha rescatado a autores como Lajos Zilahy, Soma Morgenstern, Mario Lacruz, Nicos Cavadías o Stefan Heym, y apostado por escritores extranjeros como Yoko Ogawa (cuyo libro La fórmula preferida del profesor es el más vendido de la editorial) o Pascal Quignard, hoy muy representativos de su catálogo, tanto como lo son los españoles Tomás García Yebra o Félix Teira.
Diez años caminando sobre el alambre... ¿cuesta mantener el equilibrio? Cuesta mucho, editar es nuestro país es cabrearse y tener la tentación de dejarlo varias veces al día… pero luego piensas que si te ha salido algún libro bien y alguien lo ha sabido valorar, ya ha valido la pena.
¿Cuáles eran vuestras intenciones cuando os lanzasteis a la aventura?
Las mismas que, imagino, las de muchos otros editores, quiero creer que con vocación, bonita palabra, ¿no?, dar a conocer otras voces nuevas u otras voces no nuevas pero que conviene que no se dejen de escuchar. Y de paso, no perder demasiado dinero, sabiendo que es un negocio ruinoso. Publicar al menos un 25% de primeras obras o de gente desconocida, que es donde un editor cumple mejor su papel y donde cobra sentido el oficio… Publicar sólo lo que otros ya publicaron o a autores que lo tienen fácil para publicar, no tiene mucho mérito…
Os encomendasteis a Roger Caillois, quien –comentando el Zaratustra de Nietzsche– dijo del funambulista que "sólo logra su objetivo confiando en el vértigo y no intentando resistirse a él". ¿Qué significa eso en el terreno editorial?
Aceptar el riesgo de lanzar libros que pueden no ser aceptados, entendidos, valorados, comprados… Aceptar que lo que hacemos entraña un riesgo, y asumir ese riesgo, el riesgo de que las cosas salgan mal, porque, a veces, salen mal.
En el abarrotado panorama editorial español, ¿qué hace de Funambulista una editorial singular?
Quiero creer que dar voz a una serie de libros que igual no la tendrían, no es mucho, pero sí es mucho…. ¿no? Creo que tenemos varias colecciones que aportan algo “diferente”. Ahora abriremos una colección de no ficción, cosa que me ilusiona mucho.
Entre vuestras intenciones estaba (leo en vuestra web) prestar "especial atención a las literaturas francófonas y a las de los países del Este del continente". ¿Siguen siendo "dos ámbitos especialmente atractivos y novedosos para nuestro mercado"?
Lo francófono parece que ahora, con dos Nobel recientes, vuelve a tener un poco más de predicamento, después de unos años en que podías publicar un Premio Goncourt sin que nadie te hiciera el menor caso…
Las literaturas del Este siguen siendo una asignatura pendiente en el ámbito editorial hispanófono, sólo llega una parte muy pequeña, los nombres más conocidos, es como si nos costara aceptar que hay media Europa que, en muchas cosas, y en lo literario también, es tanto o más Europa que nosotros…
La editorial también (sigo leyendo) aspiraba "funambulísticamente a convertirse en una rampa de lanzamiento para autores que a ambos lados del Atlántico escriben en castellano, en una tribuna para voces nuevas más allá de las modas y las leyes del mercado". ¿Satisfechos?
Intentamos tener una buena presencia de autores del otro lado de charco, creo que es de justicia que así sea. A algunos autores latinoamericanos les cuesta llegar a España, parece que el cupo está cubierto con los grandes nombres que publican en los buques insignia de la edición española, y es una lástima, porque hay nombres muy interesantes que merecerían más atención. Creo que todo editor en lengua española ha de tener una vocación pan-hispanófona. Y lo dice un editor catalán y con una colección en catalán.
¿El mejor recuerdo?
Haber colaborado con algún autor que “se dejó” para que su libro mejorase, esa labor de comadrona que debería ser la de todo editor…
¿El peor momento?
Cada vez que te afean un libro, a veces con razón…
¿Por qué habéis elegido El libro del desasosiego para celebrar vuestro aniversario?
Por otro aniversario: porque ahora hace 30 años que lo publicó mi padre, Mario Lacruz, en Seix Barral, por primera vez en español, en la traducción de Ángel Crespo. Y creo que fue uno de los libros que más le gustó haber publicado a mi padre.
¿Preparados para los próximos 10?
En diez años el mundo del libro tal como lo conocemos será irreconocible, pero a la gente le seguirá interesando leer, o, al menos, eso espero. Lo que no sé es qué papel tendremos los editores, si es que tenemos alguno… Lo importante es leer, no publicar.