Cuando las palabras se agotan, nos invade un apabullante silencio extranjero. Despreciamos las palabras y éstas caen en el olvido. Las palabras mueren. Y esto es lo que ocurre en nuestra idealizada Ciudad Ajada, un territorio cuyas calles recorremos, de la catedral al mercado de La Fontana, dando cuenta del fatal desequilibrio entre la tradición y la modernidad.
Caemos en la confusión, en una enigmática melancolía, y lo hacemos acompañados por unos habitantes ―los personajes de esta historia― que viven atrapados en un poético desconcierto y se ven obligados a protagonizar los inexplicables prodigios que son marca de su cotidianidad.
Tal es el caso de una costumbre extendida en Ciudad Ajada. Los personajes se espían, se siguen y persiguen clandestinamente, en una suerte de fila india que por no tener un principio especialmente definido, tampoco tiene fin. Y nosotros, tal vez sin saberlo, formamos parte de ese círculo furtivo y callejero que recorre el casco histórico de una ciudad que ya forma parte de los sueños.
Como remedio, conocemos a Verbo Paulatino ―un hombre sin importancia, un personaje inolvidable— y a su legendaria máquina de hacer palabras: La Palabrera. Al tiempo, una lluvia floral caerá sobre Ciudad Ajada para rubricar nuestra agónica realidad.
Fernando Fonseca (Oviedo, 1956) ha publicado las novelas El mirlo y la boa, Palabras de cocaína, Los días de la pereza y La agonía del pez tarado; los libros de ensayo La voz geométrica y Pabellón de eternos —Premio de la Crítica de Asturias 2006—; y la obra de teatro Amanece en Praga. Ha colaborado en diversos libros colectivos, entre los que sobresale Palabras para Larva (homenaje a la novela de Julián Ríos), junto a firmas de reconocido prestigio internacional (Juan Goytisolo, Saúl Yurkiewich, Rafael Conte, Emir R. Monegal, Haroldo de Campos, Sánchez-Robayna o José Miguel Oviedo). Ha publicado artículos en prensa y revistas especializadas (Los Cuadernos del Norte, Ábaco, Literarias, El País, Diario 16, La Nueva España, El Comercio, La Voz de Asturias, etcétera). Es autor del guión para televisión Clarín de ligera pluma.
José Paredes (San Claudio-Oviedo, 1949) Artista de larga y reconocida trayectoria que comienza en 1976 con su primera exposición en la legendaria galería Tassili de Oviedo. Desde entonces, son incontables las exposiciones, tanto individuales como colectivas, en las que ha venido mostrando la evolución de su obra (Asturias, Madrid, Barcelona, Galicia, Lorient…). Una obra, la de Paredes, marcada por un sello inconfundible y merecedora del respeto y aprobación unánimes, tanto por parte del público como de la crítica, pero a la vez en permanente búsqueda de nuevos objetivos y lenguajes. Debido a esa inquietud artística, Paredes también se asoma a menudo a otras disciplinas —principalmente la escultura— con el mismo éxito. La literatura, la ensoñación, lo atemporal, el vacío y la sugestión forman parte del mundo propio e inconfundible del artista. Su obra permanece en distintos museos (Bellas Artes de Asturias, Jovellanos de Gijón…) y colecciones privadas, y entre sus múltiples exposiciones cabe destacar la que tuvo lugar en la Galería Venezia Viva de aquella ciudad italiana. Asimismo, es habitual encontrar sus trabajos en prácticamente todas las galerías de Asturias. Entre otros, como el que nos ocupa, ha ilustrado el libro El alguacil endemoniado de Quevedo.
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