Los autores contaron con la ayuda del director de la editorial Joan Tarrida y con la editora de no ficción de la misma María Cifuentes, que lleva cinco años haciéndose cargo de esta rama. También apareció por la rueda de prensa el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, que hizo un alto en sus obligaciones, en un día tan señalado, para arropar a los dos autores.
Historia del Mundo y del Arte en Occidente es un portentoso repaso a la historia de los mil últimos años, del triunfo del cristianismo en el siglo XII, hasta el agotamiento de la modernidad. En treinta capítulos se han escogido los cuadros más importantes de la época estudiada y un texto del historiador Juan Pablo Fusi, para que tuviese una mejor comprensión de la complejidad de la historia tratada. “Estamos ante uno de los libros más importantes que hemos publicado en los últimos tiempos”, afirmó Joan Tarrida en el acto.
Como alguien tenía que romper el fuego en la presentación, fue Juan Pablo Fusi Aizpurúa el primero en hablar. “El libro se enlaza con el anterior que hicimos, pero éste está hecho con una perspectiva diferente. Más pertinente y más complejo”, calificó el historiador. La elaboración del libro fue complicada y sufrió diversos cambios. Francisco Calvo Serraller fue el encargado de hacer una primera selección de los cuadros, algunos se quedaron por el camino, pero los incluidos en el libro son fundamentales para entender la historia, aún así el historiador donostiarra quiso puntualizar que el libro “no es una historia con ilustraciones, sino la historia compleja del mundo de la cultura”.
“Intentamos reflejar la enorme complejidad de la historia de Occidente en un largo periodo de tiempo”, expone con rigurosidad Fusi. Erasmo, Tomás Moro, Vives, en cuanto al humanismo. Descartes, Galileo y Hobbes como racionalistas, Voltaire y Rousseau, en cuanto a la Ilustración, son personajes que están reflejados en las páginas de esta historia, todo visto desde un punto de vista ensayístico y más refinado, sólo de forma histórica. “Estamos muy satisfechos con el producto final”, puntualiza orgulloso el historiador, especialista en historia contemporánea.
Por su parte, el catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Calvo Serraller, quiso mostrar la admiración que siente por su partenaire en el libro. “Le admiro tanto por su personalidad como por su escritura. Tiene una mentalidad muy británica, conseguida en la Universidad de Oxford junto a Raymond Carr. Después de celebrar la primera reunión, al día siguiente yo estaba todavía titubeando cuando él ya tenía perfectamente planificada la estructura de la obra”, dice con admiración y añade “si ha habido retraso en la elaboración de la obra, se ha debido a mí”.
No quiso dejar pasar la ocasión para elucubrar sobre las funciones de la historia. “La historia es un registro notarial de lo acaecido. Sin embargo, la historia del Arte se permite una excursión más amplia a través de la inspiración de sus autores. Es más conceptual y no tiene esa contundencia notarial a la que me refería antes. Partiendo de una selección característica de imágenes, busqué obras que contenían una densidad simbólica muy profunda sobre los temas históricos que estábamos abordando”, explica en tono profesoral y al mismo tiempo cercano.
“Es un libro muy pensado y quien espere encontrarse un volumen de ilustraciones de hechos históricos se equivocará. Si bien encontrará que a partir de un cuadro se sintetiza un proceso histórico que el que está inserto”, puntualiza con rigurosidad. Dando como él mismo señaló “un placer para el intelecto, lo más completo posible”.
Para Fusi, en esta crisis de las modernidades en las que vivimos “faltan grandes relatos de la interpretación del mundo. En el mundo actual no hay verdades absolutas. Por el contrario, tenemos una sensación constante de perplejidad, de incertidumbre y de desconcierto, donde la ética está muy debilitada”, se aventura.
El profesor Calvo Serraller abundó en el mismo tema. “La característica principal de nuestro mundo es la perplejidad. Hay relativismo creciente, un nihilismo que no nos permite apelar a certidumbres absolutas”, expresa con lucidez, para sentenciar: “el tiempo es circular, si el hombre tiene un avance al instante siguiente tiene una pérdida. El ser humano cambia, pero no progresa”. Y así llevamos demasiado tiempo, sin escuchar ni a nuestros pensadores ni a nuestros historiadores, que nos recuerdan nuestros errores del pasado.
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