Las acciones son el mejor activo en el que podemos invertir nuestro dinero a largo plazo, salvo en los momentos de euforia y los de elevada inflación. El oro y las materias primas, aunque pueden equilibrar el patrimonio, no dan rendimientos, mientras que el dinero invertido en títulos de renta fija y depósitos bancarios pierde poder adquisitivo con la inflación.
¿Pero cómo podemos saber cuál es la cantidad mínima que se puede invertir en acciones sin que las comisiones afecten demasiado a nuestra rentabilidad? Carlos Torres propone tres factores: primero, que es recomendable, aunque no imprescindible, tener una cartera con al menos cinco valores; segundo: hacer cierta rotación de la cartera, vendiendo al final del trimestre los valores que han dejado de cumplir nuestro criterio para comprar los que sí lo cumplen; y tercero, el total de comisiones no debe superar el 2% del capital invertido.
Además, el autor explica ocho estrategias adaptadas a diferentes personalidades o estilos de inversión y una novena que es un ejemplo de combinación de dos estrategias diferentes que produce mejores resultados que cada una por separado. Su teoría es que cada estilo de inversión puede tener resultados positivos o negativos según cómo se canaliza. Por ejemplo, una persona que necesita comprar acciones de empresas bien valoradas por el resto de inversores, puede tener tendencia a comprar los valores más caros, que más han subido o más recomendados. Así no obtendrá ninguna ventaja sobre el mercado. En cambio, puede comprar las acciones de las empresas más rentables de acuerdo con un criterio determinado para medir la rentabilidad corporativa. De este modo, sí que obtendrá ventaja. Y una reflexión final: más vale saber que se corre un riesgo que creerse a salvo.
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