La acción de la novela arranca en un Nueva York ucrónico, el domingo 17 de octubre de 1931. Las ideas de Nikola Tesla, el científico visionario, se han llevado a término: las posibilidades de transmisión inalámbrica de la electricidad han posibilitado todo un mundo nuevo en el que la contaminación no existe, la energía es libre y al alcance de todos, y se ha dado un salto enorme en la evolución tecnológica, gracias a un sistema de torres (la Red Mundial) capaz de abastecer cada vez una mayor extensión del planeta.
Edgar, que es un joven de diecinueve años que aspira a ser un piloto de las grandes líneas transatlánticas (los «oceánicos»), descubrirá de esta manera que hay una gran mentira que ha sido mantenida durante todo este tiempo: que Thomas A. Edison no es el verdadero padre de la tecnología que ha posibilitado este gran desarrollo, y que su creador permanece olvidado, viviendo en una habitación de hotel sin que nadie conozca su existencia. Y de hecho, se involucrará en una organización que busca devolverle a primera línea, a pesar del férreo control que la banca y la gran industria mantiene sobre todos los medios.
Pero hay un subgrupo de esos teslianos que quiere ir más allá: preparan un atentado a gran escala que destruya la Red Mundial y haga caer a todo el mundo civilizado en el caos. Edgar se convertirá en una pieza fundamental para evitar ese sabotaje, que está planeado coincidiendo con el gran funeral de Edison, con la asistencia de jefes de Estado y representantes de todo el mundo.
Si a la novela
Tesla y la conspiración de la luz tuviéramos que identificarla con una palabra, claramente, sería originalidad. Aunque en la última década se han realizado grandes esfuerzos para revitalizar la figura del inventor y situarla donde realmente le corresponde –ese lugar que la historia y las adversidades de su vida le denegaron-, esta novela hace mucho más atractivo a este personaje introduciendo componentes de ficción, según los cuales Tesla hubiera llegado mucho más allá en sus descubrimientos y hubiera conseguido muchos más avances tecnológicos (por ejemplo, en la novela ya se habla de vehículos aéreos, de autómatas muy superiores a los seres humanos como soldados que lucharon en la primera guerra mundial o de un rudimentario radar que evitó el hundimiento del Titanic).
Así, ésta es una novela que mezcla realidad y ficción, además de personajes reales con otros salidos de la imaginación de
Miguel Ángel Delgado, de tal manera que combina un futuro posible y un pasado alternativo y muchos desencuentros. De este modo, podemos definirla como una novela de aventuras con componentes de ciencia-ficción, con una estructura planteada para atrapar al lector desde el principio y enamorarle de este pasado acrónico.
Como no podía ser de otra manera, Tesla juega un papel muy importante como uno de los protagonistas de la novela, pero ésta está centrada en la figura de Edgar Kerrigan, un chico joven apasionado por los avances tecnológicos y ferviente admirador de Eddison (hasta que descubre que ha robado la mayoría de sus inventos a Tesla). Edgar consigue dar a la obra un toque de frescura y dinamismo, sobre todo en contraposición con el anciano Tesla que aparece en estas páginas, y es un personaje muy curioso; en mi opinión, todo un acierto.
En definitiva, en
Tesla y la conspiración de la luz,
Miguel Ángel Delgado nos relata una vertiginosa historia sobre las ideas y la personalidad de Nikola Tesla, narrando en forma de novela de aventuras los inventos y los sueños de este científico tan singular e injustamente olvidado.
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