Ser un judío en un país como Noruega no es algo fácil. Especialmente teniendo en cuenta que nuestra familia no sigue ninguna de las tradiciones. ¿Cuál sería la mejor manera para que nuestros hijos aprendieran más sobre su herencia judía y la compleja identidad que conlleva?”
El autor se dio cuenta de que no podía construir su propio árbol genealógico, ya que el destino y la historia había empujado a sus antepasados judíos de un lado a otro de Europa, sin otorgarles la posibilidad de echar raíces en ningún sitio. Asimismo, el ascenso del nazismo había liquidado a casi toda la familia. No tenía abuelos paternos ni parientes ancianos que pudieran ayudarle a reconstruir su pasado familiar. Fue así como decidió recrear su historia familiar a partir de su imaginación y escribir una novela que se remontara varios siglos: “Nuestros recuerdos nos permiten viajar constantemente en el tiempo; a través de nuestras propias vidas y a través de la historia convocamos al pasado en nuestro propio presente...
Sólo el arte de la novela es capaz de devolver a la vida a los muertos y a los olvidados, erigiendo un memorial sobre ellos”. Durante el proceso de escritura, Gleichmann también descubrió, entre sus motivaciones “el deseo de recuperar la cultura de los judíos seculares europeos de la Diáspora... En El elixir de la inmortalidad quería hablar sobre la importancia de la pequeña minoría judía y su contribución a Europa y el mundo a lo largo del pasado milenio... Mi tarea fue simplemente descifrar y traer a la luz algunas historias ocultas a propósito, historias completamente olvidadas en los libros escritos por los vencedores”.
¿POR QUÉ SPINOZA?
Aunque la familia que protagoniza El elixir de la inmortalidad es ficticia, el apellido familiar de la saga está inspirado en el filósofo judío holandés del siglo XVII Baruch Spinoza. Gabi Gleichmann admite que desde siempre se ha sentido atraído por la figura de Spinoza y cita las palabras de Bertrand Russell: “Spinoza es el más noble de los grandes filósofos. Desde el punto de vista intelectual algunos otros lo han superado pero éticamente es supremo”.
Así fue como decidió hacer un regalo a sus hijos: la historia de una familia judía, siguiendo su recorrido desde el siglo XII hasta finales del siglo XX. En ella los acontecimientos reales y los de ficción se reflejan unos en otros. Todo ello con el objetivo de ofrecer una mirada a las contribuciones de los judíos a la historia de Europa y su destino a lo largo del pasado milenio. A la hora de elegir un nombre para esa saga familiar imaginaria, Gleichmann nunca dudó. “¿Quién mejor que Baruch Spinoza, el monumentmonumental filósofo, podría representar la importancia de la minoría judía para su entorno?”
Un hombre sin hijos, Ari Spinoza, agoniza en Oslo en 1999. Su muerte supondrá la desaparición de la historia de la familia Spinoza, que sólo podrá mantenerse viva por medio de sus relatos. Por eso Ari se ha propuesto escribir dicha historia tal como se la contó en Budapest su tío abuelo cuando él era un chiquillo. Ari plasma los fantásticos destinos y misterios de su familia en una narración que comienza en Lisboa en el siglo XII y serpentea a través de Europa y de los siglos. Durante generaciones, los
primogénitos varones de la familia judía Spinoza han guardado el secreto de la fabricación del elixir de la inmortalidad y también han tenido vidas intrincadas, muertes súbitas y unas narices descomunales.
A lo largo de ocho siglos cada conocedor del secreto se encontrará con un destino increíble y marcará la historia de Europa, atravesando así la Inquisición, el Siglo de las Luces, la Revolución Francesa, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y el comunismo. Anécdotas, narraciones de todos los géneros, cuentos, consideraciones religiosas..., en lo que constituye un repaso a toda la historia del continente. En él encontramos al judío errante Salman de Spinoza, el único que ingiere el elixir y que llega a cumplir trescientos cincuenta años; a Voltaire, incapaz de resistirse a los encantos de la joven Shoshana, de sólo diecisiete años; a Hitler y a Stalin inmersos en una partida de ajedrez; y a Freud diagnosticando a un paciente a distancia...
Gabi Gleichmann nació en Budapest, Hungría, en 1954. A los diez años se mudó a Suecia, donde estudió literatura y filosofía, y donde posteriormente trabajó como periodista y fue presidente del PEN Club Internacional. En 1998 Gleichmann se asentó en Oslo, donde, como destacado intelectual, ejerce de escritor, crítico literario y editor. El elixir de la inmortalidad es su celebradísimo debut literario: antes de su publicación en Noruega, donde tuvo un extraordinario éxito, se vendieron sus derechos a diez países, entre ellos Estados Unidos, Francia, Italia, España, Alemania y Hungría.
GABI GLEICHMANN Y LA LITERATURA
Gabi Gleichmann, hijo de judíos intelectuales, creció rodeado de libros. Su casa era como una verdadera biblioteca, porque sus padres, en un intento de preservar algo de verdad en un país oprimido por la dictadura comunista, se dedicaron a adquirir ejemplares de todas las nuevas novelas y colecciones de poesía que se publicaban.
Entre sus referentes, el autor destaca Las mil y una noches como su libro favorito durante gran parte de su infancia y adolescencia. Posteriormente reconoce como trascendental el descubrimiento de Franz Kafka a través de El proceso: “El gran profeta de las ambigüedades me enseñó a mirar el mundo con ojos nuevos y sin espejismos..., me proporcionó entendimiento sobre mí mismo; descubrí que soy un hombre que acepta la duda como única constante y el cambio como única certeza”. Gleichmann también señala la influencia de los grandes escritores latinoamericanos, en especial García Márquez y Vargas Llosa, por su capacidad de crear mundos donde “todo puede existir simultáneamente y en el mismo nivel, sin trazar distinciones entre lo realista y lo fantástico”. “La literatura es la eterna conversación de la raza humana”, sentencia.
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