La editorial Playa de Ákaba que dirige la poeta Noemí Trujillo y su marido, el escritor Lorenzo Silva, ha optado por sacar libros complicados y llenos de literatura. Es un camino áspero, pero satisfactorio, porque sus títulos se alejan de los comerciales caminos de la edición dando cabida a escritores más que interesantes. Arriesgan y la jugada les está saliendo bien. Los últimos pasos de John Keats ratifica que el camino que emprendieron hace poco más de un año es el correcto y muy necesario.
¿De dónde surgió la idea de escribir “Los últimos pasos de John Keats”?
Mi acercamiento a John Keats y su obra es una sucesión de casualidades que comenzaron cuando a finales de enero del año 2011 vi la película Brigth Star, de la que hice una reseña titulada, Brigth Star, la plasticidad que envuelve a la poesía. Ese mismo año, en el mes de julio, visité Roma por primera vez y la tumba de John Keats en el cementerio protestante de Campo Cestio, así como la Keats-Shelley House en la Plaza de España. Sin embargo, no fue hasta el año siguiente, en mi segunda visita a la ciudad eterna, al reencontrarme con la belleza intrínseca de la capital italiana, cuando sentí la cercanía del poeta e intuí que, detrás de su vida y de su obra, había una gran historia. Y a mi regreso de este segundo viaje, comencé a acercarme a Keats, primero a través de una reseña que ya titulé, Los últimos pasos de John Keats en la ciudad de Roma (un título que el azar quiso que más tarde me propusiera mi editora Noemí Trujillo para la novela, pues ese no era el inicial). Después de esa breve reseña, comencé a pensar en sus últimos días como un relato corto, para a medida que me adentraba en él y en su obra, ser consciente de que estaba ante el primer gran reto de mi carrera como escritor. De ahí que, como mi primer contacto con el poeta fue la película de la directora neozelandesa Jane Campion que retrataba sus tres últimos años de vida, pero acababa cuando él parte hacia Roma, me pareció una buena idea retomar la historia desde ahí, pero desde el punto de vista del poeta.
Para un narrador, ¿es difícil ponerse en la piel de un poeta?
Lo primero que debo confesar, por muy sorprendente que parezca, es que antes de atreverme a afrontar un proyecto tan ambicioso como éste, yo no era lector de poesía. Es verdad que había leído algunos poemas, pero no había profundizado en la vida de ningún poeta ni en su obra. A pesar de esa contradicción, cuando hace ya ocho años que retomé la escritura y la necesidad de narrar día a día, mi proceso creativo desembocó en un estilo y en una forma de contar la realidad que me llevó a hacerlo de una manera intensa y poética. Siempre digo lo mismo, pero para todos aquellos que han leído mis reseñas, que cubren el más amplio de los ámbitos de la cultura (literatura, cine, teatro, arte) ya conocía esa necesidad de buscar la belleza en mi forma de unir una palabra tras otra. Y esta novela representa eso, el punto final de una forma de ver y entender la literatura y la escritura en la que buscar la perfección sin que se note, intentando dar a las palabras, las frases y los párrafos, un ritmo y una musicalidad como si formaran parte de una canción. Y la obra de Keats y su vida, sin yo ser consciente de ello hasta que estaba inmerso de lleno en la escritura de la novela, representan esa forma trascendente que yo entiendo que tiene la literatura. De ahí, que no sé si Keats me buscó a mí o el destino hizo que yo llegara a él de una forma inconsciente, pero esta vez el azar estoy seguro que tuvo mucha culpa en el resultado final de ese encuentro.
¿Cuánto tiempo tardó en documentarse sobre Keats?
El proceso total de escritura duró dieciocho meses. Hay que tener en cuenta que la documentación en castellano acerca de los tres últimos meses del poeta es más bien escasa, pues aparte de algunos poemarios que recogen parte de su obra, está el famoso libro de Julio Cortázar, Imagen de John Keats, y la traducción por parte del propio Cortázar de Lord Houghton, Vida y cartas de John Keats. De ahí, que tuviera que buscar mucho, sobre todo, por internet, para encontrar anécdotas de su vida en ese período, para de esa forma proporcionarle verosimilitud tanto al personaje que yo imaginé como al texto, porque tengo que insistir en que "Los últimos pasos de John Keats" es una novela de ficción que no quiere ser una biografía ni una novela histórica, pues la voz del personaje que yo he creado en la novela es mía, y que libremente yo he intentado levantar a través de la lectura de sus poemas, de la visión de la película Brigth Star y de libros como John Keats. Odas y sonetos, traducción de Alejandro Valero, de cuya introducción esta novela es deudora en cuanto al pensamiento del poeta.
¿Por qué escogió el formato de diario para escribir sobre el poeta?
Cuando comencé a escribir y pensar, por fin, en la novela como formato definitivo del texto, lo hice en tercer persona, pero enseguida caí en la cuenta de que, o arriesgaba de verdad o si no, no tendría éxito en mi propósito. Había que jugársela, y la única forma de afrontar el verdadero riesgo era hacerlo dándole una voz en primera persona al personaje y meterme en su piel, para de esa forma intentar salir victorioso del envite.
A parte del suyo, ¿qué libros sobre el poeta inglés recomendaría para aquellos lectores que quieran seguir profundizando en él?
Sin duda, John Keats, Odas y sonetos, traducción, introducción y notas de Alejandro Valero. No solo por la traducción de sus poemas, sino por la introducción del mismo, toda una lección doctoral sobre la obra del poeta y su pensamiento. Una guía que a mí me ayudó mucho a la hora de comprender el sentido final de la poesía de Keats y de su alcance, pues más allá del poeta de la melancolía inalcanzable, es el poeta de la poesía trascendente. Y para darnos cuenta de ello, solo hace falta leer sus famosas odas.
¿Qué supone para usted John Keats?
Para mí, John Keats es un sueño hecho realidad, pues "Los últimos pasos de John Keats", a pesar de la dificultad que para algunos lectores puede entrañar sus lectura, es el libro que siempre quise escribir. Es cierto que cuando lo terminé no sabía qué iba a ocurrir, pero las palabras de mis editores primero, y luego las que me han hecho llegar los lectores y las críticas que está recibiendo la novela, me llenan de esa satisfacción del trabajo bien hecho, pues los miedos eran muchos y la incertidumbre grande y siempre ha estado y estará ahí. Quizá ya no vuelva a escribir nada que merezca la pena ser editado y leído después de esta novela, pero esta aventura literaria, en sí misma, justifica gran parte de mis anhelos literarios, pues los he visto materializados. Y, por supuesto, Keats es el culpable de todo ello.
¿Cómo le definiría?
Keats es como ese pájaro que se posa en la última rama del árbol para contemplar el mundo y la belleza que hay en él. Y como dice en una de sus odas: "la belleza es verdad; la verdad belleza”. Todo eso y nada más habéis de saber en la tierra", o en su poema épico Endymion: “algo bello es un goce eterno”. ¿Acaso cabe una mayor definición que estos versos?, porque esa búsqueda intrínseca de la belleza a través de la verdad para darle un sentido único a la vida, es sencillamente mágico y maravilloso, de ahí que no deba sorprendernos que sea considerado como uno de los poetas ingleses más importantes de la historia de la literatura anglosajona.
¿Se encuentra la salvación a través de la poesía?
Keats encomendó su vida a ella, y prefirió llevar una existencia pobre antes de desarrollar un trabajo estable como cirujano o farmacéutico. Para él, la poesía no era mera diversión, sino la apuesta por un tipo de vida consagrada al arte. Quizá Keats no desafió a los elementos de la naturaleza, tal y como lo hicieron Byron o Shelley, pero sí le presentó batalla a la existencia de una forma heroica. En este sentido, en una reciente jornada literaria celebrada en Carboneras el pasado verano, y auspiciada por la editorial Playa de Ákaba y el propio ayuntamiento del municipio almeriense, tuve la oportunidad de postular a Fernando Pessoa y a John Keats bajo el epígrafe de La necesidad del héroe en la literatura, porque en un mundo en constante proceso de destrucción como éste, necesitamos de héroes como Keats y Pessoa, pues ambos, por diferentes razones, murieron en el olvido después de dedicar toda su vida a la literatura. Y no ha sido, sino mucho tiempo después de sus muertes, cuando sus obras y sus vidas han sido rescatadas, y están sirviendo de ejemplo a las futuras generaciones, pues solo hay que ver el auge que Keats está teniendo entre los jóvenes ingleses. Un atractivo que llega hasta el punto de celebrarse en Londres, un Festival anual entorno a la figura al poeta.
¿Sólo se entienden los poemas con los sentimientos?
Esas son unas palabras que mi editora, Noemí Trujillo, esboza en el magnífico prólogo que abre la novela, y que sin duda, ella, como una gran poeta que es, sabe mejor que nadie el verdadero significado y alcance de esa frase. Y sí, leer y disfrutar de la poesía es como subirse a una barca por la noche en un lago… y dejarse llevar sin necesidad de pensar hacia dónde nos traslada la corriente.
¿Cree que Keats estaba obsesionado por la belleza?
Esa fue la excusa que él se buscó para darle un significado trascendente a toda su obra. La belleza para él era como una especie de perfección de los sentimientos y los sentidos, donde todo encuentra su verdadero acomodo, como si todo formara parte de un mecano perfecto. Sin embargo, ese proceso, mitad humano y mitad divino, es la transformación a la que todo artista se somete a la hora de enfrentarse a la creación. Aunque suene cursi, es algo así como la desnudez del alma, para a partir de ahí, perder incluso el miedo a la muerte.
Además de la belleza, ¿era la libertad otra de sus grandes constantes?
Para Keats la belleza, como perfección en sí misma del cosmos, era el único camino certero hacia la libertad. Él, que vivió prisionero de las enfermedades de una parte de sus familiares, y más tarde la suya propia, no le quedó otra vía que buscar su propia libertad a través de la poesía. Sus poemas eran el vehículo que le transportaba hacia el infinito; un espacio que se encontraba al otro lado de la pradera; una entelequia donde le gustaba estar con Fanny Brawne, y aparte de enfrentarse al amor, descubrir ese último sentido de la vida.
¿Por qué cree que no fue reconocido mientras vivió? ¿Era un poeta avanzado a su tiempo?
Suele ocurrir que, muchos artistas, en cualquiera de las disciplinas artísticas existentes, mueran en el olvido. Y Keats, desgraciadamente, no fue una excepción. Su forma de ver el mundo y su transformación en poemas le llevaron a ser un incomprendido por parte de sus contemporáneos, todavía anquilosados en un mundo que, poco a poco dejó de existir, de ahí, que no nos pueda sorprender que no estuviesen preparados para entender el verdadero significado de su arte. En el caso de John Keats, fue así, aunque bien es cierto, que sus mejores composiciones poéticas se encuentran en su último poemario, publicado solo pocos meses antes de su muerte. Pero lo que sí hay que reconocerle es que, en su afán de superación poética, mejoró el soneto shakesperiano, consiguiendo un nivel de perfección en sus rimas jamás antes alcanzado, y quizá eso también le perjudicó.
Si hubiese vivido más años, ¿hasta dónde habría llegado su torrencial poético?
Parece claro que, si John Keats, hubiese disfrutado de una vida más larga, ahora estaríamos hablando de uno de los poetas más grandes de todos los tiempos. A pesar de ello, sus odas están consideradas como unas de las más grandes composiciones poéticas de todos los tiempos en lengua inglesa, por un gran número de críticos y poetas, lo que sin duda, hace crecer, cada día que pasa, el tamaño de su leyenda.
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