Peter es un joven entrado en años, sin oficio ni beneficio que, tras romper tiempo atrás con la persona que enderezaba y alineaba su vida, se pierde completamente en los vaivenes nocturnos y se da al dormir, beber, fumar y festejar. La muerte repentina de su padre hará que descubra mucho sobre éste que anteriormente desconocía. Resultará que su progenitor era un brillante experto en la figura y obra de Goya, habiendo dejado inacabado un libro sobre el precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Peter, debatiéndose entre la desgana de retomar el control de su vida y la fidelidad a la última voluntad de su padre (terminar el libro), acabará decantándose por adentrarse en el manuscrito de Aranda, su padre. Si la oscuridad gobernaba su vida de descontrol, el internarse en la vida de Goya no le arrojará ningún tipo de luz, más al contrario, se topará con unos papeles sin significado alguno para alguien como él, notas que dejó su padre codificadas, y un sinfín de contratiempos que le harán dudar de si su decisión fue la correcta o no.
Entretanto, aparecerá la figura de Sara; en un primer momento como cantante que fascinará a Peter, y después como guía y experta en arte del Museo del Prado de Madrid. Junto a ella realizará este camino de exploración en el que se encontrará inmerso en la subasta de un último boceto del pintor donde condes se pelearán por él, persecuciones y asesinatos entorno a todos y todo lo que va descubriendo sobre el tema, traiciones, secretos e historias que le harán entender por qué esa gente tan poderosa es capaz de hacer y acabar con quien sea por el simple hecho de conocer algo más acerca de las pinturas negras de Goya.
Miguel Abollado forja un exquisito libro, muy recomendable, con una sobresaliente historia acerca del pintor. Un libro en el que podemos encontrar importantes influencias como la del ennui de Pascal o el nihilismo de Nietzsche, elaboradas y delicadas descripciones que embelesarán al lector, etc. Una obra que puede recordar a aquellas autobiografías (sin serlo) tan propias de autores como Azorín, Unamuno o Valle-Inclán; autores que fueron atrapados por sus personajes hasta convertirse en ellos mismos.
La danza de los malditos es también una historia de amor de gran fortaleza, cargado de dudas y proclive a la autodestrucción, pero capaz de resurgir de las cenizas y atreverse a rebatir el verso de uno de los mayores poetas que ha tenido (y tiene) este país; "los besos que perdí, por no saber decir te necesito".
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