“La literatura es lo opuesto a emitir juicios”, afirmó el escritor en la rueda de prensa que con motivo de la presentación de su libro llevó a cabo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En su novela hay diversos dilemas o ambigüedades morales. Uno de ellos, quizá el más importante, es que la Justicia está con las manos atadas ante la cantidad. “No se puede llevar al banquillo a medio país”, apunta. Ha ocurrido en diversas ocasiones a lo largo de la historia. Después de la Segunda Guerra Mundial, después de las dictaduras de América Latina y después de la dictadura franquista. Se hicieron acuerdos tácitos para olvidar.
Al ver la película Gangs of New York, donde todos los hechos que narra y que ocurrieron en tan sólo una semana, vio cómo se acordó olvidar los hechos que se cometieron en la Gran Manzana. De ahí y del artículo que escribió para el dominical de El País surgió en parte su nuevo libro. “Si nadie queda satisfecho con lo sucedido es normal que se quiera olvidar”, expresa con su parsimonia habitual. Por eso está fuertemente convencido de que “se deben contar todas las cosas aunque no se castigue a nadie; por supuesto, si es un dictador sí. Eso no puede quedar impune”.
“La justicia es lo que es, pero también es una forma civilizada de la venganza”, sentencia el escritor de Mala índole. El juez no deja ser un árbitro que se conduce de una forma humana. “Hay que tener en cuenta que nos es más fácil perdonar cosas que han hecho a otros que lo que nos han hecho a nosotros”, acota con lucidez. En muchas ocasiones preferimos olvidar; aquí el rencor tiene suma importancia. “Un escritor tiene que prescindir del rencor”, proclama.
Sin embargo, él como escritor evita por todos los medios emitir juicios, se limita a explicar o a contar unos sucesos. “Tomar partido o dar lecciones en la literatura hay que evitarlo”, pronuncia taxativamente. Será el lector el que juzgue. Así empieza lo malo es una novela de vidas individuales que cuenta una historia, como siempre en su caso con varias ramificaciones o tramas, desde un punto de vista doméstico o familiar pero que tiene una dimensiones políticas, como en el caso de la Transición española. En la actualidad ya se han levantado voces críticas hacia ese proceso. El escritor madrileño ha escrito un pequeño capítulo en tono crítico, pero acertado, sobre ello en el que explica el proceso a personas que no vivieron esos años ochenta en España.
Para Javier Marías el título de su novela es hasta cierto punto arriesgado. “puede llevar a controversias”, dice, pero lo que está claro es que “esto está fatal”, subraya, refiriéndose a la actual situación económica española. Pero no sólo es la situación económica lo que está mal o fatal. “Y esos son los temas recurrentes que suelo tratar en mis obras. A todos los escritores nos ocurre lo mismo. Yo intento abordarlos desde perspectivas diferentes para no repetirme en exceso”, explica con humor.
Para escribir su última novela ha tardado 22 meses. “Soy un escritor lento, la mayoría de los días no escribo más de un folio, dos a lo sumo, y eso que dedico una gran cantidad de horas en hacerlo. Por eso me asombro de la cantidad de novelas que se publican y escriben. ¡Con lo que a mí me cuesta hacerlo!”, puntualiza casi escandalizado el autor de Los enamoramientos, su gran éxito de 2011 que le llevó a que consiguiese el Premio Nacional de Literatura en 2012 que rechazó. “Nunca recibiré un premio que conlleve cantidad alguna de dinero del Estado”, aseveró rotundo, con lo que se auto descarta para recibir el Premio Cervantes, para el que suena este año. Tampoco cree que consiga al Nobel de Literatura, otro premio en el que suele aparecer en las apuestas británicas estos últimos años. “Los ingleses están locos, apuestan por todo”, enfatiza.
Se mostró crítico con la decadencia y deterioro que está sufriendo el idioma español a ambos lados del océano Atlántico. “Se están empleando una gran cantidad de anglicismos”, explica a preguntas de los periodistas. Por eso no cree en ningún tipo de hermandad de la lengua. “Hay escritores madrileños con los que no tengo nada que ver, incluso puede haber algún noruego con el que tenga más afinidad. La lengua es importante, pero secundaria”, analiza.
Quizá por eso diga que se está convirtiendo cada día en peor lector, “tolero cada vez menos ciertas cosas. Me basta leer una expresión o, incluso, un adjetivo, para que no me guste una obra. Las expresiones preciosistas, el mal ritmo, la mala musicalidad o ciertos trucos de mala ley hacen que deseche la lectura de una novela”, razona. Además, no le gusta releer su obra porque cree que con todo lo que hay que leer no se debe perder el tiempo con algo que ya se conoce.
Javier Marías, como a él le gusta señalar, es el escritor español más premiado en el extranjero. Son ya ocho millones de ejemplares vendidos en el mundo, en 42 lenguas y en 54 países y parece que con Así empieza lo malo va a seguir la racha, porque la edición de la novela se eleva a 80.000 ejemplares y seguro que en la próxima Feria de Frankfurt las ventas de derechos se van a multiplicar. Pocos escritores se merecen tanto el éxito como este escritor cuya coherencia sin mácula le caracteriza.
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