Marcelo Figueras es un escritor al que se le inoculó el gusanillo por la escritura desde muy pequeño, “se me metió entre ceja y ceja que quería escribir”, reconoce y añade que “para mí ser escritor es escribir novela como a mí me gustaba y lo que me apasionaba eran los clásicos como Alejandro Dumas, Jules Verne, Joseph Conrad, Herman Melville, Emilio Salgari, etc”.
Sin embargo para llegar a escribir lo que uno quiere “hay que crecer y las circunstancias trágicas de la historia argentina me llevaron a imaginar historias actuales y reales, algo que tenían que ver con mi pasado histórico, pero alejado de mis gustos literarios”, explica con parsimonia y detalle. De su pluma salieron novelas como Kamchtka o La batalla del calentamiento, también guiones tales como Plata quemada o Las viudas de los jueves. Obras que le aportaron belleza y sentido a su vida.
Sin embargo, sus gustos infantiles se basaban en las novelas de aventuras y épicas que tanto leyó de joven. El rey de los espinos está fechado en 2019 y sus protagonistas son cuatro personajes de cómic que vienen a la vida real cuando fallece el dibujante que los ha creado. A su modo de ver “es muy crítico de manera anticipada”, le duele de cierta manera el porvenir de su país, lo que viene. No cree que los políticos que próximamente van a dirigir Argentina estén a la altura. Ha estado y está a favor de los Kirchner, “unos políticos que se han enfrentado a los poderosos”, opina.
Con El rey de los espinos quiere llegar a “la esencia del héroe. Si escribiese una novela de época o de género puro y duro sería mucho más fácil, por eso he escogido el formato de ciencia-ficción, donde los héroes no están identificados de antemano”, relata sobre su novela. El escritor se pregunta si en la época actual son necesarios los héroes. Su respuesta no puede ser más taxativa. “Sí”, afirma rotundo y continúa explicando “sobre todo cuando la presencia del mal está tan palpable en todo el mundo”. Ahora los podemos identificar claramente, “los banqueros son los que tienen todo el poder real y económico y lo peor es que al 90% de ellos somos incapaces de ponerles cara. Está el mundo tan descontrolado que ni siquiera disimular en elegir o manipular presidentes”, expone con lucidez. Ni siquiera Obama es ya el hombre más poderoso del mundo, es un pelele en manos de los banqueros.
El mal está tan extendido por la faz de la tierra que adopta modos y características distintas. “Los héroes potenciales de la actualidad no pueden ser convencionales. De ahí que me divirtiese tener cuatro héroes diferentes que viniesen de diferentes épocas y que no supiesen qué hacer en estos tiempos”, cuenta. Son héroes en cierta medida que ayudan al héroe de verdad, al protagonista Milo, un joven de 15 años. “Los nuevos héroes han de ser distintos. Personas a las que la sociedad tiende a marginar. Hijos de la crisis que lo tienen todo en contra pese a ser inteligentes y encantadores”, describe acerado.
Las circunstancias económicas han convertido en marginadas a muchas personas de gran preparación. Por eso, toda respuesta ha de ser política. No existe nada que no sea política y cree que se debe apoyar un resurgimiento de un tipo de político nuevo. De ahí el éxito que están teniendo formaciones nuevas como Podemos, con dirigentes a los que hasta ahora se les ha marginado pero que al no tener un pasado detrás y nada que perder pueden ayudar para la regeneración de una clase política que se mueve entre la incultura y la corrupción.
“A los jóvenes no se les está dando la más mínima opción de futuro, de felicidad. No se pueden plantear el futuro, sólo tienen como objetivo sobrevivir”, proclama. Hablando de estos temas, del futuro de la juventud, es cuando se incorpora de la silla, los ojos se le llenan de pasión y abre su corazón para testimoniar su pensamiento. No cree que los jóvenes se muestren apáticos en la actualidad, es que no se les dan opciones. “La culpa es del sistema, que les quite toda posibilidad de desarrollo. El error es de los mayores y no de los jóvenes”, señala con pasión.
Milo, el protagonista de El rey de los espinos, es un hijo típico de la crisis en infinidad de aspectos. Tiene poca fe en sí mismo y lo único que le ha preservado es el amor de la lectura y el amor de sus amigos. Esto le conduce a la iluminación y a emprender el camino del héroe, en el cual estará siempre a la altura de las circunstancias, con la ayuda de su querido amigo Baba, otro bicho raro como él, y los héroes que proceden del cómic.
El que sus héroes sean personajes de un cómic es una cosa normal. “Para mí personas como Alan Moore, el autor de Watchmen, V de Vendetta o La liga de los hombres extraordinarios, es uno de los mejores escritores y punto. Ha llegado a un nivel de desarrollo en lo narrativo y en lo estético sublime”, asevera convencido. También tiene palabras de homenaje y recuerdo hacia Héctor Germán Oesterheld, un gran escritor de guiones de cómic argentino que fue víctima de la represión de la dictadura argentina en 1977. “Fue unos de los 30.000 desaparecidos con sus cuatro hijas. De ahí mi homenaje a él y a sus hijas, a las que revivo en mis páginas”, expone con sentimiento.
Es otro de los protagonistas del libro, el Autor tenía como ejemplo a un personaje real como éste y así no fue difícil conformarle. Para concluir no quiere terminar sin apuntar que “todos los poderes establecidos consideran peligrosos a los autores populares, a los autores de cómic, a los directores de cine, actores, escritores, etc. No hay estamento cultural en mi país que no haya padecido a la dictadura”, subraya pesaroso. De ahí que piense que si algún personaje del futuro viniese a la actualidad pensaría que “tanto no hemos avanzado”. Y en algunas cosas, nada.
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