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John Banville/Benjamin Black
John Banville/Benjamin Black (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista con Benjamin Black: "La investigación mata a la ficción"

Autor de “La rubia de los ojos negros"
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Entrevistar a Benjamin Black tiene algo de neurótico. No sé si le estoy entrevistando a él o al más real John Banville. Benjamin Black es el seudónimo de ese escritor irlandés. A ciertas preguntas responde uno y a las otras su alter ego. Es como si estuviese entrevistando al doctor Jekyll y a Mister Hyde al mismo tiempo con dos conversaciones diferentes.

John Banville
John Banville (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Tan diferente es Benjamin Black, que en un principio tenía pensado llamarse Benjamin White, como diferente es el Philippe Marlowe que ha compuesto. “La familia de Raymond Chandler me lo pidió y la verdad es que ha sido un poco rollo, porque no me pusieron ninguna condición. Me hubiese gustado algo de polémica”, ironiza en el sótano de un conocido hotel dedicado a las letras, en cuyo restaurante ya se imaginan ustedes cuál es la sopa más pedida.

Raymond Chandler bebía whiskey como si fuera agua. Philippe Marlowe bebía gimlet o dry martini. John Banville bebe una copa de vino blanco español durante la entrevista, quizá por eso le ha salido un Marlowe más blandito que el original. Estos dos Marlowes no pueden ser idénticos. Banville ya lo sabía antes de empezar con la continuación del conocido detective americano, “Chandler escribía sobre su propia época, y sobre una época pasada, como si fuese una novela histórica”, señala el escritor irlandés.

La rubia de ojos negros es la continuación de las peripecias de Marlowe, pero con un detective diferente. “No tenía intención de hacer un Marlowe propio, bien es cierto que el mío es distinto, pero no tuve la intención de hacerlo así”, se excusa. El detective original solía adoptar un tono brutal, aunque fingido; el de Benjamin Black no lo hace, es un Marlowe más humano, más romántico. “Mi libro me ha quedado muy romántico. Yo creo que el romanticismo no ha muerto. Todos somos románticos, de ahí que mi Marlowe sea más blando que el original, que finge ser duro pero por dentro es blando, incluso empaliza con los peores delincuentes a los que se enfrenta y siente tristeza por ellos”, desgrana Black.

“Quitar el Marlowe original de las manos de Chandler para sacar el Marlowe verdadero ha sido mi objetivo en esta novela”, sostiene convencido y serio. Para el escritor “es un blando escrito de forma dura”, repite. Pero ante todo es un solitario, un melancólico y un valiente. “Además es un personaje triste, sin amigos, sin familias, sin pertenencias, ese es el Marlowe que yo quería retratar”, apunta. Un Marlowe en blanco y negro que está sobrepasado por el amor. “Esa mujer sofisticada y bella nunca estará enamorada de él, le está utilizando y él se deja”, añade.

A Benjamin Black le gustaría que su novela fuese llevada al cine. “Los actores ideales para estos personajes son George Clooney y Kate Blanchet. Clooney haría un Marlowe maravilloso, tiene un punto melancólico y un cerebro muy poco común, es el Cary Grant de nuestra época”, afirma entre risas y cuenta algunas maldades sobre este mundo del cine, que prefiere que no escriba para no sufrir represalias.

“El cine era la poesía del pueblo”

Lo que no le gusta es el cine actual. “Me quedé en el cine en blanco y negro –plata y hollín- dice en su argot cinematográfico. El color mató al cine. Las buenas películas son las de los años 30, 40 y 50. Aquellas películas de serie B que en muchas ocasiones eran mejores que las de serie A”, cuenta divertido y agrega “en esos años el cine era la poesía del pueblo. Sueños líquidos sobre la pantalla que hacían que nos lo creyésemos todo. Era una forma de arte maravillosa”, sentencia convencido.

En aquellos años, las películas eran profundamente eróticas, pero no había sexo explícito, todo se intuía de manera magistral. Eso lo ha querido rescatar, como también la forma de hacer las cosas de Marlowe, el gran fingidor de tipo duro que quería cambiar el mundo real haciendo las cosas bien, como se deben hacer. “Eso sí que es tener una conciencia social. Marlowe era un buen hombre”, señala. Lo que no quiso fue investigar profundamente sobre el personaje, quiso que fuese más a su aire. “Demasiada investigación mata la ficción. Creo que lo que se puede conseguir con imaginación es mucho más convincente, por eso no he querido ser exhaustivo en mi conocimiento sobre el detective de Chandler”, opina.

Además no es un lector asiduo de novela negra, “lo que leo no me gusta, cada vez son más violentas, crímenes de chicas jóvenes, ¿qué será lo próximo? ¿Crímenes de niños?”, se pregunta y agrega furibundo “odio los libros de Stieg Larsson, no me gustan nada, son deshonestos y obscenos, quería ser un autor liberal y es un furibundo machista”, cree con sinceridad y no sin falta de razón.

Después de esta novela volverá a escribir como John Banville. “Es una manera completamente diferente de escribir. Banville escribe de forma lenta y perfeccionista. Black acaba las novelas en pocos meses. Yo no suelo diferenciar entre novelas literarias y las que no lo son. Para mí solamente son buenas o malas. Realmente siento vergüenza de las novelas de Banville porque pretenden ser perfectas y no lo son. Las de Black están bien realizadas, cuidadosamente y de buena factura”, se critica así mismo sin autocomplacencia.

Ese desdoblamiento Banville-Black, no solamente posee dos voces diferentes, además su lenguaje es distinto: Black es más directo, Banville puede jugar con las frases hasta deformarlas de manera extrema. “Ahora que ya tengo sesenta y tantos años, tengo la sensación de que estoy cogiendo el truco de escribir, justo cuando ya es demasiado tarde”, sentencia y finaliza evocando lo que decía el gran George Bernard Shaw: La juventud es algo maravilloso. ¡Qué crimen desperdiciarla en los niños!

¡Ay si se tuviese la experiencia del otoño de la vida en la primavera de la misma!

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