Nadia y Martín llegan a un pueblo alejado de todo, amparados por una organización, y se instalan en la casa que les corresponde, como quien escapa de sí mismo, o no sabemos de qué. Nadia está enferma. Martín no hace nada. Disfruta del silencio. Se reafirma en la decisión. Hace memoria de lo que no se han traído. De lo que han dejado. Lo que construye nuestra sociedad actual: el teléfono, el ordenador, el coche. En la casa vacía, inhóspita aún, pasan los primeros días hasta que deciden bajar al pueblo. El pueblo abandonado, casi vacío, poblado de historias que quedan por contar, tal vez de misterios, donde no pasa el tiempo.
El primer contacto lo tendrán con la vieja Elena, que ejerce de curandera, que duerme en el suelo de su habitación mientras un enorme cerdo moribundo descansa encima de su cama, que lucha contra la muerte, contra el paso del tiempo. Y con Enrique: “Vivo aquí desde hace muchos años, pero recuerdo cada día que he pasado en este lugar, sobre todo porque casi todos son iguales. Me quedé aquí porque fue el único sitio que encontré donde la fórmula del tiempo se desvanece.” Enrique regenta un bar y tiene su casa encima, donde esconde una biblioteca llena de libros de poesía.
Además, está el viejo Damián, que sueña con el mar, e Ivana, que vuelve, en el coche de los gitanos, con una niña, Zhenia, años después, para alterarlo todo. No habrá nadie más. En la lejanía una granja, tal vez. Los gitanos, que ya no vienen. Una autopista soñada. El fantasma de Maruja, la mujer de Damián. La organización. Un perro que llegará para morir, cuando acaba el invierno. Y el hijo de Nadia
La violencia, que no termina de estallar, lo inunda todo, la certeza de que el frío primero, el calor después, no dará tregua, y volverá locos a todos. La novela está llena de sentimientos reprimidos, de tensiones que no sabes nunca hacia dónde explotarán. Deseos salvajes, a veces sin sentido. Pesadillas. Un mundo del que nadie puede escapar, del que nadie puede salir.
Por si se va la luz de Lara Moreno es como un soplo de aire fresco. Desde las primeras líneas sabes que estás leyendo algo diferente, una voz muy personal, hipnótica, con una propuesta que engancha, con personajes que funcionan, narrada desde diferentes puntos de vista, bien estructurada, con tantas capas como quieras, profunda, misteriosa, real, o no. Merece mucho la pena leerse esta prometedora primera novela y recordar este nombre, esta autora.
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