Armand Balsebre, catedrático de comunicación audiovisual de la UAB, y Rosario Fontova, periodista, han analizado en "Las cartas a la Pirinaica", por primera vez en su totalidad, el contenido de las 15.500 cartas que se han conservado en el Archivo Histórico del PCE, fuesen emitidas o no. Estas misivas eran escritas por antiguos combatientes republicanos, exiliados, expresos, obreros, campesinos, mineros, profesores, amas de casa, escritores y estudiantes, personas de todas las clases sociales.
En eestas cartas se recoge un largo memorial de agravios y vejaciones que dejaron los vencedores; la peripecia de los inmigrantes que abandonaron sus pueblos, la lucha por la supervivencia en los suburbios y la indignación por la insoportable carestía de la vida. Aunque también encontramos historias de heroicidad, esperanza e incluso, de humor: con Franco como blanco de las mofas. A la redacción de Bucarest llegaban denuncias que ponían nombres y apellidos a verdugos y chivatos.
El rastro dramático de la guerra civil es intenso y las cartas trazan un primer mapa de fosas comunes documentado a lo largo de toda la geografía española, además de testimonios de la supervivencia en los campos de concentración y en las cárceles. Escribir a La Pirenaica era un delito, de ahí que algunos corresponsales utilizaran el método de la tinta invisible, el papel de luto, o usaran guantes para no dejar en el papel sus huellas dactilares.
Son un documento extraordinario de la España del hambre, la miseria y la represión, un registro de los acontecimientos de la vida pública y privada de la España del franquismo, donde están presentes el dolor, la resignación, la solidaridad y el heroísmo de los ciudadanos que prefiguraron la democracia.
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