Nada más terminar sus estudios fue fichado, con tan sólo 21 años, como guionista en la serie Amar en tiempos revueltos de la productora catalana Diagonal TV. Allí desempeñó varios puestos, como guionista de diálogos, preparación de escaletas o de argumentos. "En la serie intentamos tratar todos los temas con mucho respeto y mucha objetividad histórica", señala en la entrevista que mantuvimos en una céntrica cafetería de Madrid con nombre de ciudad cántabra.
Realizar guiones para 300 minutos de serie semanal supone un desgaste intelectual de primer orden. "Es casi un milagro que una serie como esa se pueda realizar dignamente", cree sinceramente. Y no le falta razón, era un producto de buena factura que la crisis hizo que abandonase TVE para recalar en Antena 3 con un nuevo título: Amar es para siempre. Permaneció durante la primera temporada, pero el agotamiento y el encasillamiento pudieron con él y decidió oxigenarse con otros proyectos. Estuvo en Nueva York, donde escribió el guión para una película independiente basado en La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca y ya de vuelta en España la casualidad hizo que se embarcase en el proyecto de escribir una novela.
"La editorial Planeta estaba buscando un escritor para escribir una novela romántica de corte juvenil pero que pudiesen leer jóvenes adultos. Se lo preguntaron a Virginia Yagüe, mi pareja, y ella les dijo que quién mejor que yo", recuerda con una expresión en la cara de gratitud. Se puso a ello con algunas ideas que tenía y qué mejor que basar esa novela en algo que él conociese a la perfección, que hubiese mamado y si además sentía pasión por ello, mejor.
Laura, la protagonista de El corazón del bambú, es la campeona española de kendo, disciplina que practica Pablo Tobías. Después de ganar el campeonato emprende un viaje a Japón para encontrarse con su amado, hijo de su maestro de kendo. Ese impulso la llevará hasta las tierras del sol naciente con la mala suerte de llegar justo el día de la explosión de la central nuclear de Fukushima. Tobías ha escogido este arte marcial porque "el kendo es el arte de tomar decisiones", afirma. Justo lo que falta a muchas personas.
Vivimos en un tiempo en que se echa en falta "el golpe de la decisión", quizá porque como dice, "crecer es difícil". La protagonista toma decisiones, equivocadas o no por valentía y también por amor, aunque ese amor no es tan tangible como a ella le gustaría. Para eso, el escritor zaragozano ha adoptado la primera persona para contar la novela y se ha puesto en la piel de una joven que ronda la veintena. "No ha sido difícil hacerlo", opina. Y se nota que le ha gustado. "Cómo más cómodo me siento es escribiendo y si es literatura, mejor", afirma.
El paso de guionista a novelista lo separa una fina línea escrita a lápiz. "Si el novelista tiene nociones de guionista es más fácil dar el paso, aunque no sea la misma técnica", apunta con convicción y agrega "el guión es lo menos literario que hay". A Pablo Tobías se le nota su procedencia, la novela es muy visual, muy cinematográfica, a ello ayuda que el límite temporal de la novela sea muy breve, sólo unos pocos días.
A Japón ha viajado en cuatro ocasiones, es un país y una cultura que le fascina. Una de esas cuatro veces ha sido para documentarse para la novela. En esa ocasión pudo visitar algunas de las zonas devastadas por la explosión de Fukushima. "Hay ciudades en las que no queda nada, sólo las marcas en el suelo de las paredes. En esos espacios los familiares y los amigos han dejado objetos personales", cuenta.
La cultura japonesa tan querida para él tiene algunos rasgos enigmáticos. A mediados del siglo XIX el cierre de fronteras estuvo a punto de ocasionar la guerra con los Estados Unidos. "En el aspecto social son muy conservadores, son muy herméticos y cerrados para todo lo que les inquiete. Pero, al mismo tiempo, les fascina España y lo español, que es todo lo contrario que son ellos", explica el autor aragonés. "No conciben que una persona pueda tomarse 15 días de vacaciones al año", nos apunta. Pese a ese hermetismo, han pasado de ese cerrazón a ser el país más puntero e innovador del planeta.
En la conversación van surgiendo las influencias que ha tenido este pueblo oriental de occidente, países como Portugal y Holanda han intercambiado influencias con Japón. Incluso España, con el periplo de San Francisco Javier por aquellas tierras o la del grupo de samuráis que vinieron a España y se establecieron en Coria del Rio y que ya tratamos en estas páginas. Como ejemplo, la palabra arigato, gracias en japonés, procede del obrigado portugués.
El kendo, camino de la espada, es la unión de mente, cuerpo y espíritu. "Todo va hacia delante. Metafóricamente el luchador se está jugando la vida, es un arte muy de batalla, pero también de superación personal del miedo", describe. De ahí que su novela busque un final distinto, como lo ha hecho con la trama. "No quería un final feliz. El amor no es estar juntos. Es también dejar ir. Por eso, he buscado un final exótico, dejar una vía de escape a los protagonistas", detalla. Un final diferente que se salga de esos finales trillados que se dan en nuestra narrativa en muchas ocasiones y mucho más en los guiones televisivos, predecibles como que el sol sale todos los días, veámoslo o no.
"El talento narrativo actual está en las series americanas con juegos narrativos muy interesantes y potentes", aprecia. Quizá por eso quiso abandonar la serie que le formó y ahora esté en un nuevo proyecto de Cuatro titulado Ciega a citas. Sí se muestra crítica con las series españolas que programan en la televisión, "casi todas siguen el planteamiento de Médico de familia, para conseguir un beneficio neto", piensa. Por ello lo aburrido de nuestras series que repiten el mismo guión hasta la náusea. "Crematorio es la que me pareció más interesante", zanja la cuestión con toda la razón.
A partir de ahora dividirá su trabajo, suponemos, entre los guiones televisivos y la narrativa. Él mismo nos lo indica cuando manifiesta que "me siento muy a gusto en la novela". Por eso, como la protagonista de su novela a la que le cuesta asumir las consecuencias de sus decisiones y la realidad que de ellas deriven, le animamos a que continúe escribiendo novelas y aunque ser libre es muy difícil, un creador es mucho más libre escribiendo un libro que un guión.
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