Cat: El Día de la Guerra es, claramente, como señala Santiago Morata una ucronía, una reconstrucción de la historia sobre acontecimientos no sucedidos. Pero esa reconstrucción que el escritor zaragozano hace, entre dentro de lo posible y dentro de muy poco lo sabremos, porque la trama principal de la obra sucede en 2019, con un corolario en 2023. Quedan por tanto pocos años para saber si lo que ha imaginado se cumplirá.
La novela no puede ser histórica pero utiliza muchos elementos históricos para demostrar que la historia que han contado a los catalanes en sus escuelas no se ciñe enteramente a la verdad; las manipulaciones son, en ocasiones, burdas. Santiago Morata utiliza al historiador castellonense Pere Amador para ilustrarnos sobre esas manipulaciones y lo hace con fines pedagógicos, pero de manera firme. Aquí se nota su gusto por la historia, pero sobre todo por la verdad.
También ha tratado mucho el bandolerismo y en su última novela no podía ser menos. Actualmente estamos viendo que los políticos se mueven en un campo muy parecido al de los bandoleros, y más en Cataluña, donde vemos cómo sus políticos están corrompidos hasta las cejas y hasta su tótem nacionalista es menos honorable de lo que nos han querido hacer creer. Banca Catalana, el Palau de la Música y tantos y tantos ejemplos nos dicen las múltiples similitudes que hay entre ambos gremios.
El último género es la ciencia-ficción. CAT tiene mucho de eso, pero aquí es aterradora. A muchos no nos gustaría que sucediese lo que Morata cuenta de manera enérgica. Por eso, como bien escribo en la portada el libro “se lee con las entrañas”. A unos les gustará, otros lo consideraran una provocación y otros lo detestaran y lo intentarán callar, como ha hecho El Corte Inglés de Barcelona que no ha querido alquilar sus salones para presentar la obra.
CAT: El Día de la Guerra, es un thriller que no nos da respiro. Santiago Morata se basa en seis personajes para contarnos su ucronía. Samuel Morales, nieto de inmigrantes peruanos; Joan Pons, independentista radical, Jero Márquez, militar nacionalista, Pere Amador, historiador españolista, Gemma Masip, independentista moderada, miembro del partido en el poder y Mark Blanchard, observador suizo que, al final, toma partido.
Con estos seis personajes, el autor nos muestra un mosaico de opiniones de uno al otro lado del espectro político, para que conociendo todas esas ideas, el lector se haga una idea del problema que se cierne sobre el país y más ahora que estamos viviendo los movimientos que se están produciendo en el ámbito de la política. Evidentemente, las ideas del autor sobrevuelan las páginas de la novela y no hay que ser muy inteligente para saberlas. De ahí que le consideremos muy valiente por ir en contra de la idea mayoritaria que se da en Cataluña.
Santiago Morata es un escritor radicalmente valiente, informado y documentado. La construcción de la novela es original y mantiene la tensión todo el tiempo. Sí notamos una pequeña precipitación en su modo de escribir, incluso diría que su calidad se ha resentido un poco por esa precipitación y he visto que algunas expresiones se repiten más que en otras obras suyas. Por ejemplo, la expresión, al fin y al cabo, la repiten en demasiadas ocasiones.
De todas formas, esos pequeños defectos son superados por sus aciertos. El lenguaje que emplea es moderno y rompedor. Sus escenas tienen la rapidez y la garra de los mejores thriller. Sus cambios de ritmo se basan en sorpresas narrativas que nos hielan la sangre y, ante todo, es una obra verosímil que, sinceramente, nos gustaría que no se sucediera. Sería lo que la lógica impondría, pero, desgraciadamente, la vida no es lógica.
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