Eufrasio Tónico es un profesor de Lengua y Literatura en un colegio finlandés en Madrid. Allí enseña a treinta y nueve alumnos, todos ellos con nombres que hacen referencia a escritores o personajes conocidos, a su modo. Pero no enseña solamente literatura, ya que no sólo de literatura vive el hombre. Enseña a vivir y a enfrentarse con la vida a unos jóvenes llenos de ganas de vivir.
Para este singular profesor, “el fracaso escolar está en los profesores”. ¡Cuánta razón lleva! Los enseñantes han perdido esa vocación ancestral. Ahora ser profesor es una profesión, no una vocación, salvo honrosas excepciones. Pero no son los únicos culpables. Al poder y, por ende, al Estado, no le interesa la cultura y mucho menos la educación. No le interesa que las personas aprendan a pensar por sí mismas. De ahí que sea flagrante que no se invierta en educación, como no se invierte en ciencia o en investigación.
Por mucho que digan nuestros políticos que se hace, todo es un engaño y una vil manipulación. “Muy pocos políticos trabajan para servir al pueblo”, dice este conspicuo profesor a sus alumnos, que en muchas ocasiones le rebaten sus pensamientos. El profesor no cede ante el empuje juvenil de sus discípulos y les sentencia frases como éstas: La democracia funciona a base de propaganda, marketing, de imagen y de corruptelas. Quien quiera verlo lo verá y quien no, podrá seguir mirando a un lado.
Pero no sólo nos encontramos con las ideas de Tónico en el libro. Por sus páginas se desliza una trama en la que el profesor quiere ayudar al hijo de un barrendero urbano que sufre acoso en su colegio. Un mal cada vez más presente en nuestros colegios e institutos. Esa trama deviene en una acusación de pederastia y necrofilia hacia el profesor, lo cual hace que los instintos más primarios afloren por parte de algunos alumnos y profesores del colegio donde imparte sus clases.
A toda persona singular, se la ha de buscar sus puntos débiles. Eufrasio Tónico los tiene, como todo ser humano, pero precisamente su acusación no parece justa. Tomás García Yebra en El profesor chiflado y el señor Wert se muestra valiente. Tocando temas polémicos, e incluso peligrosos, pero como dice el mismo profesor: Los escritores tienen que ser valientes y expresivos. El autor no puede por menos que hacerse reflejo de los propios consejos de sus protagonistas.
La sátira y el sentido del humor están presentes a lo largo de toda la novela. Tomás García Yebra quiere que el lector piense por sí mismo. Que abandone las creencias personales en las que se mueve la política, el fútbol o la religión, para que descubra lo que hay más allá de lo que nos imponen en los medios de comunicación. Por eso mismo, este libro no saldrá en muchos de los medios convencionales. Todo lo que es distinto es peligroso.
A mí me hubiera gustado tener un profesor como el protagonista. Lamentablemente no recuerdo un profesor que me haya marcado, salvo un catedrático en la Facultad de Ciencias de la Información: Luis Núñez Ladeveze. Es triste pasar una infancia y adolescencia sin nadie a quien poder admirar. Afortunadamente, aunque tarde, tengo ahora a este Tónico, que es un idem para mi espíritu.
El libro está escrito de manera magistral, con una sensibilidad que no suele ser habitual. Sus diálogos son portentosos y son los que llevan el peso de la obra. Magníficos el diseño y las fotografías de la portada y contraportada, con un Tomás infantil, en la típica foto colegial de los sesenta. Nos encontramos con una obra que les prohíbe que lean, esperando que entiendan que todo lo que nos prohíben hace que nos desvivamos por incumplirlo.
Puede comprar el libro en: