“Trato de escribir libros, en buena medida, muy diferentes unos de otros. Explorando así territorios muy distintos”, nos avanza el periodista, columnista y escritor Patricio Pron en una entrevista que mantuvimos a raíz de la publicación de ambos libros. Libros que según él “enriquecen al lector” y que nosotros constatamos sobre todo el ensayo, un verdadero prodigio de rigurosidad y trabajo bien formulado.
Nosotros caminamos en sueños es una recreación de su novela Una puta mierda, un título que es una auténtica provocación, que publicó en 2007. “No suelo leer mis obras, pero esta la leí para su publicación en el Reino Unido, entonces me di cuenta que podía hacerlo mejor, mucho más descarnado e hilarante”, explica el escritor argentino. En el mismo cuenta la invasión por parte del ejército argentino de las islas Malvinas. “Al fin y al cabo es un libro sobre los nacionalismos y cómo se opone ese sentimiento al sentido común”, añade convencido.
Argentina se embarcó en una guerra absurda por unos territorios de una pobreza material mayúscula y que sólo la ignorancia de unos militares hizo acometer. De hecho, en el libro cuenta cómo estos militares torturaban a sus propios soldados por no acatar unas órdenes demenciales, lo que hace plantearse al autor quién era realmente el enemigo: los británicos o los generales de la dictadura argentina, lo que hace que se revisen ideas sobre este hecho histórico.
Otra de las preguntas esenciales que se hace es “¿pertenecemos a un país o un país nos pertenece a nosotros?”, que cada lector tendrá que responder a la luz de unos hechos trágicos del pasado reciente y que falta interés en profundizar. “La gente es de donde vive”, opina. La finalidad del escritor es llevar a la cordura a un lugar distinto en el que se desactive la persistencia de un Estado que obliga a olvidar ciertos hechos y ciertos recuerdos, intentando manipular esos hechos, de ahí que crea Patricio Pron que “la memoria ha de ser una actividad permanente, haciendo que la disparidad de opiniones haga que este hecho esté vivo”.
El libro trata un tema doloroso para los argentinos de forma satírica y paródica, muy al estilo británico de los Monty Python, donde se explora todo lo triste y doloroso que hay en el humor. “El humorista tiene un sentido muy elevado de la moral”, puntualiza. Y esos hechos, donde murieron tantos argentinos, me otorgan una cierta legitimación para escribir sobre ellos y que, por otra parte, ganamos literariamente.
Patricio Pron ha vivido en Alemania ocho años como corresponsal de un diario. De esa experiencia ha partido para escribir El libro tachado. “Vivir fuera de tu país te hacer ver un mundo distinto. Las ideas que tienen validez en un sitio no tienen por qué tener validez en otro”, apunta. Lo que ha querido hacer con él es mostrar nuevas voces, ya que opina que el ensayo, tal y como lo conocemos, “no tiene interés para el lector y los escritores somos los culpables porque hemos empobrecido el género”, afirma convencido y añade “hay que salir de ese círculo caótico que impera en los premios de ensayo que sólo buscan la comercialidad, sin notas a pie de página”.
A Patricio Pron le gusta leer esas notas, “me da placer leerlas aunque pueda parecer algo perverso”. El libro tachado presenta una estructura dialógica que pretende recuperar la idea central de los ensayos de estilo clásico, muy al estilo de George Perec. Reconoce que se sintió muy libre y a gusto escribiendo el texto. Huyendo del estilo casi periodístico que está imperando en los ensayos que se están publicando en la actualidad.
“El ensayo tiene que tener la capacidad de interpelar al lector, todo lo contrario que el periodismo, que interpela a las mayorías”, apostilla. Es de los que cree que el ensayo tiene que definirse como complejo y se pone en frente del empobrecimiento y banalización de los ensayos. “Me interesa la crítica cultural y ahora en Internet se está dando, aunque hay muchos lectores que muestran una incapacidad para comprender textos escritos”, comenta.
Este empobrecimiento es una consecuencia de la sobre oferta que hay en Internet, lo cual está llevando a que “la demanda se reduzca mientras la oferta aumenta”. Cree que la responsabilidad individual del autor tiene que ser creciente, acompañada de nuevas formas de propuestas sobre temas diferentes que rompan la hegemonía de los medios de comunicación tradicionales y todo con un único objetivo: “no hacer perder el tiempo al lector”.
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