En esta entrevista hemos comentado diversos temas que aparecen en la novela como el lado oscuro oculto del ser humano y las situaciones que lo hacen aflorar o la relación de los jóvenes con la literatura.
¿Qué le llevó a escribir Hyde?
Dentro del género del suspense, siempre me han interesado las tramas que recrean atmósferas de aislamiento (en este caso, con el ingrediente de la cuenta atrás). He querido homenajear en cierto modo la novela “Diez negritos” de Agatha Christie, aunque en mi caso no se da tanto el planteamiento clásico de “¿quién es el asesino?” sino el hecho de que cualquiera de los personajes protagonistas puede convertirse en un peligro para los demás durante el transcurso de los acontecimientos. Eso es lo que me apetecía contar: al modo de un reality, un grupo de personas son apartadas del mundo, se crea para ellos una realidad distinta –de la que no pueden escapar- que provocará una peligrosa degeneración.
¿La enfocó más hacia el thriller psicológico o la literatura de terror?
Hacia el thriller psicológico. Es cierto que el planteamiento de la historia permitía también un desarrollo enfocado más exclusivamente hacia los crímenes, pero la relación que se establece entre los personajes, el clima de desconfianza y miedo que se genera hora tras hora, me interesó más. Aunque, por supuesto, sangre también hay.
¿Cree que todos tenemos nuestro lado oscuro?
Mi visión del ser humano es positiva, pero la realidad demuestra que en situaciones límite y en otras de impunidad, a menudo las personas muestran rostros desconocidos, que ni sospechaban de ellas mismas. En ese sentido, todos tenemos un lado oscuro; lo ideal es que no aflore nunca.
¿Qué tipo de situaciones cree que lo hacen salir a la superficie?
Por un lado, el miedo y la extrema necesidad. La lucha por la supervivencia rompe todas las barreras. Por otro, las situaciones que permiten una impunidad que no se da en circunstancias normales en una sociedad convencional, como las que se generan durante conflictos bélicos... etc. Un ejemplo serían las violaciones que protagonizaron algunos soldados de los cascos azules en zonas de guerra. Muy probablemente esa gente, en su país, llevaba una vida normal. Seguro que esos soldados no contaban con antecedentes de delitos sexuales. En su país estaban sujetos a las normas sociales, a una moral que obedecían. Fue al llegar a esas regiones fuera de control cuando despertó en ellos el impulso delictivo. Y eso es lo inquietante: ¿podemos cambiar tanto en función de la situación?
¿Piensa que cualquier persona, independientemente de su código moral, podría convertirse en un asesino bajo las circunstancias “adecuadas”?
Una persona lo es en función de un contexto, de unas circunstancias. Si estas cambian, la persona también. Nadie puede albergar la seguridad de que, bajo determunadas circunstancias, no se mancharía las manos de sangre.
En el experimento de Hyde participa un grupo de estudiantes poco aficionados a la lectura. ¿Cómo describirá la relación actual entre los jóvenes y la literatura?
Es cierto que buena parte de los jóvenes leen muy poco o nada, pero también lo es que hay otro perfil entre ellos muy lector, como demuestran los numerosos blogs y foros de gente joven dedicados a la literatura. En cualquier caso, la realidad actual impone unos ritmos que a menudo dificultan actividades más sosegadas como la lectura, y eso es un inconveniente. Es evidente, además, que el atractivo de lo audiovisual está ahí, una tentación más espectacular y fácil que los libros. De todos modos yo insisto siempre en que no se trata de una elección, sino que hay tiempo para todo: quienes leen también juegan, chatean, navegan por la red, van al cine, escuchan música... Hay que organizarse, simplemente.
También quería añadir que con frecuencia lo que ocurre es que el joven no ha descubierto lo que es verdaderamente la lectura; los jóvenes son impacientes para todo, y también a la hora de construir prejuicios. Una mala experiencia con la lectura –que cierto perfil de profesor se encarga de perpetuar año tras año en algunos centros escolares- lo vuelve hostil a la auténtica experiencia del placer lector. Me gustó mucho el lema que impulsa en Cataluña el plan lector en los institutos: “Se lee para disfrutar”. ¡Esa es la clave! Nuestra responsabilidad es que los chicos descubran, durante la infancia y adolescencia, que leer es placentero. Eso es mucho más importante que conseguir que medio lean –sin enterarse de nada- el Quijote o La Regenta, por ejemplo, libros que podrán disfrutar más adelante como he hecho yo.
En la línea de lo que ya he dicho, el perfil actual poco lector de los jóvenes no responde solo a las circunstancias, es también consecuencia del escaso cuidado que se ha puesto en este tema durante muchos años en el ámbito escolar y familiar. Uno recoge lo que siembra, y hemos perdido muchos buenos lectores futuros que acabaron su etapa escolar convencidos de que la lectura equivalía a sufrimiento. Por suerte, esto está cambiando poco a poco, una tendencia esperanzadora amenazada ahora por los recortes en educación, que han dejado sin presupuesto a muchas bibliotecas escolares.
¿Participaría en un experimento como el que se describe en la novela?
El caso es que como autor de “Hyde” sé cómo degenera todo, lo que me impide ser objetivo. De todos modos, si fuera un experimento real de fomento de la lectura, yo sería un paciente poco interesante puesto que ya soy un lector convencido.
¿Por qué utiliza un ritmo tan frenético en esta novela?
Los propios acontecimientos que se narran lo permite, pero es que además soy muy consciente de que que el lector joven está acostumbrado a esa velocidad narrativa (a la que asiste en el cine, los videojuegos... etc.). El lector joven exige intensidad en lo que lee.
¿Cómo definiría su estilo?
Procuro emplear un estilo ágil y visual, lo que no es incompatible con cuidar el lenguaje, algo que también me preocupa. Me gusta recrear atmósferas que envuelvan al lector, por eso mismo trabajo mucho la construcción de los escenarios. Al mismo tiempo quiero que el lector no tenga descanso, que se vea atrapado por los acontecimientos.
¿Cuál fue la conclusión principal que sacó tras leer Doctor Jekyll y Mister Hyde?
Precisamente algo de lo que ya hemos hablado: todos tenemos un lado oscuro, que no controlamos. Y lo ideal es que nunca se produzca el detonante que lo haga aflorar.
¿Está trabajando en alguna nueva novela?
Sí. Ahora mismo me encuentro en la fase de documentación, explorando el escenario que voy a emplear y estudiando el perfil de los personajes. Normalmente los preparativos son más fáciles, pero en esta ocasión –no es la primera vez- me he atrevido a adentrarme en un entorno desconocido para mí. Es lo que tienen los desafíos.
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