La satisfacción debe, no obstante, matizarse. A nadie se le oculta que las ventas del libro son cada vez más estacionales y que, pasado el Día del Libro y las diversas ferias, la mayoría de la población visitará poco o nada las librerías hasta que se acerquen las fiestas navideñas. En ese periodo, la única excepción la constituye la compra de textos escolares.
En palabras de Teodoro Sacristán, director de la Feria, “recuperar la importancia de la lectura es una necesidad urgente, que requiere del esfuerzo y la imaginación de todos los agentes de la cadena de valor del libro y de los responsables de Educación y Cultura de las distintas administraciones”. Un empeño pedagógico, cabría decir, que pusiera el acento sobre el peso de la lectura, ejercicio solitario, en la calidad de la formación de los ciudadanos y de la sociedad.
“Vivimos inmersos en una hiperconectividad que nos crea la falsa ilusión de estar informados”, recalca. No hay más que observar, en el popular baremo que es el transporte público, cuántas personas leen un libro o un periódico (en cualquier formato) y cuántas miran el móvil. “Tal grado de conexión exige mucho tiempo y atención. Como consecuencia, nuestro vínculo con el conocimiento y la información se ha hecho más superficial. Es tan disparatado suponer que ese conocimiento no exige de nuestro esfuerzo individual, que nos llegará por una suerte de ósmosis, como pensar que el contacto con el balón nos convierte en Leo Messi o Cristiano Ronaldo. Todo esto nos hace, sin duda, más vulnerables a la manipulación”.
El lema de la Feria de este año, Deletrear el mundo, ha querido ser precisamente un canto a la lectura, una invitación, un impulso para hacer de nosotros sujetos activos y conscientes de una relación en sí misma portentosa. El libro, casa de las palabras que explican el mundo, continúa siendo, en esta era de maravillas tecnológicas, la primera y más pasmosa de ellas, puerta de acceso necesaria e instrumento esencial con el que el hombre se ha dotado para descifrar el misterio de la propia existencia, inagotable en la riqueza de sus matices y en su complejidad.
La 73ª edición de la FLM –organizada por la Asociación de Empresarios del Comercio del Libro de Madrid (Gremio de Libreros de Madrid), la Asociación de Editores de Madrid y la Federación de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de Editores (FANDE), con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid, la Real Casa de la Moneda y el Banco Sabadell– ha contado con 364 casetas y 508 expositores: 25 organismos oficiales, 10 distribuidores, 60 libreros especializados, 61 libreros generales, 218 editores de Madrid y 134 editores de fuera de Madrid.
Los 508 expositores y la organización de la Feria agradecen a los medios de comunicación su generoso apoyo y su complicidad. Sin ellos no hubiera sido posible esta fiesta del libro y la cultura.