Su primera novela la publicó con 19 años, desde entonces ha seguido una evolución muy interesante, "en ese tiempo la vida de una persona cambia muchísimo, en esa época yo era un joven adulto, ahora soy más bien un adulto un poco joven", ironiza el autor ginebrino que ya es considerado un escritor reconocido pese a su juventud y que su última novela se va a publicar en muchísimos países gracias al buen hacer de su editor.
Pese a ser un escritor francófono, la novela está ubicada en el estado norteamericano de Maine, "la idea me surgió estando allí", reconoce. Uno de los problemas que le surgió al escribirla fue como abordar la cuestión del idioma, tras darle muchas vueltas decidió no incluir ninguna palabra en inglés, "se puede escribir una novela en francés pese a estar ubicada en el extranjero, otros autores lo han hecho y creo que el resultado es creíble", piensa el novelista suizo, que no sé siente capaz de escribir otro género que no sea la novela. "La poesía y el ensayo me gustan pero no me veo capacitado para escribirlos", confiesa humilde.
"He escrito la novela que a mí me apetecía escribir. Maine le ha dado el color necesario a los personajes y, por supuesto, a la acción, todo hubiese sido diferente si se hubiese localizado en Ginebra, por ejemplo", puntualiza. Primero localizó el lugar donde se debía desarrollar la novela, luego vino el personaje Marcus, alter ego del escritor, luego la trama la investigación que el protagonista hace sobre la muerte de Nola Kellergan y después la ubicación temporal, que se desarrolla en tres épocas diferentes que se van entrelazando.
El libro se metamorfosea dependiendo de quien lo lea
Para el escritor nacido en el cantón francés de Suiza, "los libros son más que fuertes que la propia vida. Los libros son lo que, para mí, da sentido a la vida porque creo que trascienden nuestras vidas", sugiere y según quien lo lea puede evocarle determinadas cosas. "El libro se metamorfosea dependiendo de quien lo lea", cree. De ahí que en su forma de escribir juegue con el lector, "pero también el lector puede jugar conmigo, estableciendo un intercambio de pareceres que en ningún caso es una manipulación", añade sonriendo.
El mensaje que Harry Quebert quiere manifestar en la obra es "encontrar un sentido de la vida para uno mismo", señala porque a su parecer en la vida tenemos numerosos mecanismos que nos hacen ir repensando nuestra propia vida y se pregunta "¿qué es lo que queda cuando ya no queda nada, cuando llega la muerte?¿qué es lo que da sentido para llegar hasta el final?".
En su opinión, la fuerza que tiene la historia que narra el libro es la capacidad de olvido que tiene el lector. "Entran en la historia porque quieres creer en ella. Cualquier forma de ficción tiene que tener el don de convencernos, de poder entrar en la historia y creérnosla. Si no nos convence salimos de la ficción. En mi libro he tratado que todo sea creíble y posible", apunta el novelista suizo. La novela realmente parece todo verídico y creíble.
Para dar con la forma de escribir la novela Joël Dicker tuvo que darla muchas vueltas. "Quería escribir una historia desde dentro. Por eso tarde bastante en dar con el tono de la narración y todo se resolvió cuando vi la necesidad que la narración la hiciese Markus y en primera persona", describe. Siempre tuvo en mente que la auto-ficción no funcionaría y que necesitaría elementos de veracidad.
La verdad sobre el caso Harry Quebert es su primera novela traducida al castellano, dentro de poco la editorial Alfaguara publicará su primera novela y la información que de él se ha escrito es en ocasiones errónea ya que está es su sexta novela, aunque cuatro no han sido aún publicadas, todo un logro para lo joven que es. "Ya he conseguido tener una disciplina para escribir y todos los días escribo al menos cuatro horas", nos informa en la entrevista que con él hemos mantenido en un céntrico hotel de la capital.
Entre sus influencias se encuentran tanto la literatura americana como la rusa, aunque reconoce que le gustan ciertos escritores franceses de la actualidad. "Mi estilo es una mezcla de la literatura estadounidense y la rusa. Su novela ha conseguido que una productora se interesase por una posible adaptación. "Yo no voy a participar en la mismo. Eso se lo dejo a los profesionales, además a mí me constaría dejar una novela de setecientas páginas en un guión de hora y media", reconoce.
Se muestra agradecido con su editor Bernard de Fallois que siempre confío en él y que ha sido el principal artífice de los contratos que ha hecho con diferentes editoriales extranjeras. "Hay que reconocer que soy un tío con suerte y ahora me tengo que demostrar a mí mismo que soy un buen escritor", especifica. "Todo se ha debido al azar y a la suerte".
Cuando empezó a escribir la novela no tenía ni idea quien iba a ser el asesino. No sabía hacia donde se iba a encaminar la novela. "Eso explica porque el libro es tan denso. Si lo hubiese sabido desde el principio, probablemente el libro tendría menos páginas, por eso al escribirlo tenía una cierta excitación y ganas de escribirlo. Como cuando se les cuenta un cuento a los niños y estos te dicen cuéntame un poco más", explica. La literatura continúa teniendo la excitación primigenia del cuento de toda la vida. Una vez que se empieza no se quiere que termine nunca.
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