Mientras asistía a clase de derecho en la Facultad, Francisco Rivas comenzó a escribir su primera novela publicada. Reconoce tener escrita otra que no cree que se deba publicar y otros muchos cuentos. Desde los nueve años ya le empezó la comezón de querer ser escritor, y su padre le corregía sus primeros pinitos concienzudamente. "Eran tal rollo las clases de derecho que me abstraía y escribía parte de la novela", comenta el jovencísimo escritor. Pese a esa falta de atención en las clases terminó los estudios con buenas calificaciones.
En julio del año pasado se celebró el octavo centenario de la victoria de la Batalla de Las Navas de Tolosa. Hay que reconocer que no se hicieron las celebraciones que un hecho de esa magnitud requería. Si hubiésemos estado en otro país, otro gallo hubiese cantado. El museo que en esa localidad se halla, nos llena de sonrojo por las múltiples tergiversaciones que la Junta de Andalucía hace en el mismo. Parece como si hubiera que pedir perdón por haber vencido. Es una lástima la miopía que ciertas instituciones tienen de las gestas que los españoles hicieron en el pasado.
Hay que recordar que un ejército de unos 70.000 cristianos, provenientes de todos los reinos de la península aunque las fuerzas mayoritarias eran de Castilla y Aragón, -también estuvo presente el rey Sancho de Navarra, cuyas escasas tropas fueron cruciales en el devenir de la batalla, y huestes de León y Portugal, aunque no estuvieran sus monarcas-, se enfrentó a más de 200.000 almohades provenientes de Andalucía en su mayoría, pero también de África y Turquía.
Asimismo, los francos también participaron, aunque la mayoría de las tropas llegadas a Toledo para sumarse a la cruzada decretada por el Papa Inocencio III se marcharon, porque no les consintieron hacer el pillaje al que ellos estaban acostumbrados allende los Pirineos.
La proeza de la batalla y su falta de reconocimiento en la actualidad le lleva a decir que "España no tiene héroes, sólo tiene mártires". Y no le falta razón, parece que los españoles se avergüenzan de sus héroes, menos en cuestiones futbolísticas, claro está. "Que un héroe como Blas de Lezo este prácticamente en el olvido dice poco de nosotros como pueblo", apunta.
La novela sobre Las Navas la tenía en la mente desde muy pequeño, pero la comenzó a escribir con 19 años en la facultad, como dije anteriormente. "La historia siempre me atraía y la batalla de Las Navas es una historia que merece la pena contar por su trascendencia y ha sido brutalmente menospreciada", afirma tajantemente el joven escritor, que no se arredra ante la injusticia cometida con los héroes de esa batalla.
Para contarla se ha valido de siete personajes muy dispares: cuatro cristianos y tres musulmanes. "Quería tener varios puntos de vista. Aunque para mí unos tuvieran razón y otros no, todos merecen comprensión, porque todos son muy parecidos y, al mismo tiempo, son muy diferentes, ya que discrepan en cosas esenciales como la encarnación. Los cristianos creen que todo pecado se puede perdonar", explica concienzudo.
El escoger a siete personajes es puramente simbólico, "el número siete es el número de la perfección", señala. Estos personajes van enriqueciendo el relato con sus experiencias, en muchos de ellos traumáticas, pero el denominador que tienen es la caballerosidad, "la guerra no tiene por qué llevar al salvajismo y al odio. El ideal de la época era la caballerosidad. Lo más alienígena es un hombre que no tiene principios", sentencia el autor de 1212: Las Navas.
Uno de los motivos por los que decidió escribir el libro se lo dio un profesor de la universidad cuando le explicó en clase que la reconquista nunca había existido, que era un invento franquista. Para dicho lumbreras, ocho siglos de existencia eran un invento. Que el reino visigótico de España, fuertemente influenciado por Roma, se desmembrase en pocos años fue debido al ataque furibundo de los musulmanes y que pilló a un pueblo demasiado culto a contrapié. Es verdad que ocho siglos de reconquista fueron demasiados y que no hubo un ideal común de reconquista, pero de ahí a una invención, va un abismo.
Después de la Reconquista, España tuvo un periodo de apogeo que coincidió con el inicio de la propaganda y la leyenda negra, por eso a Francisco Rivas le gusta lo que Salvador de Madariaga decía al respecto: "la verdad no es tan salvaje como te la pintan". De ahí que haya buscado siete protagonistas que den diferentes puntos de vistas sobre la campaña. "No quería hacer una novela maniquea, eso hubiese sido un insulto para las personas protagonistas y para quien lea el libro", puntualiza. Así quiso dar una idea de unidad dentro de la diversidad.
Muchas fueron las fuentes para documentarse, pero en especial utilizó el libro que sobre Las Navas de Tolosa escribieron Manuel Gabriel López Payer y María Dolores Rosado Llamas y algunos ensayos de Nicolás Sánchez Albornoz. De ahí pudo saber que la mortandad de la batalla fue brutal y que en aquella época no se empleaban grandes movimientos tácticos que sólo se desarrollarían en época bizantina.
Respecto a los personajes de la novela dice: "me siento identificado con casi todos ellos, pero al que más cariño tengo es al monje calatravo por lo que encarna, el hombre que se sabe que es grande pero que se humilla, que llega a la perfección por la humildad". Francisco Rivas tiene algo de calatravo. Cree que ser español es un accidente, que lo que realmente le identifica es ser católico, que es una elección y tiene muy en cuenta que no hay que juzgar a las personas, sino entenderlas. Su novela 1212: Las Navas ayuda a comprender a las personas por encima de las creencias.
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