Chencho Arias es la persona que más sabe de diplomacia en España
Gran parte de sus experiencias las está dejando por escrito, tanto en sus libros, -ya va por el tercero-, como en su blog, Crónicas de un diplomático jubilado. Los presidentes y la diplomacia es su último libro, que ha publicado la editorial Plaza & Janés en una cuidada edición que contiene unas fotografías impagables. Si el lector tiene curiosidad en ver al autor con corbata, podrá hacerlo junto a Adolfo Suárez. En aquella época alternaba la pajarita con la corbata, pero el clamor de sus amigos hizo que se decantase por la primera, aunque reconoce que como más a gusto se siente es sin ninguna de las dos.
Los presidentes y la diplomacia es "la descripción de cómo han actuado los cinco presidentes españoles en la política exterior; los temas que más les preocupaban que suelen ser 6 ó 7, en los que prácticamente coincidían. En el sistema español, son los presidentes de gobierno los que manejan la política exterior", relata el diplomático y añade "el libro contiene recuerdos personales míos, no es una autobiografía. He sido un testigo privilegiado de muchos acontecimientos importantes para España, pero nunca un protagonista". Y todo lo dice con una humildad que desarma, aunque sabemos que sí ha sido en ocasiones protagonista y que sus buenos quehaceres nos han evitado más de un problema en política exterior.
Inocencio F. Arias ha sido Secretario de Estado y Subsecretario con Felipe González, Embajador en la ONU con el gobierno de Aznar y portavoz de Exteriores, repetición insólita, con los gobierno de UCD, PSOE y PP. En la ONU fue Presidente del Comité Mundial contra el terrorismo. Además ha sido Director General del Real Madrid. Ha trabajado con todos los gobiernos salvo con el de Zapatero, de ahí el subtítulo del libro "Me acosté con Suárez y me levanté con Zapatero". Más le hubiese valido a Rodríguez Zapatero haberle tenido a su lado en diversas ocasiones para no meter la pata de manera tan clamorosa y patética.
Para el maestro de embajadores, el oficio ha variado ostensiblemente en las dos últimas centurias. Los progresos tecnológicos, el avión o el teléfono, por ejemplo; hacen que se haya perdido el halo glamoroso de las embajadas. En la actualidad, los gobernantes ya no necesitan tanto a los embajadores, porque pueden comunicarse entre ellos de manera inmediata. Al igual que no necesitan tanto a los ministros porque les suele gustar manejar los hilos de la política exterior, como estamos viendo en tantas reuniones. Sí, continúan haciendo una labor encomiable en cuanto a la recogida de información en un país. Los informes de los embajadores siguen siendo imprescindibles para saber la opinión de las gentes de los pueblos, sus tendencias y conocer la realidad de un país que, en ocasiones, la prensa y los medios de comunicación no reflejan.
Algunos no lo han tenido en cuenta y han colocado a amigos en puestos claves para escuchar lo que ellos querían oír, no es la norma general ya que los políticos que han ocupado puestos claves en nuestras embajadas lo han hecho relativamente bien como Francisco Vázquez en la Santa Sede o José Antonio Samaranch en Moscú o algún otro más. Pero según Inocencio F. Arias, no tienen que ser ni mejores ni peores los embajadores que no provienen de la escuela diplomática, es más, en ocasiones es casi mejor que sea un político.
A su modo de ver Rodríguez Zapatero era el que "menos oficio tenía de los cinco presidentes" que ha conocido y "el menos preparado". El no levantarse cuando pasaba la bandera americana fue un error pero quedó más o menos olvidado en aras a la convivencia con nuestro aliado americano. Pero después de eso, y una vez que ocupó la presidencia del gobierno tuvo tres errores graves. El último, fundamental, que hizo que George Bush nunca recibiese a Zapatero en visita oficial. Está claro que el ex presidente no escuchaba a sus asesores y no solo en política exterior, también en el tema económico, justo en lo que no entendía.
Los errores fueron: retirar a las tropas de Irak de una manera demasiado abrupta, aunque dio razones sólidas, como haberlo prometido en la campaña electoral. El segundo fue mentir diciendo que "las tropas españolas estaban en Irak en situación ilegal, lo cual era falso ya que la ONU votó que las tropas podían y debían estar allí", señala. Y el tercero y más importante es que en la reunión de la Alianza de Civilizaciones en Túnez, "alentó a otros países a que retirasen las tropas de Irak. ¿Por qué esas ganas de incordiar?", se pregunta Inocencia F. Arias.
Del resto de los presidentes tiene palabras más amables. De Adolfo Suárez reconoce que no estaba muy preocupado por la política exterior, "estaba ocupado con la transición, además era un terrible seductor y un seductor se maneja bien sólo en su idioma por lo que sólo se encontraba a gusto con representantes de países Iberoamericanos". De Leopoldo Calvo Sotelo, reconoce que "era el más culto de los presidentes, con un gran sentido del humor y que no se le ha concedido el merecimiento de su trabajo con la OTAN".
Para Inocencio F. Arias, Felipe González cometió el gran error del referéndum sobre la OTAN, "puso a la opinión pública en su contra. Menos mal que rectificó, como un gran hombre de estado que era. El problema que tuvo es que no tenía ninguna sintonía con su ministro Fernando Morán, una persona muy doctrinaria", explica. De José María Aznar piensa que se le ha atacado demasiado por algunas decisiones que tomó sobre la guerra de Irak y por alguna fotografía como la de las Azores. Él se encargo de la política exterior porque sus ministros no tenían una gran experiencia en esos temas.
Del actual ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo opina que "tiene los pies en el suelo, conoce muy bien la Comunidad Europea y parece un tipo realista, aunque tiene una tendencia a hacer titulares y algunos son algo infelices", opina el diplomático sin morderse la lengua, como tampoco lo hace en las numerosas tertulias a las que asiste.
Sobre los dos contenciosos más importantes que tenemos: Gibraltar y la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, tiene las ideas muy claras. "Con Gibraltar nada ha dado resultado. Moratinos y Zapatero se equivocaron sentando a los gibraltareños a la mesa de negociación en igualdad de condiciones que Gran Bretaña y España", afirma. Lo cual va en contra del tratado de Utrech. Pese a esos gestos no han cambiado de postura. La solución podría pasar porque el territorio se devuelva a España y la soberanía siga siendo británica, postura que lleva tiempo defendiendo. "El ganarse a los llanitos va a ser muy difícil", dice sobre la postura que mantienen los británicos para empezar a hablar.
Argentina y el problema de las nacionalizaciones de empresas, surgida a raíz de la ocurrida con Repsol-YPF, tiene un componente muy demagógico y poco elegante por parte de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchenr, "más cuando España acudió a la llamada de los presidentes Menem y Kirchner, el marido de esa señora, para que comprasen empresas en apuros", recuerda Inocencio F. Arias. El pago a esa ayuda ha sido la nacionalización de YPF después de desprestigiarla para que perdiese valor. Argentina, además, nunca ha cumplido con los preceptos del FMI y nunca ha pagado sus deudas financieras, deslizándose peligrosamente hacia un populismo radical de claros componente demagógicos.
Y después de una charla tan interesante no podría dejar de hacerle una pregunta trampa: ¿Le hubiese gustado ser ministro de Exteriores? No más que ser Raymond Chandler o Alfredo Di Estéfano, responde y estoy absolutamente seguro que no dice con sinceridad y sin falsa modestia. Pero su respuesta denota sus gustos: la novela negra y el fútbol. Un mundo en el que, mientras él fue director general del Real Madrid,no tenía formalidad y la hipocresía campaba a sus anchas, "creo que con Florentino Pérez algo ha cambiado y tiene palabra", dice.
De la novela negra y las películas que han surgido de esos grandes libros de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, le queda su gusto por el cine y su participación en varias producciones: once películas para cine y televisión. Disfrutó mucho con las que hizo con Manolo Summers, "un tío realmente inteligente y original", señala. A mí también me hubiera gustado ser una de esas dos personas que señala, pero ya es tarde tanto para mí como para él. Pero nos quedan sus libros y sus partidos. Ahora también nos quedan los libros de Inocencio F. Arias para que comprendamos mejor nuestra política exterior. En eso está empeñado.
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