Carlos Aurensanz trabaja en el campo de la salud pública, ya que es licenciado en Veterinaria por la Universidad de Zaragoza y dedica gran parte de su tiempo libre a la literatura. Sus dos obras sobre esta familia muladí nos dan a conocer la vida de los habitantes de la península ibérica, tanto musulmanes como cristianos, y las guerras entre ambos bandos y las luchas internas de unos y otros. El autor escribe de forma clara y precisa, sin dejar escapar ningún detalle del contexto histórico y de la acción. Se ha convertido en un escritor fundamental del siglo IX, ya que en la literatura española no se había tratado con tanta profundidad esta época, que para muchos es una gran desconocida.
¿Qué le llevó a escribir “La guerra de Al Ándalus? ¿Por qué escogió esta época para su novela?
Los sucesos que tuvieron lugar en la Península en el siglo IX, en plena dominación musulmana, son de un interés indudable y, aunque me había centrado en la primera novela en el gran caudillo muladí Musa ibn Musa, sus descendientes también tuvieron un papel fundamental en la Frontera Superior, en un momento muy convulso para Al Ándalus con unas posibilidades narrativas enormes. Yo mismo me había sentido atrapado por los relatos de las crónicas musulmanas sobre la época, y por ello albergaba el deseo de seguir contándolos en forma de novela. Pero fueron los propios lectores los que me trasladaron su deseo de saber más, y eso acabó por decidirme a mí y a la editorial para publicar esta segunda entrega.
¿Cuál fue la relevancia de los Banu Qasi durante el siglo IX?
Tuvieron una importancia fundamental por su doble papel político. Por un lado fueron los representantes del poder musulmán en la frontera superior de Al Ándalus, en el Ebro, defendiendo los intereses del emirato. Pero su relación familiar con los primeros reyes cristianos de Pamplona, con Iñigo Arista, les colocó en una situación de bisagra. El entendimiento entre ambos sitúa a los Banu Qasi en un papel fundamental en la génesis del Reino de Navarra.
¿Cómo logró Córdoba resistir teniendo tantos frentes abiertos?
Fue una época convulsa, con momentos de crisis absoluta en que el curso de la Historia se decidió en una jornada, en el campo de batalla. Cuando el emirato se encontraba al borde del abismo, una inesperada victoria cambió el curso de los acontecimientos, y la aparición de un personaje fundamental como el futuro califa Abd al Rahman III, consiguió recuperar el esplendor de la civilización andalusí.
¿Cuántos fueron los nobles que, al igual que los Banu Qasi, adoptaron el Islam para mantener sus territorios?
Los registros documentales son escasos, aunque conservamos algunos de los tratados de paz entre los invasores musulmanes y los nobles visigodos que hasta entonces ostentaban el poder político local, como es el caso del conde Teodomiro en Murcia. Sin embargo sólo un uso expendido de esa práctica puede explicar el avance de Musa y Tariq a través de la Península en tan sólo tres años. La conquista no se pudo llevar a cabo a sangre y fuego, sino que se debieron de alcanzar acuerdos de “clientela”, por los cuales se permitía a las aristocracias visigodas locales mantener su poder a cambio de convertirse al Islam, aportar su fuerza militar al emirato y pagar a Córdoba gran parte de los impuestos recaudados.Sólo los linajes de sangre árabe procedentes del norte de África y de Oriente Medio ostentaban el poder político en las más altas magistraturas de Al Ándalus. A la antigua aristocracia visigoda, aun convertida ya al Islam, le estaba reservado un papel secundario. Esto, unido al obligado pago de impuestos, muchas veces abusivos (aunque nunca tanto como en el caso de judíos y mozárabes) desembocó en un creciente descontento y en un estallido social que se produjo en el último cuarto del siglo IX, momento en que desarrolla la novela.
¿Por qué había tantos enfrentamientos entre muladíes y musulmanes procedentes de África y Asia?
Sólo los linajes de sangre árabe procedentes del norte de África y de Oriente Medio ostentaban el poder político en las más altas magistraturas de Al Ándalus. A la antigua aristocracia visigoda, aun convertida ya al Islam, le estaba reservado un papel secundario. Esto, unido al obligado pago de impuestos, muchas veces abusivos (aunque nunca tanto como en el caso de judíos y mozárabes) desembocó en un creciente descontento y en un estallido social que se produjo en el último cuarto del siglo IX, momento en que desarrolla la novela.
Fotografía: Blanca Aldanondo
¿Eran superiores los periodos de guerra a los de paz?
En realidad en aquella época nunca hubo un periodo de paz absoluta. Si los dos poderes fundamentales que se disputaban la primacía en la Península no estaban inmersos en pleno enfrentamiento bélico, estaban preparando sus armas para ese momento. Los focos de rebelión se sucedían, y las expediciones musulmanas hacia el norte en algunos momentos se llevaban a cabo sistemáticamente, primavera tras primavera. Sólo los territorios de frontera, entre ellos la tierra de los Banu Qasi, disfrutaban de periodos de relativa calma explicados únicamente por la imposibilidad de Córdoba para acudir a todos los frentes que tenía abiertos.
¿Qué opina acerca de la manera andalusí de hacer política?
No se puede valorar desde una perspectiva actual. La fuerza de las armas era entonces el único argumento, la vida humana no tenía valor alguno para los gobernantes, que utilizaban a los súbditos como simple fuerza militar, a su conveniencia. Las campañas militares sólo se interrumpían cuando una sequía o una prolongada hambruna privaban al emir de esos efectivos. Sin embargo, haciendo abstracción de las formas, en Al Ándalus hubo excelentes gobernantes que colocaron a Córdoba como la gran metrópoli de Occidente, con un esplendor sólo comparable al de Bagdad o Constantinopla. Se hacía gran Política, incluso en momentos muy críticos, aplicando en ocasiones la fórmula de dar poder a quienes cuestionaban la autoridad del emir, es decir, sabiendo hacer de la necesidad virtud.
¿Por qué cree que en esta época la religión era más importante que la familia?
La religión siempre se ha utilizado por los poderosos como banderín de enganche. En el caso de Al Ándalus, ni siquiera hablamos de “invasión árabe”, sino de “invasión musulmana”, porque no hubiera sido posible movilizar a los pueblos sin la apelación a la “yihad”, la guerra santa. La propia ley musulmana, la “sharia” es un código de conducta religioso, basado en el Corán, que regula todos los aspectos de la vida del creyente. Pero otro tanto ocurría en el bando cristiano, sin ninguna duda. En ambos casos la lucha se lleva a cabo contra “el infiel”, que siempre es “el otro”. Reyes cristianos y emires musulmanes sabían bien en qué lugar tenían que colocar a sus respectivas religiones, el instrumento para mover la voluntad de sus súbditos.
¿Cuántos libros ha tenido que leer para documentar esta novela?
La documentación ha sido exhaustiva, no sólo las obras de los historiadores contemporáneos especialistas en la época, sino las propias fuentes históricas, las crónicas musulmanas que describen, a veces de forma harto elocuente, los sucesos ocurridos hace mil doscientos años. Por otra parte ha sido fundamental la documentación “de detalle”, necesaria para conocer en profundidad todos los aspectos de la vida cotidiana en aquella época. Hablamos de miles de documentos, de los cuales solo un pequeño porcentaje figura en la ya de por sí extensa bibliografía de las dos novelas.
¿Por qué cree que su obra ha sido nominada a los premios Hislibris de novela histórica? ¿Qué tiene de especial?
Puedo hablar de lo que ha dicho la crítica, que ha destacado dos aspectos fundamentales: el rigor histórico de las dos novelas, algo que es cierto que me propuse cuidar al máximo desde el primer momento, y la novedad que supone ubicar la trama en un momento y un lugar poco explorado hasta el momento por la novela histórica española. Es cierto que se había escrito mucho sobre Córdoba, pero apenas nada sobre el Islam de frontera y sus relaciones con los reinos cristianos del norte.
¿Habrá una tercera parte de las aventuras de los Banu Qasi?
Está ya confirmado por parte de Ediciones B: la saga de los Banu Qasi acabará siendo una trilogía. La tercera parte ocupará el momento del declive de este clan muladí, pero este declive coincide con la aparición en escena de dos personajes fundamentales de nuestra historia: el rey Sancho Garcés I de Pamplona, que iniciará el avance cristiano hacia el sur, y el gran Abd al Rahman III, cuya labor le permitirá proclamar el califato cordobés e inaugurar la última época de esplendor del Islam en Al Ándalus.
Entrevistas
Crítica de "Los hijos de Casio"
Crítica de "La guerra de Al Andalus"
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