Aunque parezca extraña, la afirmación del investigador se ajusta a la realidad. Son numerosos los testimonios de diversos dirigentes políticos de izquierdas o intelectuales que se citan en el libro y que han mostrado admiración o, al menos, respeto, por el líder falangista. Buenaventura Durruti, Miguel Maura, Manuel Portela Valladares, Justino Azcárate, Salvador de Madariaga, Claudio Sánchez Albornoz o contemporáneos nuestros como Julio Anguita.
Mañana se cumple el fatídico aniversario que, aunque han pasado tres cuartas partes de siglo desde que ocurrió, todavía sigue dando que hablar por cómo sucedió. El libro muestra documentación inédita por primera vez y los lectores lo tendrán que leer para enterarse de unos pormenores escalofriantes y por si el general Franco y el ejército alemán hicieron todo lo posible por salvar al fundador de Falange Española.
El aniversario quizá haya sido determinante para publicar el libro, pero la vida de José Antonio, se merece un libro independiente desmitificador y lejano a las hagiografías a las que nos tenían acostumbrados los autores franquistas. Su vida es para el autor apasionante y, además, "la realidad supera a la ficción, su vida es fascinante, con independencia de su ideología política", explica el investigador, que reconoce pasar de puntillas por las cuestiones políticas.
Para José María Zavala lo más importante de sus libros es sumergirse en las personas tal y como fueron, "no quiero escribir novela histórica, me lo han propuesto muchas veces y he rehusado", explica el escritor. Su estilo de divulgación histórica está creando escuela y sus libros sobre los Borbones del siglo XX o su trilogía sobre la guerra civil española son obras imprescindibles para entender el siglo pasado. Obras rigurosas e independientes, incluso como él mismo dice, "políticamente incorrectas", que se muestran necesarias para la comprensión correcta de unos acontecimientos, para muchos aún recientes.
"Los historiadores cuentan una historia de buenos y malos, no hay ecuanimidad, interpretan los acontecimientos condicionados por su ideología", señala Zavala y va más allá cuando dice que "esa ideología es el gran cáncer de la historia. Es casi como una prevaricación histórica", afirma contundente el investigador y no le falta razón: a los historiadores que estudian el último siglo les sobra ideología y les falta objetividad y rigurosidad, precisamente lo que no le falta a Zavala, que con su estilo ágil, dinámico y ameno engancha al lector desde la primera página y le conduce por un tobogán de acontecimientos, siempre apoyado en una sólida documentación, alguna, francamente impresionante.
Este afán le ha llevado a adentrarse en la vida del fundador de la Falange. Una vida llena de debilidades, heroísmos, caídas y arrepentimientos; una vida de un hombre de carne y hueso, de una clara faceta humana con sus contradicciones y miserias, pero también con sus grandezas de hombre visionario y, seguramente, de persona adelantada a su tiempo. Para Zavala, "flaco favor se le ha hecho mitificándole, él era una persona radicalmente humana", plantea el periodista y escritor.
El libro trata de esa faceta humana y el autor tira de la oreja a aquellos medios que no han sabido valorarle en su justa medida y condición. "Hace años un periódico le incluía en la lista de homosexuales más famosos, lo que es radicalmente falso. Era un hombre muy guapo según todos los testimonios a los que hemos tenido acceso, pero aunque fue amigo de Federico García Lorca, con el que dice que cenaba todas las semanas, no fue homosexual, más bien al contrario, un conquistador", apunta el escritor.
Se le conocieron varios devaneos de faldas, algunos de juventud, otros ya en la madurez. Cristina de Arteaga fue su primer amor. A Cristina el camino de la vida la llevó a contraer los hábitos y en la actualidad tiene abierto un proceso de beatificación en la iglesia católica. Pilar Azlor de Aragón fue su gran amor. El padre de esta señorita de la nobleza acusaba al padre de José Antonio de la caída de la monarquía y eso le cerró las puertas a un posible matrimonio con Pilar, que se ajustaba a la perfección al canon de belleza de José Antonio: inteligente, rubia, ojos azules,... como podemos ver, José Antonio no era precisamente un mojigato en estas cuestiones, aunque siempre con un sentido extremo de la caballerosidad.
Se le conoce una cierta relación con la princesa Elizabeth Bibesco, casada con el príncipe rumano del mismo nombre y con una joven falangista de Ávila a la que en su correspondencia la denomina con la letra I, posiblemente Isabel, y con la que, aseguró, probablemente pasaría por la vicaría, desgraciadamente el fusilamiento en la cárcel de Alicante dio al traste con esos proyectos.
Pero, ¿cómo era realmente José Antonio Primo de Rivera? "Era un hombre religioso, con un sentido trascendente de la vida. Creía en el amor apasionado y tenía una gran vocación por la abogacía", este es el retrato que Zavala pinta en su libro. Una persona de profundas convicciones que entró en política para defender la memoria de su padre. "Era un líder nato, un gran orador y carismático, por ello despertaba muchas envidias y celopatías", añade el biógrafo.
La mayor polémica sobre la vida de José Antonio es si se hizo todo lo posible para salvarle la vida. Según diversas fuentes, el general Franco intentó de diversas maneras salvar al fundador de Falange. El canje, el soborno e incluso dos golpes de mano fueron las acciones emprendidas para salvarlo. Se intentó el canje por el hijo de Largo Caballero e, incluso, por las hijas del general Miaja, pero ambos intentos fracasaron. El soborno también se quiso utilizar y Queipo de Llano dio un millón de pesetas para que se llevase a cabo, pero fracasó, como lo hicieron las dos intentonas que reconocidos falangistas llevaron a cabo, en una de las cuales participó el conocido púgil Paulino Uzcudun.
También varios dirigentes republicanos abogaron por su liberación o más bien por conmutar una pena que fue dictada con muchas dudas jurídicas. Tanto el presidente de la República, Manuel Azaña, como el ministro socialista Indalecio Prieto, abogaron por salvar la vida de este patriota. Sin embargo, los anarquistas y Largo Caballero no perdonaron nunca a José Antonio y se mostraron tajantes en hacer cumplir una sentencia ilegítima, sabiendo además que, como persona aforada, tenía unos privilegios administrativos que él mismo se negó. Para Zavala hubo "una concatenación de hechos en los que parecía predestinado a morir en el patíbulo".
Por el contrario, tanto su amigo Rafael Garcerán, pasante de su despacho, como Federico von Knoblock, hijo del ex cónsul alemán en Alicante, creen que no se hizo todo lo necesario para salvarlo. No así la hermana de José Antonio, Pilar, que dijo en su momento que si no tuviesen la convicción sincera de que Franco no hizo todo lo posible, no hubiesen colaborado con el régimen. Aún así, la duda siempre ha estado presente y hay que reconocer que Franco tuvo suerte para limpiar el camino de posibles rivales en la dirección del levantamiento. Calvo Sotelo, Sanjurgo, Mola, José Antonio, fueron apartados del camino por diversas causas.
La tercera parte del libro relata los acontecimientos que llevaron a su fusilamiento. Es la parte más novedosa, debido a la documentación que ha conseguido y que es la primera vez que sale a la luz. Acontecimientos estremecedores, que dan cuenta de la catadura moral de Guillermo Toscano, verdugo de José Antonio; de Alfredo Crespo, director de la prisión, que mostraba a todo el que quisiese las dos fotografías tomadas del fusilamiento, fotografías espeluznantes y muy aclaratorias.
Por todo ello, La pasión de José Antonio se convierte en un libro imprescindible, un libro en el que se nota que el autor ha disfrutado escribiéndolo, un libro que va más allá de las biografías al uso y que contiene la descripción de imágenes desgarradoras que hasta ahora no nos habían contado. Zavala lo explica de la siguiente manera: "he escrito el libro lo más fielmente posible a las fuentes y algunos pasajes, como lo ocurrido en el patio de la cárcel en su fusilamiento, lo visualizo como si yo mismo hubiese estado allí".
Qué más se puede decir de un libro que está escrito con esa pasión y con esa fidelidad a los hechos. Para el autor, José Antonio estuvo por encima de sus contemporáneos y a su parecer, "hubiese dejado la política y se hubiese dedicado a la abogacía, su gran pasión y por supuesto, hubiera acabado acatando la autoridad de Franco". Si Franco hubiese sabido esto, quizá hubiera hecho más por salvar la vida de una persona tan excepcional que suscitó tantas simpatías como odios y envidias.
Entrevistas
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