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Entrevista a José Miguel Borja autor de “Como si nada hubiera sucedido”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Por Javier Velasco Oliaga

José Miguel Borja
es un distinguido descendiente de la familia Borgia. En la actualidad está preparando un libro sobre sus ancestros donde incluirá numerosas imágenes de esta familia que ha dado dos papas. En su última obra, publicada por la editorial INFOVA, Como si nada hubiera sucedido, trata un espinoso tema sobre un agregado militar británico que se vio involucrado en la muerte de un criado español en circunstancias “sexualmente extrañas”.


Con este acontecimiento monta una sólida historia que comienza en la Cuba de finales del XIX, antes de la independencia, y continúa en los años sesenta en España, de la mano de una familia, Salcedo, apellido inventado, pero que corresponde a una familia que existió de verdad. Con la obra fue finalista del premio Azorín, pero incomprensiblemente no la publicaron, máxime viendo cómo publican algunas obras ganadoras que no le llegan, a ésta, a la alguna de los talones. A Borja, estos inconvenientes no le desaniman y continúa haciendo lo que sabe hacer muy bien, que es escribir, narrar historias que atrapan desde la primera página y ser original como pocos. Sea realismo mágico lo que hace, sea literatura en estado puro, esta novela trata unos pasajes de nuestra historia que las editoriales no quieren que conozcamos. Nuestra historia en Cuba se merece un libro como éste y muchísimos más.

¿Qué le llevó a escribir Como si nada hubiera sucedido?

Era una historia maravillosa que, desde niño, oí contar en la casa de mis abuelos porque mi bisabuela, casada también con un marino, vivió en La Habana hasta poco antes de la Independencia de la isla y fue amiga del Capitán y de su mujer, una mulatica, de gran belleza, hija del penitenciario de la catedral.

¿Qué le ha llevado a poner este título a la obra?

Unos versos de mi buen amigo, el poeta Francisco Brines, que encierran la gran verdad de la vida.

... Llámale eternidad, o Dios, o infierno.

o no le llames nada.

Como si nada hubiera sucedido.

¿Qué hay de real y de ficticio en la historia?

Los personajes son reales. Gracias a los verdaderos nombres de las dos familias del Capitán que conoció mi bisabuela y que yo bautizo con el apellido Salcedo, he podido encontrar incluso sus fotografías de estudio tanto en Málaga como en La Habana. Pero también hay una buena dosis de imaginación porque la historia a secas, por real que sea, suele ser aburrida y necesita la magia de la fantasía.

¿Qué situación pudo provocar un escándalo diplomático entre España y el Reino Unido?

Fue una fiesta privada en la que abundaron el sexo, el alcohol y la coca, en los años 60, en casa de un alto funcionario del Ministerio de Cultura a la que asistió el agregado cultural inglés. En pleno apogeo, murió uno de los criados a manos del diplomático, en circunstancias “sexualmente” extrañas. Con el fin de evitar el escándalo, no se dio aviso a la policía y el accidente se solventó con dinero

¿Ha recibido influencias de algún autor?

Sí, de Álvaro Cunqueiro, en el que la fantasía y la imaginación, igual que a mí me ocurre, se nos desbordan con frecuencia dando vida y mejorando la realidad.

¿Qué ha sido de los personajes de la novela?

Dado que el apellido Salcedo es completamente ficticio, puedo decirle que los dos nietos del capitán Salcedo, tanto el procedente de la familia de La Habana como el de Málaga, viven en plena senectud, uno en Marsella y otro en Madrid.

¿Existe algún tipo de evidencia de la existencia de Leonardo Duranelli?

Duranelli es un extraño personaje que tan pronto aparece en La Habana como en Málaga. En tres fotografías de grupos en que se le nombra, su cara aparece velada: sólo en una fotografía de estudio aparece su rostro con nitidez.

¿Qué opina usted de esta misteriosa familia?

Que es una magnífica realidad que, como siempre, supera con creces la ficción. Casos de dobles familias los ha habido siempre, en la realidad, en películas, en novelas… Las dobles vidas son una constante.




Parte de esta novela también se desarrolla en Cuba. ¿Cuál es su relación con esta tierra?

Fui invitado a la Feria del Libro de La Habana en la primavera de 1999 y cedí mis derechos para la reimpresión de mi novela “Las naranjas de oro”. Me enamoré de Cuba y escribí “El rey del azúcar” en un paisaje colorista y sensual, en una sociedad brutal y unos personajes cargados de pasión que potencian toda clase de fantasías.

¿Qué ha supuesto para usted quedar finalista en el Premio Azorín?

Una alegría porque de los seis seleccionados, de entre más de 200 originales estaba el mío firmado con seudónimo y al jurado le había gustado la novela de un perfecto desconocido.

¿Por qué no ha publicado la obra con la editorial Planeta como lo ha hecho la novela ganadora?

A mí nadie me lo pidió. Llamé por teléfono preguntando si la iban a editar y me dijeron que no.

¿Qué le decidió a hacerlo con INFOVA Editores?

Mi agente literario, Susana Alfonso, fue la que trató el asunto con la editorial y he de reconocer que estoy encantado con el trato que he recibido de ellos.

¿Cómo definiría su estilo narrativo?

Realismo mágico mediterráneo. Como vengo del mundo del cine, tengo una sana deformación profesional y escribo como un guión, preocupado por los diálogos, el decorado, el vestuario, el ambiente… e incluso cuido mucho el montaje posterior que le dará el ritmo adecuado al relato. Quiero que el lector vea fácilmente las imágenes de lo que lee en el libro.

En la solapa del libro se dice que usted está inmunizado contra las patologías de derecha e izquierda. ¿A qué se refiere con esto?

Soy bastante ácrata. Voy por libre y aborrezco lo políticamente correcto y las etiquetas y no comprendo que, todavía hoy, se usen los adjetivos derecha e izquierda para descalificarse mutuamente. En todos los partidos hay personas justas, honradas y solidarias y otras completamente impresentables.

¿Está trabajando actualmente en otro proyecto?

¿Sólo uno? Varios. Mi deseo sería hacer películas, pero he de conformarme con escribir. Tengo prácticamente acabados dos libros, “Anuncios de boticas prodigiosas 1860-1920” y “El tocador de las señoras”. Estoy ultimando La Historia Iconográfica de Los Borgia-Borja (los papas Calixto III y Alejandro VI, sus hijos César y Lucrecia y su biznieto, san Francisco de Borja) con una recopilación de más de 700 imágenes sobre esta familia. Estoy volcado también en una nueva novela titulada “Juego de conciencias”.



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