La entrevista con Chufo Llorens no lo es propiamente, porque es tal su bonhomía que hace que sea una charla de amigos, una conversación calmada donde me va contando y desentrañando cómo ha conformado su libro. Antes de dedicarse a la escritura novelística, había escrito guiones para algunos de los más famosos cómicos españoles, tales como José Luis Moreno y Mari Carmen y sus muñecos, bueno, más bien escribió para los muñecos de ambos y, también, para Moncho Borrajo, del que fue socio en numerosos proyectos teatrales. Con sesenta años y cerca de la jubilación, aceptó el reto de su esposa que siempre le pinchaba diciendo: “¿no dices que eres escritor?, pues ahora que estás casi jubilado, demuéstralo”. Y vaya si lo ha demostrado. Estamos ante una gran obra y mi recomendación, es que deje de leer esta entrevista y sin perder tiempo vaya a leer el libro, me lo agradecerá.
Después de un éxito tan grande como el de “Te daré la tierra”, este nuevo libro ¿qué cree que va a suponer para usted?
Siempre es la angustia de algo que empieza y que depende de muchos factores, pero no creo en eso que dicen de que el éxito de un libro condicione el siguiente. Yo pienso que el libro está bien. A mí me gusta mucho, creo que interesará a los lectores, que se enamorarán de sus protagonistas. Odiarán a los malos y amarán a los buenos.
He notado que los personajes malos son muy malos y los buenos muy buenos. Los gemelos son como los bíblicos Caín y Abel.
Sí, y además el infausto testamento de Ramón Berenguer el Viejo condicionó mucho la novela. Se puede repartir un reino como lo han hecho mil condes y mil reyes entre los hijos, pero si repartes los condados, no a uno Gerona y al otro Barcelona, sino que repartes todo entre los dos en el tiempo y dices que mandará cada seis meses uno, el follón está organizado, seguro que hay jaleo. Ahí entran los caracteres. Uno es rencoroso, quiere mucho a Barcelona y la pone por delante de su interés particular. El otro hermano, no. Tiene la ambición de ser conde y acaba como acabó. El libro no acaba con ese hecho, pero como creo que el lector se ha interesado por el final, hay un corolario al final que narra cómo acabó la pugna de los dos hermanos.
¿Va a seguir escribiendo sobre estos temas, sobre la Barcelona del siglo XI?
Creo que he cerrado el capítulo de historia de este siglo XI. Siempre mantengo que ese siglo románico, con el gótico, con el XIX y el de la olimpiada son los siglos que marcaron Barcelona. Yo entro en una historia siempre que me apasione lo que encuentro de material y siempre que me guste donde me lleve esa historia.
Tarda tres años en escribir una novela. ¿Cómo se documenta para escribir?
En la contraportada del libro están los libros que yo he consultado. Uno de los motivos de seguir con el siglo XI ha sido que tenía tanto material excelente y escogido, que me daba mucha pena desperdiciarlo. Un siglo donde cuesta mucho bucear, porque no olvidemos que, cuanto más anterior es un siglo, menos documentación hay. Se hablaba entonces en un latín vulgar, nacían las lenguas romances: el castellano, el provenzal, el italiano… todo iba naciendo. Con el latín ibas por todo el Mediterráneo. Yo disfruto mucho documentándome, porque no busco la gran historia, porque ya la sabe todo el mundo. Yo busco la anécdota de la gran historia. Decía Dumas: “la historia es un clavo donde yo clavo mis personajes”. Yo he creado personajes de ficción y los he intercalado con los que existieron en la realidad. Con todos ellos he creado el aroma del tiempo y que pueda ser. Y es que la historia que narras se tiene que sostener en pie, que no se caiga. Por todo esto, yo me planteo un tiempo grande de estudio. No soy historiador, pero cuando termino un libro, de ese tramo cortito de la historia, sé mucho. Me encanta documentarme, ponerme a escarbar en la historia, encontrar algo que no ha sacado nadie, o escarbar en el carácter de la ambición, de la venganza, del odio, de la bonhomía de un personaje. Me encanta. Por eso tardo un año en documentarme y dos en escribir un libro.
¿Qué le falta por contar?
No lo sé bien. Cuando acabo un libro no sé de lo que va a ir el otro. Si no encuentro nada, igual me puedo tirar un año vegetando, mirando y viendo hasta que encuentro algo.
¿Qué tiene el siglo XI para que estén gustando tanto estas novelas?
Tiene una Barcelona de una pujanza tremenda que pretendía ser una Génova o una Venecia y tiene unos hechos puntuales que son totalmente anómalos. Una mujer mayor que ha tenido dos hijos con dos condes distintos. Es raptada por el conde de Barcelona, más joven que ella, tiene con él cuatro hijos, es decir, nueve hijos en total, en una época en la que las mujeres morían de parto en un 30% y los niños nacían y morían en un 35%. Eso ya es excepcional. Fue una mujer de una ambición ilimitada, que choca de frente con su suegra, que había planeado las dos bodas de su nieto, una con Elisabeth y la otra con Blanca de Ampurias y él rechaza a Blanca de Ampurias y se trae a esta condesa. La suegra se pone en contra y va a buscar la excomunión para que no puedan mandar en Barcelona. Después, uno de los hijos, al que quitan la herencia, se enfrenta con su madrastra al límite que todos conocemos y que verá el lector. Después de esto, nacen dos gemelos a quienes se reparte el reino y acaba la historia como acaban los gemelos. La historia en sí, sin ningún personaje de ficción, es de por sí una novela. Entonces, si todo esto lo trufas con personajes de ficción que has ido meditando, dando carácter, con los mercados de esclavos, con las costumbres de la ciudad, la nobleza, el clero, los ciudadanos, toda esta amalgama de una Barcelona pujante, con más de dos mil años de antigüedad, pues realmente crea un escenario histórico precioso en el que se mueven mis personajes de ficción.
¿Y qué queda de esa Barcelona en la actualidad?
Quedan unos restos antiguos preciosísimos. De la casa del protagonista queda un muro en el sótano de un bar de Barcelona. Es curioso pero el principal protagonista de la novela sí existió.
¿Qué personajes son reales y cuáles ficticios?
Martí Barbany es el alter ego de Ricard Guillén. Éste fue un personaje muy importante en plan de negocios en Cataluña. Lo ha estudiado el catedrático medievalista José Enrique Ruiz Doménech y que ese hombre llegó a tener una casa que llegaba desde la plaza San Miguel hasta el pino. Era como las casas de entonces, una casa, un huerto, un torreón, otra huerta, una acequia, era muy extensa. Ese hombre nunca vendió. Compró siempre. Decía que su fortuna tenía tres partes, una para vivir, otra para apoyar sus negocios y otra para buscar negocios nuevos. Ese hombre es muy interesante, él llega a representar a los condes de Barcelona en sus tratos con el Cid Campeador, hace la boda de la hija del Cid con Ramón Berenguer III y este hombre, cuando firmaba un documento, ponía Ricardos Barcelonensis (Ricardo de Barcelona) y todo el mundo sabía que era él.
¿Tuvo hijos? ¿El personaje de la hija es real?
Tuvo dos hijos y una hija. El personaje de la hija, su carácter lo he inventado.
"Mar de fuego" es independiente de “Te daré la Tierra”, se puede leer sin haber leído previamente éste.
Sí. Es independiente. Es una novela coral, con varios protagonistas y con mucha trama. Yo pienso que la gente se enamorará de Marta.
¿No cree que la gente la pueda rechazar porque sea un poco complicada?
Las novelas corales son así. También lo era “La colmena” de Camilo José Cela. En mi novela el malo es el común denominador y es muy malo, es un ser maligno dedicado a hacer el mal. Pertenecía a una corporación a una orden de asesinos, en la que eran profesionales del mal, de matar.
Él viene a Barcelona buscando venganza y poder.
Sí. Quiere aliarse con quien llegue a mandar, porque él lo que quiere es llegar al poder.
¿Por qué cree que interesa tanto la novela histórica en España?
No interesa tanto. Lo que has de conseguir es que el lector se crea lo que está funcionando en aquella ciudad o en aquel entorno. Meterlo en la trama, meterlo en la historia y que luego la historia no le defraude y que tenga un final coherente y atractivo. Si una novela, a las cincuenta páginas no te ha atrapado, adiós. Yo te confieso que no he pasado de las 100 páginas de “Ulises” de Joyce.
¿Cuál es su secreto?
¿Mi secreto? Yo soy un clásico: planteamiento, nudo y desenlace. El planteamiento ha de captar, ha de enganchar al lector. El nudo ha de intrigar y el final ha de ser coherente y sorpresivo. No sé si era Baroja el que decía que el principio de una novela lo escriben cien, la parte media cincuenta y el desenlace dos. Eso es una verdad muy grande.
Es una novela que atrae a todo el mundo, porque tiene de todo.
Es la vida misma. La vida no se compone de una sola cosa, se compone de muchas. Todo ello enclavado en el alto medievo, que era una época durísima.
La novela está escrita con un lenguaje preciso, como de la época.
Sí. Es un esfuerzo. Hay que darle el barniz de la antigüedad. Yo no escribo como entonces se hablaba, porque lo hacían en latín. Es un lenguaje culto y procuro darle el aroma de antiguo.
Escritores como usted o como Ildefonso Falcones, Jorge Molist, están escribiendo las mejores novelas en España. ¿Cree que hay una cierta cultura en Cataluña que hace que esto se produzca?
Hay una cultura de una ciudad muy antigua, con dos mil años. No olvidemos que la séptima legión mandaba allí y los raigambres de los condes de Barcelona y su pretensión era que descendían de los visigodos y los demás condes eran carolingios. Hay una cultura de una ciudad que nos acoge, que es muy antigua, y hay una real pasión por la historia antigua y a ese carro se sube mucha gente.
Para usted su libro es como un hijo. ¿Qué personaje es el que ha escrito con más cariño?
Quizá Marta, desde luego, y también Ahmed, que se ha abierto paso a codazos porque no estaba destinado a ser protagonista. El personaje de Marta es una niña, y los padres con las niñas… somos especiales.
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