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Paloma Bravo
Paloma Bravo (Foto: cortesía de la editorial)

Entrevista con Paloma Bravo, autora de “La novia de papá”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
"La novia de papá" es la primera novela que publica Paloma Bravo. Los protagonistas de esta obra forman una de las denominadas «nuevas familias», que están provocando importantes cambios en la legislación sobre la custodia de los hijos. El debate está abierto.
Paloma Bravo nació en Madrid. Estudió Derecho y Periodismo y siempre ha trabajado en la creación y gestión de contenidos editoriales y audiovisuales. Escribe desde la distancia, imprescindible para ver bien de cerca, con una mezcla casi adictiva de ironía y ternura. Tiene un koala y actualmente está buscando un perro.

¿Qué nos cuentas de tu novela?
Es una novela sobre la verdad de la vida cotidiana de una familia contemporánea. Líos, gritos, risas, parejas, ex parejas, suegras, canguros, trabajos, colegios… Una familia multiplicada por mil, porque es una familia reconstituida, lo que los políticos llaman ahora “una nueva familia” y, encima, con custodia compartida, un tema de gran actualidad. La novela habla de cómo se gestionan todos esos pequeños conflictos cotidianos, los celos, la conciliación, la compra… Y lo hace, o pretende hacerlo, desde el sentido del humor y desde la ternura. De una manera optimista y, sobre todo, muy realista. Porque no escatima nada.

¿Por qué lo has escrito?
Porque he estado ahí. Porque he vivido con dos niñas que me han hecho la vida imposible y maravillosa al mismo tiempo, y que son las hermanas de mi hija.

¿La realidad va por delante del diccionario y no hay nombres para estos nuevos vínculos?
Si la nueva pareja de tu padre o de tu madre tiene hijos que no tienen vínculo de sangre contigo y, sin embargo, vivís juntos, ¿qué sois? No son hermanos, no son amigos. ¿Son compañeros de piso? Pues tampoco, ¿no? ¿Qué es la ex novia de tu padre, si has vivido un tiempo con ella y la quieres mantener en tu vida? ¿Tu ex madrastra? Madrastra ya es bastante negativo…

Lo que no se nombra no existe. Las nuevas relaciones existen… ¿Cómo se resuelve la contradicción?
Siendo positivos. Esta carencia del diccionario tiene la enorme ventaja de que te permite construir la relación a tu manera, sin el condicionante de un calificativo que puede estar demasiado cargado de significados, como “madrastra”. Si no tengo un “cargo oficial” en la vida de las hijas de mi pareja, si no lo predefinimos, podemos construir la relación de un modo más libre. Lo que pasa es que también al no llamarlo, lo niegas. No hay ningún papel en el que conste, como las amantes de antes, o las parejas no casadas. Y eso afecta también a tus derechos. ¿Tiene derechos de visita una ex madrastra? No los tiene porque, para empezar, no existe esa categoría.

Hablando de derechos… A Sol, la protagonista, ¿le gusta la custodia compartida o se aguanta?
A Sol y a mí, ya de paso, nos parece que todo depende, que según y cómo. La custodia compartida tiene que ser buena para los niños y, en la medida de lo posible, deseada y acordada por los padres. Si no se dan esas dos condiciones, es muy difícil que funcione. Obligar a la “custodia compartida” es tan absurdo como imponer la custodia materna. Los jueces no deben aplicar las leyes desde un texto infalible, ni desde convicciones maniqueas; las vidas de las personas están llenas de matices. Hay que intentar adaptarse y, probablemente, dar formación a los que tienen que regular la vida de las nuevas familias para que sepan entender, para que sepan no juzgar a las personas ni mucho menos prejuzgar. Los jueces dictan sentencias sobre casos, pero nunca pueden juzgar a dos personas que han decidido separarse. Lo primero es el niño, lo segundo, el acuerdo entre adultos responsables y bien intencionados. Y deberían ir juntos.

Y si te pilla de repente, ¿cómo te adaptas?
Los que de verdad se adaptan mejor son los que más dan. Cuando tú te vas a vivir con una persona que tiene hijos, lo que no puedes hacer es ignorarlos, no puedes pensar que estás en una relación de pareja y hacer como si no existieran los niños, contando los días hasta que se van con la ex como si vivir con ellos fuera una condena. Estás en una relación de pareja y en una relación con los hijos y la familia de tu pareja, y si no te integras, eres un extraño en tu casa y en tu vida. La mejor manera de adaptarse es arriesgarse a dar.

¿Y si te arriesgas y pierdes?
Pues va a sonar casi budista, pero yo creo que si das no puedes perder, que todo se te devuelve. Yo me he separado del padre de mi hija y, por tanto, del padre de las hermanas de mi hija, y he dejado una pareja pero no las he perdido a ellas. Hablamos, nos vemos, nos reímos… La vida no es un cuento de hadas con final feliz, es una historia mucho más bonita y mucho más rica.

Y el trabajo, ¿qué tal se llevan las nuevas familias con la conciliación?
Fatal. Fatal porque tienes una negociación que es mucho peor entendida. Si tú no eres madre, ¿cómo demonios explicas que ha habido un problema y que tienes que acompañar a un niño al médico? Es muchísimo más difícil de entender. Y más fácil que te contesten que no, que lo lleve su padre. O su madre. O su tía. Y, encima, tú tampoco lo has acabado de asumir: ¿por qué me toca a mí? Pero, vamos, la conciliación va a ser uno de los grandes retos del siglo XXI y ya lo llevamos retrasado.

Al final, ¿qué es lo único que importa de todo esto? ¿Querer a otro, a otros?
Sí, lo que importa es que si quieres a alguien y, lo quieres con su contexto, haces lo posible por querer a ese contexto. Y es difícil no solo para el que llega, sino para el que está y es el nexo de unión entre una nueva pareja y sus hijos, y a veces le toca hacer de árbitro, y poner su felicidad encima de la mesa y gritar, “¡eh! ¡Que yo os quiero a todos! ¡No me hagáis elegir!”



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