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Christopher Moore presenta su nueva novela “La sanguijuela de mi niña”

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Christopher Moore nació el año 1957 en Toledo, Ohio. Empezó a escribir a los seis años y se convirtió en el niño prodigio más viejo del mundo cuando, a los treinta y tantos, publicó su primera novela, Practical Demonkeeping. Es autor de once novelas, incluidos los bestsellers internacionales El ángel más tonto del mundo, ¡Chúpate esa! y Un trabajo muy sucio. Ha trabajado en múltiples oficios y esas experiencias le han servido para crear a los personajes de sus libros, que suelen ser personas normales que se ven envueltas en circunstancias sobrenaturales o extraordinarias.

Portada: La Sanguijuela de mi niña


La sanguijuela de mi niña
es el hilarante relato de cómo Thomas trata de vivir con la mujer a la que ama... aunque ella este muerta.

Lo primero, ¿tienes alguna objeción al término «escritura cojonuda»? ¿Tienes una frase o un término para describir tu escritura?

Me siento halagado de que se aplique el término «escritura cojonuda», especialmente en referencia a La sanguijuela de mi niña. Fue genial escribir ese libro, y gran parte de lo que hice fue lo que tendría que denominar «escritura reactiva». Estaba reaccionando a la mayoría de lo que veía en otros escritores contemporáneos de ficción vampírica, que es algo deprimente, oscuro, y con una obsesiva atención a los detalles que no me parecía particularmente importante, ni tampoco que ayudase a avanzar al argumento. Llamemos a eso un tipo particular de ficción vampírica, «neo-gótica» o algo así. Quería escribir una historia de vampiros con ritmo y que dijese algo.

¿Escribes solo cuando te da el punto, o te sientas y te obligas a hacerlo?

La verdad es que no puedes escribir cuando te apetece. Puede que eso te valga para las historias cortas, los poemas o las canciones, pero no puedes esperar a que te llegue la inspiración para escribir una novela. Tienes que tener algún tipo de horario o disciplina. Cuando trabajo en un libro intento hacerlo al menos durante tres o cuatro horas al día. No siempre funciona, pero ese es mi objetivo. Normalmente trabajo por la mañana porque soy menos idiota, pero suelo cambiar mi horario para evitar ruidos y distracciones.

¿Y el proceso? ¿Escribes en alguna secuencia concreta, como el principio y el final y luego rellenar, o empezar con una idea y ver a dónde te lleva?

Empiezo con una idea y pienso en ella durante mucho tiempo antes de empezar con el manuscrito. Me gusta tener seis meses para pensar sobre ello e investigar. Cuando escribo lo hago de principio a fin.

¿De dónde sacas las ideas para tus vampiros? Quiero decir, las limitaciones físicas y la habilidad de sentir cuánto tiempo de vida le queda a una persona por el calor que emite, cosas así.

No me propuse cambiar el género ni explicar cosas. Justo antes de empezar La sanguijuela, salieron un montón de libros de vampiros que exploraban a fondo la ciencia del vampirismo, jugueteando con ideas como el sida y otras enfermedades que se transmiten a través de la sangre. No quería meterme en esas cosas. Creo que muchos autores han escrito cosas buenas, y también creo que Anne Rice ha hecho un trabajo genial creando la historia de la raza vampírica en Lestat, el vampiro, así que me centré en aquello con lo que creí que sería interesante jugar. Y esas cosas eran los sentidos intensificados y la naturaleza predadora. Los predadores naturales tienden a alimentarse de los débiles y los enfermos, así que les di a mis vampiros la habilidad de detectar a los enfermos. La visión «térmica» no es nada nuevo, pero me gustaba la idea de usarlo para mi argumento y de describirlo con palabras. Lo único con lo que jugué aparte de eso, creo, es con que mis vampiros salen exactamente al anochecer y se van exactamente al amanecer. Eso parecía darle una nueva perspectiva a tener un reloj preciso y un almanaque. Estos, rara vez aparecen en las historias de vampiros.

Tu escritura es extraordinariamente divertida. ¿Cómo de importante crees que es el humor para que una historia sea buena? ¿Tiene algún propósito específico, o es solo un extra?

Para mí, es la base de todo lo que hago, pero eso es solo para mí. Construyo situaciones cómicas. Por otro lado, creo que podrías quitar el humor de casi todos mis libros y aun así, seguirían contando una buena historia, así que supongo que la historia es lo importante. El problema con escribir humores es que tienen que hacer gracia. Si fallas varias veces, el lector te dará la espalda. (Mirad a cualquier cómico que no logre hacer reír a su público unas cuantas veces, si no me creéis.) Así que supongo que el humor es un extra, y que requiero algunos instintos que no son estrictamente necesarios para contar una buena historia.

La ironía solía ser una parte importante de la literatura, tanto que las historias que contenían ironía casi tenían un género aparte. ¿Qué lugar crees que ocupa la ironía en la ficción moderna?

La ficción moderna es ironía. (Lo siento, los autores siempre decimos chorradas como esas.) Aproximadamente cada uno o dos años alguien afirma que la ironía ha muerto. En consecuencia, la mejor narrativa en los libros y las películas de los doce meses consecutivos estarán llenas de ironía. Uno de mis libros, Coyote Blue, comenzaba originalmente con un ensayo sobre cómo la ironía es la fuerza más poderosa del universo. Era algo así: El universo entero está constantemente tratando de encontrar el equilibrio, y aun así, está condenado a estar siempre desequilibrado, por lo tanto, la ironía es la fuerza más poderosa del universo. (Vale, era un poco más elocuente, pero ya me entendéis.) Básicamente, para el escritor y el lector, la mejor razón para la ironía es que hace que ambos se sientan inteligentes. A veces, la ironía es la única manera de desarrollar ciertas imágenes de la experiencia humana. (Esa es otra de esas chorradas de escritor.)


¿Quién es tu vampiro favorito? ¿Es una pregunta un tanto espeluznante?

Jody, de La sanguijuela de mi niña, es mi vampiresa favorita. La escribí para eso. Justo detrás, iría el personaje de Lance Henrikson (Jesse) en la película Near Dark. Y tendría que decir que Drácula, también. Leí el libro cuando tenía quince años y tuve que dormir con la luz encendida durante una semana. Me puso los pelos de punta. Y sí, es una pregunta espeluznante, pero de una forma positiva.


¿Qué tipo de literatura de gustaba leer de niño?

Mis favoritos eran Julio Verne, de los diez a los doce años, y el James Bond de Ian Fleming en el instituto. Los libros de Verne eran tan grandes y gordos que recuerdo haber tenido que renovar el préstamo en la biblioteca de la escuela unas doce veces con cada uno para terminarlos, pero era una tortura exquisita.

Christopher Moore

Has mencionado que John Steinbeck influencia tu estilo narrativo, pero ¿tienes o has tenido otros mentores aparte de él?

¿Influencias? Bueno, hay muchos otros escritores humorísticos que probaron que se puede escribir ficción cómica: así que se me ocurran ahora mismo, Vonnegut, Tom Robbins y Douglas Adams. Cuando era pequeño leía mucho Mad Magazine. Creo que aprendí lo que era la sátira de ellos.

Eres un narrador maravilloso. ¿Cómo desarrollaste tus habilidades narrativas?

Creo que aprendí por ósmosis, quiero decir, de leer muchísimo y ver un montón de películas. Cuando comencé mi primer libro ya tenía una idea de qué hacía falta para crear una buena historia. De hecho, ya en el instituto, lo que escribía siempre tenía un principio, un nudo y un desenlace. Supongo que aprendí la estructura básica de leer mucho material de algunos escritores de relato corto magistrales, como Edgar Allan Poe, Ray Bradbury, Saki, Harlan Ellison, Richard Matheson, Robert Bloch, Shirley Jackson... sí, básicamente temas terroríficos. Los escritores de relatos breves, creo, especialmente los de historias de terror, tienen un sentido genial del ritmo, el suspense y la venganza.

Si tuvieses que irte a una isla desierta y solo pudieses llevarte tres libros, ¿cuáles escogerías, y por qué?

Una pregunta muy difícil. Probablemente me llevaría cosas que me haya costado mucho acabar sin la motivación de estar en una isla desierta. Moby Dick, En busca del tiempo perdido y la Ilíada.

Los protagonistas de casi todas tus novelas son criaturas mitológicas de varias culturas. ¿Investigas muy a fondo esa área o tienes otras inspiraciones?

Investigo mucho el contexto mítico de mis libros, pero a veces simplemente veo algo que creo que estaría genial meter en una de mis historias. Normalmente voy al lugar sobre el que voy a escribir durante unas semanas y paseo, observo a la gente etcétera, pero por lo general dedico seis meses de investigación a cada libro, la mayor parte dedicándome a documentación académica.

Tus personajes parecen todos auténticamente humanos, solo que más agudos. ¿Qué hay de ti y de la gente que conoces en sus personalidades?

Hay mucho de mí en mis personajes. Creo que eso es por lo que hay tantísimo listillo en mis libros. Baso algunos de mis personajes en gente que conozco, y siempre se enfadan un poco. La gente, incluso la gente idiota, es muy compleja. Si intentas hacer un personaje tan complejo como una persona real, todo el libro tratará sobre eso. Lo llaman ficción literaria. Hay pocas cosas explosivas en la ficción literaria, así que no la escribáis.

¿Cuál ha sido tu personaje favorito a la hora de escribirlo?

Hmmm. Me encantó escribir sobre el personaje de Jody en La sanguijuela de mi niña. Es una chica común convertida en vampiro, y es muy divertida. Una de las razones por las que ha sido tan divertido escribir sobre ella es que se trata de una mujer que de pronto tiene superpoderes. Me encantan las historias donde las chicas son las jefas.

Normalmente viajas para investigar el lugar donde situarás la acción en tus libros. Se rumorea que fuiste a Jerusalén para investigar para una de tus novelas. ¿Es cierto?, y ¿puedes explicar qué estabas investigando? (Localización, violencia, conflictos religiosos...)

Sí, estuve un par de semanas en Israel. Estaba investigando sobre la historia y la topografía. Necesitaba ver cómo era el terreno. El libro que estaba escribiendo era una comedia histórica situada en el Israel del siglo primero. Normalmente, cuando hago investigación de campo me interesa cómo habla la gente y cómo se relacionan los unos con los otros, pero dado que la gente sobre la que escribo lleva muerta más de dos mil años, me interesaba más el aspecto de la zona.

En una de tus novelas aparecían una psicóloga y algunos de sus clientes. ¿Has hecho terapia alguna vez?

No. Hubo un periodo de mi vida en el que debería haberlo hecho. Ahora estoy seguro de que tenía depresión clínica y me hubiese venido bien la ayuda, pero no tenía dinero, así que tuve que apañármelas, dejar que mi vida se fuese al traste, y en el periodo de reconstrucción, de algún modo la depresión desapareció.

Desde que te dedicas profesionalmente a la escritura, ¿cómo han cambiado tus hábitos y objetivos?

De hecho, mis objetivos son los mismos: la dominación total del mundo. He ajustado mis hábitos de escritura para conseguir ese objetivo, lo cual solo me deja entre seis y diez horas de televisión al día y menos de diez horas de videojuegos. Llevo una dieta baja en grasas y tengo una enorme red en las principales ciudades mundiales con operativos que se sientan en autobuses leyendo mis libros y riéndose histéricamente.

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