Pese a que Giesbert ha querido reflejar el sentido del humor en sus páginas, el inicio de la trama ambientado durante el genocidio armenio de 1915 refleja un tono muchísimo más grave que el resto del libro, fundamentalmente por el hecho de que los turcos continúan aún negando este genocidio. Por otro lado, el Holocausto sí que se trata con más humor, pero el autor no entra en ciertos tabúes: no habla de campos de concentración, es algo que trata de forma vaga y difuminada para evitar entrar en detalles más escabrosos.
Dejando a un lado la ambientación, el autor nos ha hablado de Rose, la protagonista de La cocinera de Himmler. “Es una mujer que se caracteriza por sus grandes ganas de vivir y seguir adelante sea cual sea la adversidad que le salga al paso”, explica el autor francés. La idea de crear un personaje de estas características le vino en un restaurante, cuando coincidió con Elie Wiesel y otros antiguos deportados de Auschwitz. Wiesel, pese a las desgracias que vivió en el campo de concentración, entre las que se incluye que vio morir a su propio padre en su barracón, se caracteriza por sus ganas incombustibles de vivir y su gran sentido del humor.
Rose es un personaje que, aunque sea ficticio, es una mezcla de muchas personas. A su vez, para Giesbert, es “una heroína” porque en su opinión “todos los supervivientes son héroes, auténticas fuerzas de la naturaleza enamoradas de la vida”, como lo es el propio autor después de superar el cáncer. En el caso de Rose, el acontecimiento que le marcó fue la desaparición de sus hijos durante una de las masivas detenciones de judíos, el cual fue la razón de que se vaya a quedar mucho tiempo con Himmler trabajando como su cocinera.
Muchas personas han comentado al autor que ven a Rose como una caricatura. Según el autor, se podría decir que “Rose es la caricatura del siglo XX”, periodo histórico en el que según Giesbert se ha concentrado lo peor que podemos encontrar en un siglo – Hitler, Stalin y Mao (los cuales exterminaron a alrededor de 70 millones de personas). Por eso, el novelista francés está contento de no haber vivido en la época en la que transcurre la novela y nos considera como una generación privilegiada ya que nuestros problemas son de una naturaleza distinta.
En cuanto a Himmler, hay que destacar que la visión de él que se da en la novela no es una visión suavizada, sino que al Reichsführer se le podría calificar como un hombre blando. Si lo comparamos con otros altos dirigentes de la cúpula nazi, podríamos decir que es un hombre normal, lo que hace que sea un personaje más intrigante y dé más miedo que otros nazis.
Por otro lado, hay que destacar que la apología en la venganza es uno de los temas escabrosos que se incluye en la novela. La idea de la venganza es una idea que le gusta a Giesbert, aunque piense que en algunas ocasiones lo mejor es perdonar (siempre que el crimen haya sido banal). Pero pese a que el autor esté en contra de la pena de muerte, sí que está a favor de la máxima pena en el caso de los crímenes más graves. A nosotros nos ha declarado que está a favor de los juicios de Nüremberg pese a las ejecuciones (más que merecidas, todo hay que decirlo) llevadas a cabo. La venganza es característica de Rose, junto con la risa y el humor, lo que le ayuda a enfrentarse al sufrimiento y a la muerte como vía de escape a sus problemas.
En definitiva, La cocinera de Himmler es una novela histórica en la que la venganza y el humor son componentes clave para dar una visión global de los momentos más negros del siglo XXI.
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