Desde su infancia, Claire y Sally logran forjar una amistad que les llevará, con el paso del tiempo, a un viaje de transformación donde las pasiones serán su único destino. Claire se convertirá en la primera cantante blanca de blues, para ello, transitará por un largo y arduo camino.
La retrospección es el plato fuerte en un texto donde el hilo conductor es un gastado álbum de recuerdos en el que Claire, nuestra protagonista, con sus arrugadas manos, pasa sus páginas a la vez que evoca momentos de su vida junto a las personas que quiere. Es ahí, donde la autora entrelaza escenas del pasado con el presente, sumergiéndose suavemente en cada acontecimiento, en realidad, podría decirse, que consigue que percibamos la cálida mirada de Claire mientras nos relata su apasionante y azarosa existencia.
Los personajes son un valor añadido a la obra, puesto que están perfilados con mucha sensibilidad y detalle a la hora de tratar sus biografías: Aretha, Sarah, Peter, Sam, Claire y Sally entre otros, nos mostrarán sus experiencias, sus miedos, sus alegrías y sus tristezas; tanto es así, que nos quedaremos con ganas de saber más.
Mireia Corachán describe escenarios, contexto histórico y espacios con imaginación, conocimiento y creatividad, de manera que La reina blanca del blues destila historia, musicalidad, empatía, amor, sacrificio, éxito y lealtad, sin olvidar que el verdadero leit-motiv de la novela es el valor de la amistad que perdura en el tiempo y se instala en el corazón.
"La reina blanca del blues" es una novela intimista que incluye entre sus páginas escenas de realismo mágico, ritos ancestrales, dramas, secretos familiares, homenajes al mundo del jazz y repasos vitales sanadores que serán difícil de olvidar.
Como no olvidaremos a esas niñas del sur de Virginia, una blanca y otra negra, que a pesar de las circunstancias, nunca dejaron de soñar…
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