- Tía, ¡cómo me gusta encontrarme con las viejas glorias!
- Y que lo digas, Puri. El que tuvo retuvo y son especímenes incombustibles que debieran estudiarse en las universidades. ¡Ahí lo dejo!
- A eso voy, pequeño saltamontes. Si no que se lo digan al comensal de la mesa de al lado que no perdía ripio de la conversación que mantuvimos la pasada semana en la comidita que nos marcamos de vez en cuando con el más antológico que conozco. ¡Caballo Loco! Tuvo que pedir dos copas después de la comida para poder permanecer atento a nuestra conversación sin parecer un espía que vino del frío. ¡Menudas carcajadas soltaba el abuelo, con disimulo y la cabeza gacha! Pero, una, que es muy astuta, se dio cuenta rápido.
- Sin contar al camarero, que anotaba las enseñanzas gratis como si fuera la comanda. ¡Seguro que le gustaron más que la escasa propina que le dejamos, que no están los tiempos para despilfarros! Ay, Puri. Echo de menos aquellas frases célebres en la oficina que dejaban patidifusos a los que venían de provincias a beber de la teta madre: ¡Pero, vístete, criatura!, por ejemplo.
- Si hoy lo escuchara la Montero, denuncia segura, pero aquellos eran otros tiempos y te podías reír con, no de, que es la diferencia. Era divertido hasta cuando se enfadaba -casi nunca-, con ese acento egabrense que no lo ha abandonado.
- Pues a mí me parece que la edad y la jubilación no le han dado la tranquilidad que se atribuye a los que pasan los días viendo obras… Claro, que no me imagino al tío observando las del soterramiento de la A5, porque se pondría a hablar con el ingeniero y durarían un año más…
- ¡Cien por cien, Vani! ¡Un crack que no para! Pero lo que más me gusta de él, es que no ha decaído ni un ápice su amor por las mujeres desde que tocó las tetas a una argentina y creyó que se había dejado la percha colgando… ¡pero la ídem estaba dentro de la piel para tenerlas inhiestas y evitar la ptosis -caída de los pechos-. Pava de mí que pensé que había descubierto los sujetadores con aros, pero ¡la piba estaba desnuda!
- ¿Serían implantes subglandulares - colocados detrás del tejido glandular de la mama-, o llevaría una colocación submuscular, es decir, detrás de la pared muscular del pecho…?
- No te las des de entendida, tía, que tu padre nunca pidió un credilolas para arreglarte las tuyas y ya ves dónde te llegan ahora…
- Sin insultar, Puri, que esto de subírselas ya tiene una edad. La hipoplasia mamaria (volumen pequeño de las mamas) comenzó a tratarse a finales del siglo XIX mediante la primera mamoplastia de aumento documentada por la literatura médica, y si no que se lo digan al cirujano Vicenz Czerny, que en 1895 realizó el primer aumento de senos utilizando tejido adiposo autólogo de la paciente, extraído de un lipoma lumbar benigno. En 1961, los cirujanos plásticos estadounidenses Thomas Cronin y Frank Gerow, y la Dow Corning Corporation, desarrollaron la primera prótesis mamaria de silicona, rellena de gel de silicona. En 1962 se realizó la primera mamoplastia de aumento con el implante Cronin-Gerow a Timmie Jean Lindsey.
- Pero, tía, ¿no quedamos en que era argentina?
- ¿Y a mí que me cuentas? Tampoco sé si era la misma ni si el contacto tuvo lugar en Nueva York o en Híspalis… aunque si el tacto era duro, no caigo ni encuentro explicación.
- ¡Lo que hemos perdido con las moderneces y cirugías astronómicas! Ahí tienes al Sebas, que al pobre siempre le han entrado feas tipo Venus de Willendorff, léase matronas de enorme busto natural, caderas de grandes dimensiones, vientre muy abultado y unas piernas cortas. ¡Menos mal que a la vejez le ha cambiado el gusto!
- Es que no tuvo un referente como nosotras, que aprendimos más trilerismo ilustrado que la Landi en la B.I.C.
- ¡Y qué lo digas! Cuando no tienes un espejo donde mirarte ni un maestro como el nuestro te encuentras desnortado. Ahora las áreas de Recursos Humanos sólo buscan eficiencia y productividad, aprovechando la tecnología y la digitalización; se pasan el día revisando las competencias y capacidades de los sujetos y buscando talentos escondidos en los jóvenes superpreparados y ambiciosos que se buscan la vida para ser más ricos que sus pobres padres de los que viven.
- ¿Quién se puede reír ahora en la oficina cuando, muchas veces por cuota, te ponen de jefa a una tía con bigote que tiene que ser más dura que el mamón que estaba antes? ¡Tienes que actuar como un hombre para que te respeten! ¡Y una mierda!, actúa como una mujer y te respetarán aún más. ¡Ay, pequeño saltamontes! ¡Cómo han cambiado los tiempos!
- ¡En la Universidad, tía! Este fenómeno de maestro y guía se tiene que estudiar en la Universidad para que los jóvenes aprendan relaciones no duraderas pero intensas; como manejarse en la vida social, querer a muchas y llevarse bien con todas…
- ¿Pero no dijiste que una le tiró los trajes y el equipo de música por la ventada en un ataque no contenido de ira?
- Tía, un mal día lo tiene cualquiera y eso fue un accidente tan solo en su amplia trayectoria…
- Visto así, ¡Cien por cien, tía! ¡Cien por cien y que no decaiga!