Con un enfoque crítico, Mann presenta un nuevo y riguroso trabajo de documentación que narra de manera apasionante cómo los asentamientos europeos en la América precolombina moldearon el mundo. En este estudio, el periodista desentraña las raíces de las intensas disputas geopolíticas actuales, abarcando temas como la inmigración, la política comercial y las guerras culturales. Además, ofrece a los lectores una interpretación científica reveladora de nuestra historia.
Más de 200 millones de años atrás, los continentes fueron separados por fuerzas geológicas. Aisladas entre sí, las dos mitades del planeta dieron lugar a conjuntos de flora y fauna notablemente distintos. La llegada de Cristóbal Colón a América marcó el fin de esa separación de manera abrupta. Motivado por el deseo económico de comerciar con China, su expedición provocó accidentalmente una convulsión ecológica al llevar miles de especies europeas a nuevos hábitats a través de los océanos.
Los barcos que surcaban el Atlántico transportaban no solo personas, sino también una variedad de plantas y animales; algunos de estos seres fueron llevados intencionadamente, mientras que otros llegaron por accidente. Tras la llegada de Colón, se produjo un encuentro repentino entre ecosistemas que habían estado separados durante milenios, un fenómeno que Alfred W. Crosby, geógrafo e historiador, denominó el Intercambio Colombino, The Columbian Exchange. Este intercambio facilitó la llegada del maíz a África y del boniato a Asia oriental, así como la introducción de caballos y manzanas en América y el traslado de ruibarbo y eucalipto a Europa. Además, se movieron en diversas direcciones numerosos organismos menos conocidos, incluyendo insectos, hierbas, bacterias y virus.
El Intercambio Colombino no fue completamente entendido ni gestionado por los participantes, sin embargo, brindó a los europeos la oportunidad de convertir gran parte de América, Asia y, en menor grado, África en réplicas ecológicas de Europa. Estos nuevos paisajes resultaron ser más cómodos para los extranjeros que para sus habitantes nativos. Fue este tipo de imperialismo ecológico lo que proporcionó a británicos, franceses, holandeses, portugueses y españoles la ventaja sólida necesaria para establecer sus imperios.
La razón por la cual existen tomates en Italia, naranjas en Florida, chocolates en Suiza y chiles en Tailandia es este intercambio. Aún más significativo es que un grupo de criaturas desconocidas para los colonos se unió a esta travesía. Lombrices, mosquitos y cucarachas; abejas, dientes de león y pastos africanos; bacterias, hongos y virus; ratas de diversas especies, todas ellas se movían como turistas entusiastas hacia tierras que nunca habían contemplado antes, transformando vidas y paisajes en todo el planeta.
Ocho décadas después de la llegada de Colón, un español llamado Legazpi logró lo que Colón no pudo. Su travesía hacia el oeste tenía como objetivo establecer un comercio continuo con China, que en ese momento era el país más rico y poderoso del mundo. En Manila, ciudad que Legazpi fundó, la plata extraída de América por esclavos africanos e indígenas se intercambiaba con los asiáticos a cambio de seda destinada a Europa. Esta fue la primera vez que bienes y personas de todas partes del planeta se conectaron en un único intercambio global. Al igual que Colón dio origen a un nuevo mundo biológico, Legazpi y el imperio español al que pertenecía generaron un nuevo mundo económico.
El extenso libro de Mann se divide en cuatro partes. Las dos primeras se centran en las mitades que forman el Intercambio Colombino: los intercambios que, aunque vinculados, se desarrollaron por separado a través del Atlántico y del Pacífico. En la segunda sección, el enfoque se traslada al Pacífico, donde la era de la globalización comenzó con el envío masivo de plata desde la América española hacia China.
El papel del Intercambio Colombino en dos revoluciones se presenta en la tercera parte: la Revolución Agrícola, que comenzó a finales del siglo XVII, y la Revolución Industrial, que se desarrolló a principios y mediados del siglo XIX. El autor opta por enfocarse en dos especies que fueron introducidas: la patata, que fue llevada desde los Andes a Europa, y el árbol del caucho, que fue trasplantado de manera clandestina desde Brasil hacia el sur y sudeste de Asia. Tanto la revolución agrícola como la industrial jugaron un papel crucial en el ascenso de Occidente, permitiendo su rápida consolidación como potencia dominante. Sin el Intercambio Colombino, ambas revoluciones habrían tenido trayectorias completamente distintas.
En la cuarta sección, el autor vuelve a abordar un tema que ya había mencionado en la primera parte, centrándose en lo que, desde una perspectiva humana, representó el intercambio más significativo: el tráfico de esclavos. Aproximadamente el 90 por ciento de los individuos que cruzaron el Atlántico antes de 1700 eran africanos en cautiverio.
Mann expone las más recientes investigaciones de biólogos, antropólogos, arqueólogos e historiadores, revelando cómo la red de intercambio ecológico y económico posterior a Colón impulsó el ascenso de Europa, arrasó con la China imperial, alteró a África y transformó a la Ciudad de México en el centro del mundo durante dos siglos, donde se producían interacciones dinámicas entre Asia, Europa y la nueva frontera de las Américas.
Mann sostiene que, desde sus inicios, la globalización ha generado no solo enormes beneficios económicos, sino también turbulencias sociales y ecológicas que podrían superar esas ganancias. Aunque es cierto que el presente se distingue del pasado, ya que nuestros antepasados carecían de Internet, vuelos internacionales, cultivos modificados genéticamente y mercados bursátiles computarizados, al examinar las narrativas sobre la formación del mercado global, afirma que resulta imposible no percibir ecos de las controversias que hoy aparecen en los noticieros televisivos. Según su conclusión, eventos ocurridos hace cuatrocientos años han configurado la serie de acontecimientos que experimentamos en la actualidad.
Charles C. Mann, periodista y autor estadounidense nacido en 1955, se especializa en temas históricos y científicos. Además de ser coautor de cuatro libros, también colabora como editor en publicaciones como Science, The Atlantic Monthly y Wired. Ha contribuido en el ámbito de la ciencia, la tecnología y el comercio para medios destacados como Boston Globe, Fortune, The New York Times, Smithsonian, Technology Review, Vanity Fair y The Washington Post, así como para HBO y la serie Ley y orden.
En 2005, publicó 1491. Una historia de las Américas antes de Colón (Capitán Swing, 2022), obra que le valió el premio de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos al mejor libro del año. Más tarde, en 2011, lanzó 1493. En 2012, participó como jurado en el PEN / E.O. Wilson Literary Science Writing Award. Ha sido finalista en tres ocasiones del National Magazine Award y ha recibido distinciones de la American Bar Association, el American Institute of Physics, la Alfred P. Sloan Foundation y la Lannan Foundation. Su trabajo fue incluido en The Best American Science Writing y The Best American Science and Nature Writing en 2003.
En 2018, se publicó por Mann el libro The Wizard and the Prophet, el cual explora dos teorías en conflicto acerca del futuro de la agricultura, la población y el medioambiente. El «mago» mencionado por Mann es Norman Borlaug, galardonado con el Premio Nobel de la Paz, reconocido por su papel en el desarrollo de la Revolución Verde y por haber contribuido a salvar a mil millones de personas de la hambruna. En contraste, Mann designa como el «profeta» a William Vogt, uno de los pioneros en abogar por el control de la población. Actualmente reside en Massachusetts.
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