Es dura la vida de por sí, pero cuando nos quedamos sin esa figura icónica, parece que se sacrifican ciertas creencias. Entonces es cuando surge el dilema de la tradición, de las costumbres, de “eso hubiera querida ella”, “así se ha hecho desde siempre”, y entonces se crea la incertidumbre del recuerdo.
En Los nuestros, además, una familia sefardí tiene que enfrentarse a esas liturgias para que, aparentemente, no se destruyan las ilusas formaciones culturales ancestrales en las que ya casi nadie cree y, por supuesto, nadie practica.
Ahí es donde aparecen los fantasmas silenciosos de las relaciones, lo que no se dijo en tiempos atrás, lo que ajó la alegría y cada uno se consolaba con sus propias huidas y frustraciones.
Con texto y dirección más que solventes de Lucía Carballal, nos muestra una familia disgregada desde el principio, pero sutilmente, bien protegida de emociones. Mas cuando tienen que compartir durante siete días sinsabores, tristezas, miedos, burlas… el asombro hace acto de presencia desvelando que ninguna familia es pura y totalmente bien avenida.
Sin embargo, impera ese vínculo sanguíneo, ese deseo por querer lo mejor de los otros, aunque salgan a relucir aquellas cosas que hiciste, lo que fuiste, las debilidades, la autodestrucción a través del cariño y el amor. Siempre hay margen para salir, para mejorar, a ti no te tiene porqué pasar, le dice la madre a su hijo en un momento determinado y este se lo hace repetir, para que no se convierta en ley de vida, en que nada se puede cambiar, en sombras de un pasado inútil.
Cuando estamos arropados por la familia nos sentimos dueños del mundo, así nos lo suelen hacer creer, aunque después caigamos en la absurda farsa, en lo adornado de las convenciones sociales, en lo efímero que es pensar una cosa para después realizar lo contrario.
Este montaje es un espejo. Dan igual las creencias, la historia de cada uno, la memoria colectiva de si procedemos de tal refugio o linaje, de pronto se desmorona todo el pasado y abrazamos la duda.
Este duelo dura siete días, pero podrían ser siete meses, siete años, toda una eternidad, si no salen a colación todos los residuos que se han ido aposentando y nadie se encargó de limpiarlos, principalmente, por no molestar.
Excepcional puesta en escena donde una torre de elementos familiares preside todo lo que ha de suceder después. La interpretación es notabilísima, y casi les oímos los sentimientos en sus palabras y en sus silencios. Podemos sentirnos identificados, ¿quién no se acuerda de las desavenencias en el seno familiar? Pues eso.
FICHA ARTÍSTICA
LOS NUESTROS
Texto y dirección: Lucía Carballal
Reparto: Miki Esparbé , Marina Fantini, Mona Martínez, Manuela Paso, Ana Polvorosa, Gon Ramos, Alba Fernández Vargas / Vera Fernández Vargas y Asier Heras Toledano / Sergio Marañón Raigal
Diseño de escenografía: Pablo Chaves Maza AAPEE
Diseño de iluminación: Pilar Valdelvira AAI
Diseño de vestuario: Sandra Espinosa
Composición musical y coach vocal: Irene Novoa
Coreografía y asesoría de movimiento: Belén Martí Lluch
Producción: Centro Dramático Nacional y Teatre Nacional de Catalunya
Espacio: Teatro Valle Inclán