“Claves de la obra poética de Blas de Otero”, Madrid: Ciclo Editorial, 1989, Aurora de Albornoz “Blas de Otero, hoy, mañana”, Ínsula, 392-393 (julio-agosto de 1979), Dámaso Alonso “Poesía arraigada y poesía desarraigada” , en Poetas españoles contemporáneos, Madrid: Gredos, 1952, Rafael Ballesteros “Nota crítica sobre los dos últimos libros de Blas de Otero”, Trece de nieve, Madrid, núm. 3 (primavera 1972), Luis García Montero “Reflexiones junto a Blas de Otero”, en Campo de Agramante, núm. 4 (otoño 2004).
Es decir, poco o nada podríamos aportar al vasto y definidor corpus crítico existente sobre la obra del poeta bilbaíno. Sin embargo, convendría recordar que para el movimiento Humanismo Solidario, Blas de Otero junto a los poetas de la promoción poética del 60 entre otras fuentes, son eje constructivo de gran parte de Humanismo Solidario. Del mismo modo que para Blas de Otero, Juan Ramón Jiménez y Rubén Darío además de nuestra tradición del Siglo de Oro son elementos de conformación estética, ética y estremecimiento en su poesía. Si atendemos al magnífico trabajo de Juan José Lanz y Ángel González , “Blas de Otero”, incluido en Historia y crítica de la Literatura Española al cuidado de Francisco Rico, Época contemporánea:1939-1975. Primer Suplemento de Santos Sanz Villanueva, Editorial Crítica, Barcelona, 1999, pgs 172-178, se considera que se pueden establecer tres núcleos temáticos dentro de la práctica de la poesía social, a saber, la crítica del pasado y del presente históricos, un segundo núcleo superador de las circunstancias del presente resueltas en un futuro utópico, y finalmente, la palabra poética, “la pretensión del poeta social de hacer de la palabra poética un instrumento de acción, [un arma cargada de futuro]”. Precisamente, el el hecho de centrarse en el propio proceso creativo de la poesía es lo que determina el compromiso social de la poesía. En ese sentido se pronuncia, Claude Le Bigot, entendiendo que el compromiso social en la poesía de Blas de Otero, es “una opción de conciencia que actúa en las fuentes mismas del lenguaje”. Bien es verdad por otro lado, que si se hace una instántanea de la década de los 40, semillas necesarias para acercarse a su eclosión poética en los 50 , constatamos que a su poemario Ángel fieramente humano se le niega por razones que nada tiene que ver con la literatura el Premio Adonais, contexto éste que no hemos de olvidar. Pero es la década donde Luis Rosales publica La casa encendida, Luis Panero Escrito a cada instante, Dámaso Alonso Hijos de la ira, Ricardo Molina Elegías de Sandua, Pablo García Baena, Mientras cantan los pájaros también la poesía existencialista además de Blas de Otero Cántico Espiritual (1942), Redoble de Conciencia (1951 y Premio Boscán) Ancia (prologado por Dámaso Alonso, 1958 y Premio de la Crítica y Premio Fastenrath) incluye a Gabriel Celaya con Tranquilamente hablando, Eugenio de Nora Pueblo cautivo, José Hierro, Tierra sin nosotros y Alegría. Por otro lado, sin ser una revista exclusivamente de función propagandística, la Falange crea la revista Escorial, o la revista Garcilaso que se adjunta a los intereses del régimen, o Cántico más culturalista, con mayor refinamiento formal y tratamiento vitalista del amor. En cualquier caso, habrá poesía sacra y religiosa, poesía intimista, poesía formalmente clásica, poesía desarraigada, poesía cancioneril y neopopular, poesía surrealista y neorromántica, poesía de la rehumanización a través de una escritura comprometida con la problemática existencial e histórica de la mujer y del hombre contemporáneos. A mi entender, la fecha de 1952 es crucial para la vida y la obra de Blas de Otero. Tal como se nos señala en la página de la fundación “Blas de Otero” : “Por primera vez sale de España. En París entra en contacto con los exiliados españoles comunistas y, a través de sus lecturas y las conversaciones, asume la interpretación marxista de la historia que dibuja una futura sociedad donde reine la armonía, basada en la justicia y la dignidad para todos. Este humanismo utópico le entusiasma y le empuja su voz a un ideal de justicia y solidaridad, emprendiendo una tarea generosa tan inmensa que pueda disculpar la traición a los suyos, además de responder a una necesidad histórica. Ahora ha encontrado la justificación moral a su oficio de poeta, haciendo de la estética la más excelsa ética. Es la realidad la que se le impone con fuerza avasalladora y le impele a encontrar formas poética adecuadas para los nuevos temas”. Esta concepción de humanismo utópico con la que impregna su verso, es dispositivo esencial del Humanismo Solidario. Una necesidad lírica de resolver unas contradicciones existenciales. Tal y como figura en los ejes vertebrales del Humanismo Solidario, se resalta la necesidad de reivindicar la unidad profunda de la humanidad, en contra de la fragmentación (individualismo, autonomía, nacionalismo, aislamiento) y del dogmatismo (totalitarismo, intolerancia, fanatismo) imperante en la actualidad. Paralelamente, por encima de cualquier ideología destaca una idea medular y definitiva: la idea de fraternidad, constante manifiesta en toda la poesía de Blas de Otero. Pero además es una reivindicación del compromiso, al haberse producido una desalentadora huida de buena parte de los intelectuales hacia el deber del compromiso; compromiso con la palabra y con la vida, que debe incluir siempre a los otros, que no significa instrumentalización ni militancia, sino vinculación y resistencia, rasgo definidor de Blas de Otero poeta y Blas de Otero hombre que molestaba a todos los ámbitos como buen heterodoxo. Finalmente, la idea propugnada por Lévinas en su obra Totalidad e infinito, donde afirma que el sentido último está en el cara-a-cara, en las relaciones humanas, en la ética. De ahí que afirme que «la filosofía primera es una ética». Se trata de buscar la trascendencia o la exterioridad que se plasma o es, en el fondo, un acto de responsabilidad por el otro, Y el verso se hizo hombre , nos deja escrito Blas de Otero.
No obstante, el concepto fundamental para Humanismo Solidario es la intertextualidad. Bien es cierto que las reflexiones de M.Bajtín sobre el carácter dialógico de todo discurso, es básico para establecer esas relaciones que mantiene un texto con otros textos actuales, contemporáneos o históricos. Justo es rendir homenaje a quien acuño el término por vez primera y tanta trascendencia tuvo y tiene en el estudio literario. Julia Kristeva, la escritora francesa, filósofa, teórica de la literatura de origen búlgaro registraba “intertextualidad” en el año 1969. La obra poética de Blas de Otero nos desvela un complejo juego de voces ajenas, fruto sin duda de un lento proceso de asimilación y transformación que no sólo no disminuyen su identidad poética, sino que aportan un nuevo placer a la percepción de su palabra. Como muy bien nos señala Lucía Montejo Gurruchuga en su artículo “Procedimientos intertextuales en la obra de Blas de Otero: “Estos recursos intertextuales en Blas de Otero son, en ocasiones, homenaje y señal de admiración y gratitud hacia determinados poetas con los que comparte problemas de orden estético o con los que tiene una filiación ideológica. Pero la mayoria de las citas que incorpora a sus poemas son de índole estética y con ellas establece lazos solidarios, polemiza o critica el ideario del poeta al que hace referencia”. Coherente con su propuesta teórica y aplicación práctica, Blas de Otero desea fundir su voz con la mayoría y fusiona la poesía tradicional en ese contacto con lo colectivo. De ahí que como bien demostró Ángel González, el poeta Blas de Otero mantiene por orden frecuencia a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Rubén Darío y los clásicos. En este sentido, me siento profundamente deudor de la poesía de Blas de Otero, prácticamente desaparecido cuando la dulce transición hizo aparición. De igual modo, esa recurrencia a la ironía, a los anagramas, a una necesidad permanente de corrección visiblemente manifiesta en la poesía de Blas de Otero es una huella que asimilamos, al menos personalmente en Humanismo Solidario.
Atendiendo al ámbito puramente funcional, alguien como el Premio Príncipe de Asturias, George Steiner, consideraba que la poesía era el antídoto de la sinrazón. En nuestra Hoja de Ruta, esta idea se visualiza con nitidez, y la esperanza conforma un pilar esencial. Así señalamos que “se impone un replanteamiento esperanzado y firme del hecho literario, de la obra artística, conformando las bases y resortes de una nueva educación de la subjetividad”. Por ello igualmente, se postula “ sin ambages un nuevo discurso rehumanizador y fraterno; proponiendo, a través del arte y la literatura, un mensaje que mude en pasión la desesperación; en serenidad, el desaliento; en esperanza, el futuro”. Insistimos la esperanza no ha muerto”. Añadiría además que me agarro a la esperanza no tanto como tabla de salvación sino como vehículo de transformación. Por ello, la poesía es esperanza, a veces como arma cargada de futuro, en otras ocasiones como fundamento pretérito para superar tragedias y vivir, testimoniando la acción, dando la palabra, uniéndose al tiempo y al espacio, compartiendo para transformar el mundo y cambiar la vida, una doble premisa que nos brindó Marx y Rimbaud.