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Los secretos mejor guardados de las obras literarias inspiradas en el juego

martes 25 de febrero de 2025, 14:49h

El mundo del juego y de los casinos ha dado vida a muchas creaciones artísticas, como cuadros, películas o canciones. Lo mismo ha sucedido con la literatura, donde algunos de los escritores más reputados de la historia han encontrado en esta actividad una buena forma de expresar sus inquietudes y crear un universo mágico donde desarrollar sus historias. Rodeados de cartas, ruletas y tragamonedas, autores como Ian Fleming, Fiódor Dostoyevski o Paul Auster cuentan con obras literarias de gran reputación; a continuación, entraremos a detallar la intrahistoria que hay detrás de ellas.

Antes de entrar en materia, cabe mencionar que este sector vive ahora una realidad muy diferente a la de tiempos pasados, cuando estas piezas fueron elaboradas. Todos los pasatiempos que se integraban en los salones físicos se encuentran disponibles al momento, siempre que uno cuente con buena conexión a la red y un dispositivo inteligente. Así pues, por ejemplo, un jugador puede entrar a una mesa de blackjack online cualquiera sin apenas esperas y tener una experiencia que, aunque se lleva a cabo a través de las pantallas, se asemeja a la que se vivía en los establecimientos.

Fleming: el casino, sinónimo de lujo

Una de las obras que no pueden faltar en un repaso de esta tipología es “Casino Royale”, escrita por Ian Fleming en 1953. Se trata de la primera novela donde aparece la figura de James Bond, tan popular hoy en día por las películas, y donde el juego tiene un papel muy relevante. El protagonista, apasionado declarado del baccarat, tiene que vencer en una partida de alto riesgo a su objetivo. A partir de aquí, arranca una trama llena de acción, tensión y espionaje que, años más tarde, se convertirían en las señas de identidad del agente 007.

En este contexto, el británico consiguió dotar a los salones de simbología diferente. Por un lado, los vinculó al lujo y la sofisticación, mostrando los locales con elegancia y riqueza, tanto en la decoración como en el estilo de vestir de quienes los visitaban. Al mismo tiempo, consiguió trasladar la batalla psicológica al tapete, mostrando un constante equilibrio entre la inteligencia y los nervios de los integrantes del encuentro, donde la suerte y el destino tenían un papel muy relevante, pero también la estrategia y la sangre fría.

El Dostoievski más autorreferencial

Crimen y castigo” o “El idiota” son dos de las obras más conocidas de Fiódor Dostoievski, uno de los escritores más reputados de la literatura mundial. El ruso, en su novela “El jugador”, publicada en 1867, muestra la cara más amarga del casino y cómo el azar puede influir en la vida de las personas. El protagonista es un joven que quiere conquistar a una chica, pero en el proceso entra en constantes altibajos vinculados al juego, con grandes rachas de victorias acumuladas y otros momentos de mala fortuna.

Este libro está inspirado en el propio autor, que durante algunos años convirtió la ruleta en una de sus grandes pasiones, llegando a superar lo que hoy en día sería lo recomendado. En este caso, se muestran estos locales como lugares que donde puede cambiar el destino en pocos segundos, al mismo tiempo que relata la prisión psicológica en la que vive el personaje principal y hace una crítica evidente a la sociedad europea, donde sucede el relato, obsesionada por el estatus social y las normas del sistema capitalista.

Paul Auster y su vínculo con el azar

Paul Auster, fallecido a principios de mayo del año pasado, juega con el azar en muchas de sus obras, como “El palacio de la luna” o “El país de las últimas cosas”. En muchas ocasiones, sitúa a sus personajes en dicotomías y situaciones en las que la suerte tiene un papel muy relevante. Uno de estos ejemplos está claro en “La música del azar”, de 1990, donde aparecen el póker y las apuestas como hilo narrativo de la trama del protagonista Jim Nashe, un bombero que decide hacer un cambio radical en su vida.

En este caso, es el juego de 52 cartas quien cambia el destino del personaje principal, con una partida que es todo un punto de inflexión en la novela. Aunque el póquer solamente aparece en un capítulo, la idea que transmite está presente a lo largo de todo el argumento. De hecho, el autor estadounidense incide de forma constante, aunque con gran sutileza, en la idea de que el azar es algo que no se puede controlar, donde conviven el riesgo y la ilusión, como metáfora de la existencia.

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