Las múltiples aceifas de los amiríes conllevarán una gigantesca devastación y muertes innumerables, se destruyen iglesias, monasterios, pueblos, villas y ciudades, y el dolor terrible que produce este agareno es inconmensurable. Los cristianos siguen orando a Dios Todopoderoso, y por ello se conocen todos estos datos sobre esta debacle. Hasta tal punto es el odio gigantesco generado por Almanzor, que cuando pase a mejor vida un monje de San Pedro de Cardeña escribirá, sin ambages, que: ‘Ha muerto Almanzor y está sepultado en los infiernos’. Todo parte del año 711 cuando las tropas sarracenas de Tarik y de Muza derrotarán, por la traición de los visigodos seguidores del penúltimo monarca llamado Witiza, a la caballería visigoda comandada por el último rey godo de Toledo, llamado por la historia y por la leyenda Don Rodrigo.
«El advenimiento de Muhammad b. Abi’Amir, más conocido como al-Mansur (‘El Victorioso’), sobrenombre castellanizado en Almanzor, vendría a marcar el comienzo de una época de especial recrudecimiento de las aceifas musulmanas contra los territorios cristianos en la Península Ibérica, a lo largo del último cuarto del siglo X y los primeros años del XI. Las campañas militares de Almanzor llevarían consigo devastación y muerte, de tal magnitud, como nunca antes se conociera en la Península Ibérica, desde los años de la invasión musulmana. La presente obra se centra en el estudio de dichas campañas, de las cuales se conoce la cronología de veinticinco de ellas, a través de la obra del historiador almeriense al-Udri. Sin embargo, siendo bastantes los historiadores que se han ocupado de estudiar diversos aspectos de la época de Almanzor, más escasos son, en cambio, los que se han centrado en el estudio de sus expediciones militares. Este estudio contribuye a un mayor conocimiento de las campañas de Almanzor, cuya personalidad y proyección histórica siguen despertando, hoy, el mayor interés entre los investigadores».
Deseo indicar sin subterfugios, que es el grandioso Reino de León o Regnum Imperium Legionensis quien va a sufrir toda la cólera amirí, y en muchas menos ocasiones también afectará al Reino de Pamplona y de Nájera o Pampilonensium et Naierensis Regnum, y como es de rigor también serán masacrados los territorios o condales dependientes de estos reinos, sobre todo los del Imperio de León. Sus reyes estarán, o por lo menor tratarán de estar, a la altura de su dignidad, categoría y genética. Debo citar, sensu stricto, a Ordoño II, Alfonso III el Magno, Ordoño I, Alfonso IV el Monje, Ramiro II el Grande, Sancho Ordóñez, Sancho I el Craso, Ordoño IV el Malo, Ramiro III, Ordoño III, Vermudo II el Gotoso, Fruela II el Leproso, García I el Repoblador, Vermudo III el Joven, Alfonso Froilaz, Alfonso V el Noble, etc., nominados no de forma rigurosamente cronológica. Desde este momento histórico (711) hasta la batalla de Covadonga, ya en el año 722, los cuadros políticos, eclesiásticos y administrativos están en pleno desbarajuste, y la desestabilización de lo que se había construido desde Toledo por monarcas como Leovigildo o Chindasvinto, Recesvinto, Sisebuto o Suintila, ya no es nada, y solo el caos más absoluto. Cuando se organice el territorio del Reino de Oviedo y luego el del Reino de León ya existe una estructura sociopolítica coherente para poder plantar cara al Islam andalusí. En el año 939 se produce la mayor victoria militar de la Reconquista, y es la realizada en Simancas por el rey Ramiro II “el Grande o el Invicto” de León, Magnus Basileus; el enemigo ampliamente derrotado será el primer califa omeya andalusí, Abd Al-Rahman III Al-Nasir, quien realizará un importante número de condenados a muerte cuando vuelva a Córdoba, diciendo, de forma taxativa, que: ‘…hay que cortar las flores que sobresalen peligrosamente en el jardín.’Así como en León existen problemas importantes de manutención identitaria, lo mismo sucede en el califato de Córdoba, donde el nieto de Al-Nasir será dominado y manejado por su autoritario mayordomo de palacio, Almanzor.
“Aquellas acciones de recolonización y reforzamiento de las líneas defensivas del territorio cristiano, no lograron, sin embargo, contener las acometidas de los musulmanes, destacando, entre éstas, las que, a partir del año 949, dirigiera Abderramán III desde Córdoba, las cuales se prolongaron hasta el año 961, fecha de su muerte. Le sucedió entonces al-Hakem II (961-976), y, a éste, el joven Hixam II, cuya toma de posesión tuvo lugar el año 977; pero, su corta edad, unida a su inexperiencia, pudo haber inducido a los cristianos a creer que ello constituiría un factor de debilitamiento de al-Andalus, como ya observaran Ibn Bassám e Ibn al-Jatib. De hecho, una serie de incursiones cristianas en el interior del territorio musulmán, apenas llegaron a provocar la esperada reacción, por parte de los ejércitos cordobeses, pero, el mismo año de la ascensión de Hixam II, al califato de Córdoba, marcó también el inicio de una serie de expediciones militares contra objetivos cristianos, emprendidas por Muhammad b. Abi’Ámir, el futuro Almanzor, nacido en Algeciras en el seno de la familia amirí y visir de Hixam II”.
Deseo indicar una minúscula corrección, y esta es relativa a que nació en Torrox. Sí es verdad que Almanzor consigue, con su intuición habitualmente muy analítica, estudiar los enfrentamientos que existen entre los diversos condes leoneses, con Sancho García de Burgos a la cabeza, contra su señor natural que lo era Vermudo II, quien ya se había debilitado en la guerra civil contra su primo Ramiro III. A priori, la obesidad mórbida del segundogénito de Ramiro II, Sancho I será la causa esencial de la desafección de dichos condes. Pero a los cristianos del momento no se les ocurrió utilizar la inquina existente entre el general Galib y su yerno Almanzor, aquel terminaría siendo asesinado por el hayyib. Cuando se produzca el sitio de Toro y de la caput regni, León, en las tropas musulmanas estarán encuadradas combatientes leoneses archienemigos de su señor natural Vermudo II “el Gotoso”. Lo que ya sería palpable y documentado en el malhadado año de 997 cuando en la campaña contra Compostela estos nobles de León, y de tierras condales castellanas y gallegas se alinearán en ese cerco, y ayudarán al traslado de las campanas catedralicias hasta Córdoba, a hombros de los cristianos derrotados. En los códices, como la Historia Silense, se indica el mea culpa de los cristianos por sus pecados. En suma, estupenda obra. «In occasu saeculi sumus. ET. Errare humanorum est».
Puedes comprar el libro en: