Su nueva novela, narra el viaje que durante tres años ha llevado acabo el geógrafo francés Jean-Claude Chigot explorando los cinco continentes con la misión de encontrar el centro del mundo. Este encargo, aunque poco conocido, forma parte de un extenso programa que ha sido diseñado por François Mitterrand, presidente de la República, para conmemorar el Bicentenario de la Revolución. A pesar de no haber tenido éxito en su búsqueda y estar a punto de regresar a París, Chigot enfrenta el riesgo de que su reputación académica se vea afectada por este fracaso. Sin embargo, el destino le tiene reservado un giro inesperado: un hangar perteneciente a una exportadora de cítricos en Almenara, en la provincia de Castellón.

¿Xipell ha encontrado, por fin, el centro del mundo? ¿De su mundo?

En eso estaba. Cuando abordé la cuestión pensé que iba a parodiar a esas novelas que buscan el Santo Grial, a la hija de Cristo o el elixir de la juventud. Creía que la quimera de lanzar a unos personajes a la ‘recherche’ del centro perdido era un pretexto que podía funcionar en la narración como los MacGuffin en las películas de Hitchcock. Pero, al final, me di cuenta de que lo que resulta de interés es el trayecto, por discretos que parezcan los lugares que visitemos; no la meta, por rutilante que esta se nos presente.

¿El viaje circular se nutre de las viñetas que realiza a diario o es al contrario? ¿Quién influye a qué?

El trabajo de viñetista de prensa supongo que ha servido para ejercitarme en una literatura que también se sirve del registro humorístico. Sin embargo, la mirada irónica solo es un ingrediente en esta novela, no es el único ni el más significativo.

¿Puede existir literatura sin humor?

Seguro que sí, ahí están los trágicos clásicos, los moralistas o los existencialistas. No obstante, el gran título de las letras universales, el Quijote, es un ejemplo de hilaridad en grado delirante. Mucha de la llamada ‘alta literatura’ está escrita en tono de comedia y emplea grandes dosis de ironía.

¿Se entiende de manera similar cuando salta comunidades o fronteras? ¿Cómo definiría el que aparece en la novela?

A pesar de la nacionalidad gala del protagonista, el geógrafo Jean-Claude Chigot, y la vecindad autóctona de su partenaire, el tabernero Bonet, mi editor ha visto en el texto muchos más rasgos de humor inglés que de humor francés o mediterráneo. A pesar de ello, he llegado a una conclusión: el mejor humor lleva ‘bandera panameña’, puede atracar libremente en cualquier puerto y no le ponen problemas en las aduanas.

¿Cómo nace una novela tan especial como la suya? ¿Cuál es la motivación o el propósito al escribirla?

Supongo que fue por la necesidad de contar con un Macondo propio, o así es como concebí la provincia de Castellón, mi tierra natal. Pasó que, por las amistades que frecuento, fue acumulando suficientes historias que ya solo requerían que les encontrase un hilo argumental. Tenía un sinfín de perlas cultivadas y con ellas había de armar un collar.

"El viaje circular es un homenaje a la cultura oral"

Un especialista en geografía humana, racionalista y cartesiano… un tabernero local octogenario, experto en "mundología"… ¿cómo encajan estos personajes tan distintos?

Esta pareja, para mí, constituye el equilibrio necesario entre las dos formas de conocimiento y sabiduría: la académica y la popular. No entiendo una sin la otra y, en la medida de lo posible, "El viaje circular" también es un homenaje a la cultura oral, ante la que, sin duda, habrán de rendirse desde un catedrático de la Sorbona hasta el presidente de la República.

Sus personajes no dejan indiferente al lector, ¿con cuál se identifica más el autor?

Esta es la pregunta de “¿a quién quieres más: a papá o a mamá?”. Quiero pensar que el autor y los lectores tenemos rasgos de los dos protagonistas y, según qué situación afrontemos, activamos más el lado racional o el emocional; son las dos piernas con las que caminamos.

La narrativa de realidad actualmente no presenta un relato convincente

Los grandes pensadores universales se han planteado preguntas trascendentales a lo largo de la historia, ¿qué debe indagar el ciudadano actual? ¿Es todo una falacia?

Vivir como vivimos en este momento un mundo de verdades paralelas, bulos y noticias falsas confunde más de lo debido. Pero, si la literatura se sostiene gracias a la verosimilitud de sus historias, la narrativa de realidad actualmente no presenta un relato convincente. La acción de mi novela se sitúa en los años 90, más allá de aquel tiempo analógico no me he atrevido a fabular.

¿Vivimos en una parodia continua?

O en un ‘cambalache’ como el que cantó Santos Discépolo; este tango vale lo mismo para «el quinientos seis y en el dos mil también». El siglo XXI es parodia y también paradoja, y es que en la actualidad se hace mucho y buen humor pero ha de convivir peligrosamente con las nuevas formas de censura y, lo que es peor, de autocensura.

Montañés Xipell parodia los excesos por aparentar, no solo en las celebraciones, también en la literatura… ¿qué se le queda en el tintero y guarda para otra ocasión?

A la hora de construir la figura del protagonista, el geógrafo de la Sorbona, me interesaba que representara a un fin de raza de la Ilustración, un individuo que había consagrado su vida a la Raison. Por tanto, las pistas que habrá de perseguir en su búsqueda del centro planetario serán el equilibrio, la mesura y la discreción que supuestamente caracterizan a los habitantes de ese país ignoto, incluso la ignorancia, pues los ciudadanos céntricos viven felices sin saberlo.

Reivindica lugares alejados, de alguna manera ¿es un homenaje a esa España vacía a la que se hace tan poco caso pero que está en boca de muchos?

Se trata de una vindicación de la España de provincias, aquel mapa de las ciudades intermedias que, en buena medida, ha quedado eclipsado por las pujantes metrópolis de las comunidades autónomas. Estas últimas, no solo han vaciado parte de la ruralidad ibérica, pues también han desposeído de su antiguo rol capitalino a numerosas urbes de sus respectivas periferias.

Su obra tiene múltiples aventuras, buenas descripciones en las que participan los sentidos, … una road movie que da libertad para crear giros, ¿dónde está la clave para que el lector no pueda dejar de leer su novela?

Creo que esta es una constante de los libros de viajes, renovadas odiseas sin Ulises. Las ‘aventis’ también suelen ser consustanciales al género de las road trip, porque en esta novela los desplazamientos se realizan siempre en un viejo auto Tiburón. Con estos ingredientes, más el de la resolución de un enigma (¿dónde se halla el eje planetario?), los lectores generalmente se quedan con ganas de saber qué ocurre en el capítulo siguiente.

Sin duda, El viaje circular tiene una moraleja. ¿Con qué idea le gustaría que se quedara el lector?

Yo diría que la invisibilidad, también la intrascendencia, aunque parezcan el peor castigo de los dioses en un mundo de exhibicionismo y exposición pública, representan el refugio óptimo y, quién sabe, igual constituyen el ombligo más redondo, próximo y a la vez universal.

Usted, ¿con qué se queda?

Me conformo con vivir cerca del centro del mundo.

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