Me llamo Angustias....
¡Hola!: me llamo Angustias, solo sé de mí, que soy mayor muy mayor diría yo.
He cumplido muchos años, tantos que ni siquiera sé cuántos pueden ser.
Voy a tratar de sacar de mi mente todo esto que tanto me agobia, todo lo que estoy viviendo en este palacio, para las ratas su nido en una alcantarilla, es un palacio, este palacio infinito de celdas con puertas abiertas, exhornando como un relieve inmóvil, visible y a la vez invisible, que se reclama sin éxito alguno.
Aquí, donde un día alguien me depositó como un paquete olvidado, aquí, donde el olor acre, pútrido e infesto vuela en el aire que respiramos.
Alguien que tampoco ya recuerdo quién fue...para que viviera el resto de mi vida, como una vida mejor, y ...es que vivir se puede, pero no te dejan.
¡Lo cierto es que no se si esto es vida! ¡Apenas me alcanzo a verme en un espacio donde todo son sombras, espectros de lo que un día fueron!, si es que realmente fueron, y ahora habitan conmigo y como yo, casi en el olvido, deambulando de lado a lado, como autómatas con ruedas de ojos que se nublan, gentes que miras y ves que no hay esperanza en sus cansados ojos fríos y aguanosos cristalinos, manos que lo han dado todo y sudan heladas con temblores de agonía. Parkinson lo llaman.
Oídos sordos de mandados y palabras inconexas balbuceando simplezas.
Cuerpos que tiemblan de dolor, dando ayes de padecimiento, gritos sin voz, cuerpos y almas metamorfoseados en duelos perdidos, y que no son otra cosa que sombras volantes, con ese extraño deseo que los mayores tenemos de vivir a pesar de la vida.
Perdidos que gritan escándalos de quejas, doloridos de todo y por todo, y ...sin saber el porqué.
No como, y si como el manjar me sabe a hambre.
No duermo, y si duermo es que duermo despierta, como un sueño perdido de fe, la fe sin obras es una fe muerta.
¡Eso sí! ...recuerdo bien mi nombre, quizás porque me llamo angustias y angustiosa es mi vida.
Pero ignoro quien soy, de donde vengo, ni adónde voy, porque, y como llegue aquí, solo sé que aquí me encuentro. Tampoco sé que mal o que bien hice para merecer esta suerte de vida.
A veces me siento en un rincón oscuro con la cabeza entre las manos, y oprimo las palmas con fuerza contra mis sienes. Entonces intento inútilmente acordarme de lo que era mi vida antes del palacio. Este palacio sin rey, pero con muchos bufones.
Pero no importa lo que me esfuerce, incluso si aumento la presión hasta que mi cabeza amenaza con romperse como una cascara de huevo, me resulta imposible retrotraerme, encogerme como un caracol en su concha, retroceder más de unos pocos momentos en el pasado.
La anoxia me asfixia como una fobia a los sitios cerrados, aunque estos sitios se precien de estar abiertos.
Después, mi memoria parece secarse, igual que un charco bajo el sol, y si me empeño en concentrarme con más intensidad, empiezan a ocurrir cosas extrañas, primero oigo una especie de murmullo dentro de mi cráneo, murmullos perdidos a mi alrededor, que pronto se convierten en un fragor como de olas y huracanes, y poco después noto que el cerebro empieza a hervir, y que el dolor más atroz, se abre paso desde el interior de mi cabeza.
Casi siempre abandono en ese punto. Aunque una vez que quise forzar mi memoria un poco más allá, el dolor se acentuó de tal modo, que me desmoroné inconsciente.
Al despertar el suplicio había desaparecido, pero me sentía torpe y descentrada, descaradamente desconcertada, con la sensación de que acababan con una parte esencial de mi persona, me afloraba la nostalgia, me consumía la añoranza y me llenaba de melancolía.
Desde entonces mis intentos por recordar, son cada vez más raros. me detiene el miedo al dolor, pero también la sospecha, de que no hay nada que merezca la pena recordar, y... si lo hay, más vale que se pierda en la memoria.
Quizás yo siempre haya estado aquí confinada, a solas, abrumada por la certeza de que el día de mañana será exactamente igual al de hoy. Y me pregunto. ¿Hasta cuándo?, ¿acaso no merezco yo la compasión del que dicen buen dios, y me lleve con él al hipotético cielo que nos tiene prometido?
A nosotras, las que hemos sido capaces de seguir pacientemente sus enseñanzas. O, ¿quizás es que este palacio de celdas estrechas con camas para ratones perdidos, es donde se encuentra el paraíso prometido? y yo...¿ya estoy muerta ? lo que me viene a decir que dios no existe, y si existe es un dios tan cruel , que no tiene perdón de dios.
Si no es así, solo espero que me llegue pronto, y que mañana después de dormir, duerma el sueño eterno, que por fin alguien quite la última hoja de mi calendario.
Igual a algunos hasta les quite un peso de encima, un peso que les retuerce la conciencia de poder y no haber sido.
Y.., quizás alguna vez alguien llore conmigo, o al menos pensando en mí, mientras deposita unas rosas ajadas, casi marchitas, sin olor, sobre una fría lápida de piedra, tras haber vaciado mis bolsillos.
Pero es ese alguien que ya mi tarda memoria, no me permite reconocer, saber quién puede ser, ni necesita saberlo. solo quiere vivir el ahora mismo, porque el futuro es incierto y el pasado es nada más, terminar el ahora.