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Pablo Gallego Boutou
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Pablo Gallego Boutou (Foto: Luz Soria)

Entrevista a Pablo Gallego Boutou: "Me gusta que los géneros participen unos de otros"

Autor de "Bar Urgel"
domingo 12 de enero de 2025, 08:07h

Pablo Gallego Boutou es madrileño desde 1989, trabaja como actor y escritor. Se graduó en Interpretación en la RESAD y, actualmente, está cursando un Máster en Interpretación Cinematográfica en la Central de Cine, así como un Máster en Escritura Creativa en la Universidad Complutense de Madrid. Entre sus obras poéticas destacan Oboedescere, que recibió el XXVIII Premio de Poesía del Certamen Nacional de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid, y Nival, galardonado con el XXIV Premio Internacional de Poesía Luis Feria. Su formación sigue desarrollándose en el Nuevo Teatro Fronterizo y en la Fundación Centro de Poesía José Hierro, donde se especializa en crítica y corrección de poemas. Ejerce como pedagogo para la Fundación La Caixa. Además, su novela Bar Urgel, ha sido reconocida con el Premio Diana Zaforteza 2024.

Bar Urgel
Bar Urgel

Un joven de Madrid dedica sus días a cuidar de su madre enferma, pasear con su amigo el Gordo y anotar frases dispersas en el Bar Urgel. Su motivación radica en una ambición difusa por encontrar una trascendencia a través de la escritura y dar sentido a su existencia llena de desdichas. En ese entorno amistoso del bar, rodeado de hombres que representan lo que más detestaba y temía de su fallecido padre, la búsqueda silenciosa del protagonista comienza a tomar forma. Entre pinchos de tortilla y cervezas, se producen sermones improvisados durante las tertulias televisivas, así como discursos etílicos impregnados de machismo, xenofobia y homofobia desmedida. A veces, se siente atrapado por un grupo que refuerza la insoportable decadencia política y social que lo rodea. Sin embargo, en otras ocasiones, descubre una poesía inesperada en ese círculo de personajes que lo acoge como uno más.

Sus dos poemarios han sido galardonados con sendos premios, y su primera novela también, ¿seguirá compaginando la escritura con el trabajo de pedagogo y actor, o se decanta por lo primero?

La pedagogía y la interpretación son labores importantísimas para mí, me ayudan a seguir amando y comprendiendo a los demás y al mundo. No podría escribir nada si nada de lo escribo está atravesado por lo que me ensancha habitando estos dos lugares.

¿De qué se nutren sus historias? ¿Le gusta observar la realidad que le circunda e interpela?

De muchas cosas. En los últimos, no sé, diez años, he sentido una apremiante necesidad de entenderlo todo, de nombrarlo todo y, ciertamente, me ha ayudado… Pero ahora estoy cansadísimo. Preferiría no saber. Me agota conceptualizar cada parcela de mi vida; mis emociones, patrones de conducta, mis relaciones, la escritura… Me nutro de nimiedades y otras personas, ambientes, hechos –del tipo que sea– que de manera natural llaman mi atención. Cosas a las que, en general, la mayoría no concede relevancia verdadera. Cuando siento que hay algo ahí, me digo: esto, esto es.

¿En qué ayuda el actor al escritor en esta obra?

Sospecho que a trabajar una mirada desprejuiciada, a tender puentes. La observación. A un ritmo, la oralidad, a lo que dicho en voz alta sonaría estupendo.

El "bullying" sigue existiendo a pesar de la concienciación que existe al respecto; con el personaje de El Gordo ¿quiere denunciar esta situación o rendir homenaje a los que excluimos por diferentes?

Las dos cosas.

¿El autor entiende la escritura sin humor? ¿Y la narrativa sin poesía? ¿O todos los géneros se superponen y participan unos de otros?

Me gusta que los géneros participen unos de otros. Qué divertido, ¿verdad? A pesar de todo, no entiendo la escritura sin humor. No entiendo nada sin humor. Bueno, miento, lo único que me cuesta entender en el humor es la poesía, y me revuelvo contra ello. Sé que tengo que quitarme muchas formas de ver que son ajenas. O mejor dicho: que son mías y que no quiero que sigan siéndolo.

En el Bar Urgel confluyen muchas historias actuales, relaciones paterno filiales, conflictos sociales relacionados también con la política… ¿las basa en casos concretos que pudo observar?

Fifty, fifty. La mayoría de esas historias las pude observar. La intervención de la escritura sobre ellas fue otra etapa, más delicada. Me preguntaba, más allá del contexto político de Bar Urgel, fácilmente reconocible por cualquiera, cómo preservar esa noción de realidad y, al tiempo, ser libre y moldear la historia en la dirección de mi deseo o de lo que ella misma fuera necesitando. Bar Urgel no es una novela de trama, y eso me provocaba vértigo.

Las personas somos seres sociales que necesitamos pertenecer a un grupo, sentirnos aceptados… pero no siempre elegimos uno que nos haga crecer y desarrollarnos. ¿Duele más observar el desarraigo de unos o la dependencia de otros?

Cada dolor es uno, y se pertenece de maneras muy diversas. No querer pertenecer a un espacio es comenzar a pertenecer a otro. A mí me duele profundamente que el ser humano siempre construya lugares en los que una persona quede excluida solo por cuestiones de aspecto físico, origen y/u orientación sexual.

La escritura es un lugar de encuentro con uno mismo y con el otro

Describen su novela como iniciática, lo que significa un cambio interno en el personaje acompañado por el lector. ¿Qué cambio emocional, en ese proceso, le ha llamado más la atención y que quiera destacar?

Que la escritura es un lugar de encuentro con uno mismo y con el otro, que modifica la realidad, que no solo somos nuestras heridas, que una amiga es un lugar al que pertenecer.

¿Estamos aceptando y normalizando el discurso del odio? ¿Es más compleja y poliédrica nuestra sociedad que la de nuestros padres?

Sí y sí. Mira en nuestro congreso de los diputados. Hoy, cada uno articula la verdad que más le complace e internet está ahí para argumentar nuestras certezas. Lo sabemos todo y nada. La verdad ya no es una; la hemos convertido en una cualquiera.

¿Para conocer la sociedad en profundidad hay que buscar en los márgenes?

La sociedad es sus márgenes.

¿Considera que es necesaria una nueva generación de jóvenes escritores que se encarguen de remover las emociones a la generación del bienestar por denunciar de manera cruda la realidad de muchos otros?

Siempre se necesita gente, da igual la edad, que remueva y se revuelva. Me cansa también la idea limitada de las generaciones. Siempre hay gente estúpida y preciosa.

Un reciente estudio sobre Juventud y Adolescencia concluye que estos están a favor de un cambio de modelo y transformación, y que otorgan mayor relevancia a los valores prosociales y postmaterialistas. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?

Me gustaría leer ese estudio. No lo sé. Cada generación lidia con problemáticas comunes a las de las demás y con las propias de su tiempo. Ojalá una sociedad menos impersonal y más humana, ojalá unas ciudades menos hostiles, ojalá que las personas y las ideas fueran más importantes que el dinero.

¿Qué mensaje y reflexión le gustaría que quedara de la lectura de su novela?

Preferiría una sensación, una textura, un recuerdo… Que posara algo en el cuerpo, lo que sea, pero en el cuerpo.

¿Qué enseñanza se queda usted?

Antes pensaba que lo mejor era la historia terminada, lo que vive en ella más allá de mi voluntad. Ahora no, ahora creo que es el propio proceso. Adoro el proceso. Es hermosamente tramposo. En él está todo.

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