En 2002, en Argentina, Mario Montesino ha logrado mejorar su situación social a través de un matrimonio ventajoso y actualmente ocupa el cargo de gerente en la empresa de la influyente familia de su esposa, Raquel. Sin embargo, asumir la responsabilidad de cuidar a una persona enferma como ella no resulta sencillo. Para encontrar un poco de paz, la pareja decide mudarse a un Country Club, una zona residencial exclusiva para personas adineradas situada en las afueras de Buenos Aires. Después de varios intentos, descubren a una criada que se muestra discreta, cuidadosa y atenta, quien parece ser la opción ideal. Se le propone que se quede como interna en el hogar. Mientras Raquel pasa gran parte del tiempo en el hospital y Mario viaja constantemente por motivos laborales, la mucama organiza su jornada para atender a ambos. A medida que transcurren los meses, un crimen ocurre en la casa, y cada uno de los involucrados tiene su propia perspectiva sobre lo sucedido. Sin embargo, ¿quién está diciendo la verdad? Comienza el relato aludiendo a tópicos: los ricos tienen rasgos distintivos que los distinguen, el tener terreno verde, las criadas siempre roban y se quedan embarazadas, comprar casas grandes para no estar nunca dentro… ¿tan poco hemos cambiado a pesar de estar en el S. XXI? No creo que tenga tanto que ver con un siglo u otro, porque los tópicos son tópicos por una razón: estereotipan el sentido común, que para seguir de refrán en refrán, es el menos común de los sentidos. Muchos de los “lugares comunes” de la novela buscan reflejar los propios prejuicios del lector, asociando siempre un discurso a una clase social, o ciertos clichés a ciertos personajes típicos de la literatura. Seguimos sacando conclusiones anticipadas sobre los demás sin apenas conocerlos, ¿es algo común a todos los mortales, sin importar sexo, grupo social o procedencia? ¿Todos tenemos prejuicios? Sin duda los prejuicios son parte de nuestra manera de ver el mundo, porque se construyen en las familias, en el sistema de medios, en el ámbito educativo y recreativo de cualquier persona. La novela intenta poner al lector frente a sus propios prejuicios, jugando con las hipótesis que elabora a medida que va leyendo. ¿El dinero es una forma de amor también? ¿Si te pagan es que te quieren…? ¿Es necesario que acabe la película para que veamos la realidad tal cual? Hace unos años las tareas de cuidado no remunerado en una familia, que históricamente se asociaban con el “amor”, comenzaron a tomarse en cuenta como plausibles de ser contabilizadas, lo que significa un verdadero salto adelante para las mujeres, que durante siglos vimos nuestro “amor” no monetizado. El dinero como sinónimo de amor es una idea de la mucama a la que no suscribo en absoluto, pero seguramente mucha gente piensa así. Sobre la película, depende; pero en este caso se hace alusión a la propia novela: que aclara muchas de sus incógnitas hacia el final. No te pagan por pensar… otro tópico… Esa frase la he escuchado en varios trabajos, no solamente para empleadas domésticas. La idea de que el trabajador tenga autonomía o criterio propio no siempre es valorada por sus empleadores, muchos de ellos quieren solo obediencia, sumisión, etc. Así que por más tópico que resulte, sigue vigente. ¿La autora sueña sueños? ¿Soñamos lo que no hicimos, como un deseo no cumplido? Sueños que no son mentira ni son verdad… Todos soñamos, algunos nos acordamos de lo que soñamos, otros no. Lo que dice el psicoanálisis es que el inconsciente expresa deseos pero también produce procesos autónomos, de duelo, de re significación, etc, durante el sueño. A mí los sueños me interesan por su capacidad simbólica, por cómo pueden en una escena muy breve hacernos ver una situación que en la vida real parece muchísimo más confusa y que en el ambiente onírico, incluso cuando es más surrealista, es más clara. La ambivalencia entre verdad y mentira en el sueño siempre se desdibuja y por eso me resultan interesante, porque todo es posible. ¿Nadie se salva solo? ¿Nos salvamos juntos? Esa frase atribuida a la abuela de la protagonista es en realidad un resumen de una frase que me encanta del educador popular brasileño Paulo Freire, a quien he leído, estudiado y admirado toda mi vida. La frase original es: Nadie salva a nadie, nadie se salva solo, los hombres se salvan en comunidad. ¿Los olores tienen un color…? Las alusiones de un sentido al otro se llaman “Sinestesia” y son un recurso muy utilizado en la literatura. En general se estila a utilizar adjetivos de un sentido asociados a otro, por ejemplo “un rojo ensordecedor” o similares. "A nivel narrativo el protagonista de un libro siempre tiene que perder primero para ganar después"¿No siempre se consigue lo que se quiere, pero sí lo que se necesita? Esa frase de la canción de The Rolling Stones ha sido una de las más importantes de mi vida, no solamente porque me ha servido para atravesar momentos en los que pensé que no había conseguido lo que quería y finalmente conseguí algo mejor (lo que necesitaba), sino también para entender el camino del héroe en literatura: a nivel narrativo el protagonista de un libro siempre tiene que perder primero para ganar después, siempre tiene que no conseguir lo que cree que quiere, para, atravesando el libro, descubrir y conseguir lo que necesitaba. Refleja muy bien las complejas relaciones humanas, amor-odio, dependencia, dominancia-sumisión. ¿Le gusta ahondar en el alma humana? Como escritora me interesan las contradicciones inherentes a los seres humanos, porque nos atraviesan a todos, pero algunos las llevan mejor que otros. En general uno quiere una cosa y su opuesto, pero pocas veces se anima a admitirlo. En el caso del amor odio queda evidenciado en la tasa de asesinatos intrafamiliares, pero en el caso del complejo amo/esclavo la cosa es todavía más rebuscada, porque el amo es amo en tanto exista el esclavo, por lo cual ¿Quién es el más poderoso de los dos? ¿Cómo es posible que sean la compasión y el amor los sentimientos que te lleven a la cárcel? El personaje que está en la cárcel lo está por muchos motivos, no solamente por haber sentido compasión y amor. Pero seguramente si uno visita una cárcel, se encontrará con muchísimas historias de criminales que delinquieron aduciendo compasión y/o amor.
¿El sentimiento de culpa, cuando la conducta se repite, desaparece? ¿Nos tranquiliza pensar que hacemos las cosas porque no teníamos más remedio? La culpa es un sentimiento inherente a los humanos, no creo que se disipe si la conducta es compulsiva (o sea repetitiva), sino más bien todo lo contrario. “No tener más remedio” es una explicación, como cualquier otra, de por qué hacemos lo que hacemos. Creo que ambas afirmaciones pueden existir en una persona: hacer algo que le da culpa pero, para mitigarla (justamente porque sí le da) inventarse que “no quedaba alternativa” o “no tenía remedio”. La gente sin culpa es considerada psicópata y no explica sus acciones, simplemente las ejecuta y ya está. ¿Es más fácil vivir las emociones en un sueño que en la realidad? ¿Quién dijo que los sueños no son la realidad? Muchas veces lo que soñamos es más real que lo que vivimos, porque no tenemos ataduras sociales o vergüenza en ser quienes somos. Sin contar que, “Lo real”, definido por Lacan, es aquello a lo que nunca accedemos. Como en la carta del Ahorcado, ¿lo bueno que te va a pasar no depende de ti? ¿No podemos elegir, no podemos decidir, no podemos defendernos? El juego con el tarot en la novela es un juego simbólico, donde las cartas anticipan lo que sucede para que el lector también genere interpretaciones e hipótesis en torno a lo que cada carta quiere decir para sí mismo, más allá de lo que dice para las protagonistas. La capacidad de acción de una persona es por definición ilimitada, pero muchas de las decisiones que tomamos no las tomamos tan libremente como pensamos, sino condicionados por nuestra propia crianza, clase social, país o cultura. Los triángulos tienen puntas… ¿alguna vez puede acabar bien una relación así, a tres bandas? Las relaciones triangulares pueden ser o no románticas: dos padres y un hijo, dos alumnos y un profesor, dos empleados y un jefe. Si prestamos atención nuestra vida está llena de triángulos en los que el poder circula de formas variadas. Mi intención con el libro era indagar en una estructura narrativa clásica de “héroe-ayudante-antagonista” en el que el lector tuviera que decidir quién era quién y eso fuera mutando en el transcurrir de la narración. ¿La muerte una a las personas más que la vida? Esa frase de una de las protagonistas del libro funciona como expiación, en la medida que su necesidad de unión para con el resto de los protagonistas es tan fuerte, que se explica a sí misma cómo van a seguir unidos aún después de la muerte. No sé si tiene razón, pero sí sé que la vida es ontológicamente superior a la muerte, porque solo puede morir algo que vivió y de esa forma la vida triunfa sobre la muerte. ¿Es mejor no tener expectativas para que la vida no te defraude? Como le ocurrió a Mario, le salió bien lo que no planeó… Creo que es imposible vivir sin expectativas, porque sería como vivir sin deseo y una persona que vive sin deseo está muerta en vida. Mario habla desde un prisma particular, en el que su personaje también se “deja llevar” por lo que aparentemente no planeó, pero que luego veremos que le conviene. Ser argentino es un deporte de alto riesgo… no hay época buena a la que volver ¿Seguimos igual? “Ser argentino es un deporte de alto riesgo” es una frase de uno de los personajes del libro porque, durante el siglo XX y XXI Argentina atravesó un sinnúmero de crisis políticas y sociales que fueron configurando la sociedad actual: más de la mitad de la población bajo la línea de la pobreza, fragmentación social, desintegración política y crisis de deuda permanente. Hoy por hoy el país se encuentra gobernado por la extrema derecha y es de asumir que siga en esa pendiente negativa, tal como marcan las estadísticas, lo cual también reafirma la frase de Mario. Impresiona cómo habla Mario de las mujeres, la suya, las compañeras de oficina, las putas… disfrutan cogiéndose al jefe. Las usa y las aparta, y afirma que a ellas les gusta el papel. Son hasta madres que se desviven; a las mucamas no tienes que salir de casa para cogerlas. ¿Seguimos teniendo tantos machos alfa? El personaje de Mario puede hablar con ese desparpajo sobre su relación con las mujeres porque el sistema hegemónico no solo lo avala sino que lo premia, tanto en 2002 como ahora. No hace falta ser un “macho alfa” para tener pensamientos, comportamientos y/o expresiones misóginas, hace falta ser un “hijo sano del patriarcado”, que ve en la cosificación femenina una manera de reforzar su valía. En el caso particular de este personaje, la paradoja se da en la medida que sin su mujer él sería solo un empleado más de su suegro, pero aún así (o precisamente por eso) la denigra. Al mismo tiempo, su suegro hereda la fortuna de su mujer, con lo cual ambos personajes (Mario y Cachito) se enfrentan en un duelo de egos que solo se sostienen con el dinero de sus respectivas esposas, no el propio. Tres personajes, tres historias narradas por ellos mismos en primera persona. Las mismas experiencias vividas de distinta manera. ¿Todos necesitamos contar nuestra historia a otro para justificar nuestros actos? ¿La hacemos así más real o nos tranquiliza la conciencia? Cuando uno relata un recuerdo a otra persona lo hace para empatizar pero también para contárselo a sí mismo, como una reafirmación de nuestros propios valores y deseos, porque desde su origen la sociedad necesitó narraciones para entenderse a sí misma, configurarse y construirse. El desafío de la novela era que a partir de los relatos de los hechos, aparentemente “objetivos” los lectores conocieran a los personajes y empatizaran con ellos, además de elaborar hipótesis sobre lo que “realmente aconteció”. Puedes comprar el libro en:
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