"Sonata del diablo" tra de la oportunidad de cambiar su destino se presenta para Lorenzo Ancelli, el hijo mayor de un modesto molinero en la aldea de Crotà, debido a la orfandad. Su educación en el colegio jesuita de Cremona despierta su pasión por la música, lo que le lleva a convertirse en aprendiz de lutier bajo la tutela del maestro Stradivari y a desempeñarse como violinista en la capella del Duomo. Al mismo tiempo, sus conocimientos en matemáticas lo impulsan a incursionar en el arriesgado mundo de los juegos de azar. Como preceptor musical de Bianca Stanga, establecerá una sorprendente relación con la joven noble, lo que lo obligará a huir por las principales ciudades musicales de Europa, siempre acompañado por un misterioso violín. En su camino se cruzarán figuras destacadas como Corelli, Tartini, Delalande y Bach. La novela está construida con la estructura y el tempo de la célebre obra homónima atribuida a Tartini, es un homenaje a la búsqueda de la belleza, a la amistad incondicional y a los amores escritos tanto con mayúsculas como con minúsculas; además, rinde tributo a la música misma, transportándonos a los inicios del siglo XVIII gracias a una meticulosa y exquisita recreación histórica. ¿El silencio da sentido a la música, como la muerte a la vida? Así es. “Vida” y “muerte” no son simples contrarios o antónimos. A los seres humanos nos define y condiciona más el hecho de ser mortales que el de ser vivos. Sin la certeza de la muerte, la vida no tendría sentido. Sin el silencio tampoco la música lo tendría. ¿Dónde encuentra el autor esos espacios de silencio para seguir creando? En el silencio de la lectura. Soy un lector que escribe. Las imágenes y las ideas literarias van germinando al hilo de otras lecturas, cobran forma poco a poco y alimentan la necesidad de contar otras historias, que en un momento dado se convierte en acuciante. Luego viene lo más difícil: robar el tiempo necesario para plasmarlas cuando uno no puede vivir de este oficio. Venecia, Praga, Dresde… ha realizado un largo viaje para documentar su historia, ¿cómo ha sido? ¿qué dificultades ha encontrado? ¿cuánto ha durado? Siempre digo que, al afrontar una novela ambientada en el pasado, la tarea más ardua y fascinante a la vez es la documentación. La investigación requiere método y más tiempo que el de la propia escritura. Abundan las fuentes históricas sobre la vida pública, pero lamentablemente la vida privada está mucho menos documentada. Y necesitamos conocer muchos detalles de la vida cotidiana para componer un relato honesto, que lleve al lector a una ficción verosímil y respetuosa, al menos si no queremos que nuestra novela se convierta en ciencia ficción. A mi modo de ver, los documentos más útiles son las propias autobiografías y los epistolarios de los contemporáneos, que suministran un sinfín de detalles muy valiosos para construir ese escenario mágico del pasado. El autor realiza una exquisita recreación histórica en esta obra. ¿Cómo se siente al obtener el 56º Premio de Novela Ateneo de Sevilla? Tras la lógica satisfacción inicial, uno se siente un poco abrumado. Ver tu nombre junto al de autores como Juan Marsé, Eslava Galán, Espido Freire, Luca de Tena, Caballero Bonald, y tantos otros que son historia de la literatura española, produce cierto vértigo. ¿Puede haber algo más maravilloso que recorrer lugares, países, periodos, historia… a través de la música? Las novelas históricas o ambientadas en un tiempo pasado gustan por algo obvio: nos invitan a un viaje físicamente imposible. Si añadimos a ese viaje un tránsito por instantes cruciales en la historia de la música, le añadimos un valor especial, y creo que no solo para los amantes de la música en general. Los músicos, y en particular los personajes que definieron este arte entre los siglos XVII y XVIII, son personajes en verdad fascinantes, “novelescos” por así decirlo. Para mí, ese viaje ha estado plagado de descubrimientos y emociones, y espero que también para el lector. "Me interesa contar una historia sobre esta injusticia social y el poder del conocimiento y del arte como impulso revolucionario"¿Cómo nació la idea de un libro con un título tan desasosegante? Según cuenta la leyenda, El trino del diablo fue dictada en sueños por el mismo diablo a Tartini… Eso dice la leyenda. Sonata del Diablo es el título de la novela y de uno de sus capítulos. Fue un buen amigo quien me lo sugirió, en realidad. La chispa de la novela surgió de una pregunta que me hice al hilo de la Inteligencia Artificial. Me pregunté qué creación material del ser humano no había podido ser superada por la tecnología. Y concluí que solo había una respuesta: el violín Stradivarius. Empecé a estudiar sobre el personaje y su arte, sobre la Cremona de la época, sus clientes y una cosa me llevó a la otra. Los genios de la música hasta Beethoven eran considerados poco más que como lacayos o artesanos, como un buen palafrenero o un abate. No podían ascender en la escala social y dependían de la munificencia de nobles mucho más lerdos que ellos. Me interesaba contar una historia sobre esta injusticia social y el poder del conocimiento y del arte como impulso revolucionario. Tartini, el autor de la Sonata del Diablo, es uno de los personajes de la novela y el papel del diablo inspirador tiene algo que ver con esa rebeldía que explica la trama. La estructura de la novela es una sonata en tres movimientos, que se corresponden con la exposición, el desarrollo y la recapitulación. ¿Le ha costado adaptar la trama para que encajara perfectamente en los distintos movimientos? La verdad es que no, porque no fue intencional. Al terminar la novela, se hizo patente que había tres partes muy diferenciadas, en efecto, pero no fui consciente de ello hasta terminarla. En la primera, con un movimiento lento (larghetto) se nos presenta el personaje en su infancia y adolescencia, cuando se conforma su carácter. En el segundo, se desata la acción principal a través de su vínculo con una noble, Bianca Stanga, y el movimiento idóneo es allegro. El desenlace, como suele ser habitual en las composiciones musicales, se presta a un movimiento más acelerado (andante y luego allegro assai). Tal vez me lo había inspirado al Diablo o el propio Tartini, pero como no suelo recordar mis sueños...
Ha destacado que este libro es el más personal… ¿Qué ha puesto en él para que sea así? Es mi novela más íntima, sin duda. Lorenzo Ancelli, el personaje principal, nos cuenta su vida a través de una visión tan retrospectiva como introspectiva, cuando ya ve muy cercano el final. No solo confiesa algunos hechos extraordinarios, sino que reflexiona sobre el sentido de la vida y la condición humana. Y buena parte de esas reflexiones revelan mi propia filosofía o criterio acerca de la existencia y las relaciones humanas. ¿Escribir en primera persona da verosimilitud a la trama, y es más fácil provocar emociones en el lector? ¿Busca que se implique desde la primera frase y no puedan abandonar su lectura? Exacto. Utilizar la primera persona te permite que el personaje conecte de manera directa e individual con el lector. El reto es que ese mensaje sea tan vivo que lector se olvide del autor y aborde la lectura como si oyera al personaje. Para conseguirlo, es necesario que te hable con el estilo y las palabras con que lo habría hecho en verdad hace trescientos años, y ello exige un ejercicio de reconstrucción lingüística y literaria de gran envergadura y mucho riesgo. ¿Podemos entender la música clásica sin conocer la historia de la Italia del S. XVIII? Podemos disfrutarla, pero quizás no entenderla del todo. Bach, Händel, Mozart y los grandes compositores bien conocidos del siglo XVIII probablemente no pueden explicarse si no conocemos qué acontecimientos extraordinarios se produjeron en Italia desde el siglo XVII. En ese tiempo, músicos italianos, muchos desconocidos, pusieron los cimientos de un arte nuevo y de géneros novedosos, como la ópera sin ir más lejos. Y grandes artesanos perfilaron los instrumentos, especialmente de cuerda, sin los que una orquesta hoy en día no podría entenderse y que aún no han sido superados. No soy musicólogo y, por tanto, mi criterio en este punto es prescindible, pero tal vez los verdaderos expertos puedan apreciar esta llamada de atención, para los aficionados como yo, sobre la existencia de obras de belleza inigualable que no suelen prodigarse en los catálogos habituales. ¿Con qué personaje se identifica más el autor y por qué? Con todos, seguramente, de alguna forma. Hay muchos aspectos de la infancia y de la juventud de Lorenzo Ancelli y de Bianca Stanga que en cierto modo reconozco en mi propia vida: el papel de la música para abrir mi mente a otras artes, como la literatura, y también a la ciencia; sus reflexiones y actos que confirman una visión epicúrea de la vida. Y espero que también la sabia sencillez del maestro Stradivari, que encaja de alguna manera con esa misma visión. Personajes que existieron, historia perfectamente documentada, trama bien construida, sentimientos, emociones, aventuras, amores, música, ritmo, vocabulario adaptado a la época… ¿dónde pone el énfasis para crear una buena obra literaria? Cuando escribo aspiro a crear una obra literaria. Lo apuesto todo a la calidad de la prosa, a riesgo de perder. Pero mantengo con firmeza que una obra de calidad literaria no tiene por qué ser tediosa ni mucho menos difícil de leer; debe construirse sin aristas y mecerte de alguna manera, de principio a fin. Y, en segundo lugar, debe ser capaz de transmitir emociones intemporales, con las que el lector en todo tiempo y lugar se identifique y se reconozca. Esa concordancia del espíritu del escritor con el propio del lector es el verdadero propósito del acto de comunicación que entraña cualquier obra de arte. En la novela se dice en algún pasaje que cualquier libro acaba siendo, a la postre, la voz con que te habla un muerto. Cuando leemos una obra de Flaubert o de Cervantes, oímos su voz. El arte trasciende a la propia vida y la muerte no le priva de su sentido. ¿Qué sentimientos quiere provocar en el lector y qué mensaje le gustaría que le quedara de Sonata del diablo? Me gustaría que compartiera las emociones de Lorenzo Ancelli y que, como me ocurre a mí con los buenos libros, sintiera ese feliz desasosiego de esperar la hora del día en que podrá retomar la lectura. Que, al concluirla, no arroje el libro sobre un montón pensando ya en qué va a leer a continuación, sino que suspire con el agradable regusto del eco de las últimas palabras, convencido de que la inversión en tiempo y dinero le ha compensado con creces y sospeche que algún día habrá de releerlo. Y en cuanto al mensaje, prefiero que el lector elija entre los que le va a brindar Lorenzo Ancelli, aunque uno en particular, con el que concluye uno capítulos, puede que sea el epítome de todos ellos: “Escucha la música…y ama, ama mientras te quede aliento…” Puedes comprar el libro en:
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