Ha publicado libros de diversos géneros literarios y esta es su primera novela, ¿le ha costado escribirla?
Sin duda, ha sido un proceso mucho más exigente, comparado con los libros de cuentos infantiles o incluso con los poemarios. Afrontar una narración larga por primera vez es abrir la puerta a un montón de bloqueos, dudas y miedos, pero hay que tener claro que este tipo de obstáculos son necesarios y que también forman parte del propio acto creativo. En total, han sido algo más de siete meses a un ritmo muy intenso que me he impuesto yo misma, trabajando de lunes a domingo siempre que era posible (o todo lo que me permitía la conciliación, más bien). En cualquier caso, me pareció que zambullirme hasta el fondo en la novela era la única manera de sacarla adelante.
Es periodista, escritora y poeta ¿con cuál de los tres oficios se queda?
El periodismo lo separo más de mi esencia por tener unos códigos más marcados e implicar más objetividad. Sin embargo, al ser tan vocacional y utilizar la herramienta de la escritura, siempre me va a costar considerarlo solamente un medio para ganarse la vida. ¡También es un arte! Ser poeta, por otro lado, no lo siento tanto como un oficio, en mi caso es casi una condición que viene de serie. Observar y tratar de explicar el mundo a través de rimas y versos es algo que me sucede desde que era una niña. Y mi forma de escribir en muchos aspectos surge de esta mirada poética que me fascina. En el campo de la novela, me siento profundamente primeriza. Cuando publique más títulos, quizá llegue a creer que soy algo parecido a una escritora; de momento, contemplo este oficio desde un segundo plano. Al final, es una carrera de fondo a la que acabo de unirme.
María, su libro lleva por título Morderse la Lengua ¿en estos tiempos que corren es necesario hacerlo?
Estamos viviendo un momento profundamente sensible, lleno de cambios, en el que nos toca ser muy empáticos y valorar qué mensajes emitimos para que no resulten hirientes o abusivos para otros. Además, ya no sirven muchas fórmulas lingüísticas del pasado. Así que, más que morderse la lengua, es primordial pensar qué se comunica, a quién y cómo, teniendo en cuenta las consecuencias que puede acarrear nuestro discurso.
¿Le ha costado documentarse para escribirlo?
La documentación de la novela ha sido bastante natural. Nace de la propia curiosidad por indagar en ciertas materias, como los límites del lenguaje o la explicación que ofrece la ciencia frente a hechos que algunas corrientes populares o cabalísticas tildan de sobrenaturales. Tampoco pretendía llegar a ninguna verdad categórica ni mucho menos sentar cátedra. Mi intención ha sido siempre la de poner encima de la mesa diversas cuestiones, a menudo contradictorias, que me resultan interesantes. Para ello, he leído mucho, sobre todo artículos escritos por investigadores o entendidos en dichas materias, y, a partir de ahí, he procurado sacar una lectura que fuera comprensible para todo el mundo. Siempre con un toque personal, desenfadado y didáctico, desde la humildad de alguien como yo, que no soy ninguna experta en nada.
El libro cuenta la historia de dos hermanos ¿tiene algo de autobiografía esta novela?
La trama de la novela bebe muchísimo de mi autobiografía, si bien no tengo un mellizo ni tampoco sé mucho acerca de este tipo de hermanos más allá de lo que he podido aprender sobre su relación mientras me documentaba. Al final, se trata de cómo vivimos una conexión muy estrecha con otra persona y eso sí es universal. Otras cuestiones que trata la novela, como la infancia durante la década de los ochenta y noventa, haber estudiado en un colegio de curas, pertenecer a un determinado círculo social, el acompañar a alguien durante una enfermedad como el cáncer y la travesía que supone un duelo a destiempo sí que están basados en mi propia experiencia.
Esta historia transcurre en Barcelona ¿por qué eligió esta ciudad y no otra?
Supongo que es porque he vivido toda mi vida en Barcelona y, por tanto, conozco bien algunos de sus barrios y esto me servía para crear escenarios creíbles y que aportaran significado a la historia que estaba contando. Aunque hay detalles muy representativos de esta ciudad, a la vez creo que Morderse la lengua podría transcurrir en cualquier otro entorno urbano de características parecidas.
¿Se ve reflejada en algún personaje de los que aparece en su libro?
Alicia, la protagonista, es bastante parecida a mí en muchos aspectos, eso es innegable para quien me conozca. Pese a todo, no la veo tampoco como mi alter ego. Para mí, es un personaje independiente al que he dotado de algunos de mis rasgos pero que piensa y decide por sí misma. Mientras escribía me planteaba, ¿cómo reaccionaría Alicia ante este hecho? Como si ella tuviera una capacidad propia de pensar y proceder según su pasado, sus valores y su particular manera de ver el mundo. En algunas situaciones, actúa como lo haría yo, pero en otras no lo hace en absoluto.
¿Hay palabras buenas o malas?
Las palabras son como las emociones. ¿Es buena la alegría? ¿Es mala la tristeza? Está claro que hacen referencia a un significado más o menos agradable y ayudan a designar una realidad, a adaptarnos al medio, a ordenar las ideas. Otra cosa es el valor que adquieren según el contexto y la persona o el emisor que las transmite. Habrá que ver entonces si su intención o su efecto es positivo o no. Desde luego, las palabras tienen mucho poder y depende de nosotras y nosotros qué hacemos con él.
¿Hay límites en el lenguaje?
Desde el momento en que el lenguaje es capaz de nombrar y dar luz a situaciones antes invisibilizadas, quiere decir que había un silencio que era necesario romper. Por lo tanto, sí, hay límites, porque no todas las realidades sociales tienen la suerte de contar con un nombre que las defina. Poco a poco, vamos difuminando fronteras y derribando muros a través de las palabras, pero aún queda mucho por hacer, como ayudar a que más personas tengan voz o accedan al privilegio de desarrollar sus capacidades comunicativas.
¿Quién los impone?
¿La sociedad? ¿El sistema? ¿Los medios de comunicación? Todas y todos podemos hacer algo para que el lenguaje deje de ser una herramienta limitante, escogiendo de forma consciente los libros que leemos, la cultura que consumimos, los mensajes a los que damos like en redes sociales… Procurando también que nuestra forma de expresarnos mediante las palabras sea más inclusiva y feminista. El lenguaje es, al fin y al cabo, un reflejo de nuestro pensamiento y eso no hay que olvidarlo nunca.
¿Morderse la Lengua tendrá continuación?
Creo que no. Quizá la trama no ofrezca una conclusión súper cerrada porque no es un final al uso, pero sí considero que es el final de la evolución de la protagonista, el momento en el que las piezas de su vida vuelven más o menos a encajar en la rueda para que ésta siga girando después de un parón, de una pérdida terrible. El cometido de Alicia era afrontar su herida, asumir con paciencia la recomposición, aprender a convivir con las cicatrices vitales y encontrar palabras para definir su nueva realidad.
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