Su obra sobre Marco Lemurio inaugura la colección de novela histórica de Desperta Ferro, el otro autor escogido es uno de la “casa” José Soto Chica. Así que el inicio no puede ser mejor. Su obra sobre Tiberio Graco va a necesitar dos voluminosos tomos. Pronto conoceremos la segunda parte de esta novela biográfica que nos anticipa que estará antes de medio año en las librerías.

“Cuando me puse a escribir la novela sobre Tiberio Graco lo anuncié en las redes sociales y un editor contactó conmigo para saber más sobre ella. Alberto Caamaño me demostró tener interés en la obra y me dijo que saldría con Desperta Ferro”, cuenta el autor madrileño y añade, “la figura de Tiberio Graco me ha gustado desde la adolescencia. Siempre me ha fascinado, tenía una sensibilidad social y una forma de interpretar la sociedad de su tiempo extraordinaria. Llevó a cabo una serie de reformas muy importantes, lo que generó envidias y acabaron asesinándolo”. Algo muy típico en las élites de la sociedad de Roma.

Sin embargo, para los romanos de generaciones posteriores fue todo un mito, un héroe. “He buceado durante años en su figura, leyendo todas las obras que fueron cayendo en mis manos y en varios idiomas. Estudié su carrera militar, política y sus relaciones familiares. Su madre Cornelia fue hija de Escipión el Africano. Él estuvo en Cartago, fue de los primeros en saltar su muralla, y fue cuestor en Hispania. El sonoro fracaso de Numancia le pasó factura, aunque salvó a muchos legionarios de la muerte, por lo que fue muy querido”, cuenta con pasión este profesor de secundaria que divide su tiempo entre la enseñanza y la escritura.

La obra está dedicada a su padre que falleció en 2020. “Mi madre me decía a menudo que tenía que dedicar una novela a mi padre. No ha sido hasta esta cuando he sentido que era una obra que hubiese disfrutado con ella. Una novela de la que se hubiese sentido orgulloso”, desgrana el autor madrileño.

“Una novela histórica tiene que cuidar los aspectos literarios, además de la rigurosidad histórica”

Hablamos, a continuación, sobre lo mucho que se publica de novelas de corte histórico. “Hay una sobreabundancia de obras. El mercado está muy saturado y hay que tomar conciencia de que hay que editar bien. Una novela histórica tiene que cuidar los aspectos literarios, además de la rigurosidad histórica”, expone el autor de la novela sobre Marco Lemurio, con la que cree que “he dado un paso de madurez con el género. Una novela histórica pura y dura que tiene mucha carga militar. He procurado esa rigurosidad porque hay mucho historiador puñetero que sólo se fija en los errores”.

“Todavía queda mucho por contar de la historia de Roma. Yo me fijo mucho en los personajes de las clases más populares, de la plebe. Casi todos los principales personajes de Roma ya han sido tratados, quedan muy pocos y uno de ellos era Marco Lemurio. Además, me apetecía escribir una novela histórica 100%”, explica Luis Manuel López Román que hasta ahora había publicado novelas históricas donde los protagonistas eran personas anónimas, que no anodinas.

En la vida de Tiberio Graco, destacan tres temas principales: política, guerra y ambición. “Sobre todo, la novela, trata la infancia del protagonista. Aunque están los tres elementos en estado embrionario. Él tuvo una ambición muy fuerte. Hay que recordar que fue el nieto de Escipión y en Roma las formas para llegar al poder eran el ejército y la política. Demostró mucha ambición, pero también su preocupación por el pueblo. Con 38 años fue tribuno de la plebe, algo bastante inusual”, recuerda el autor.

Muchos historiadores han tratado a Tiberio de forma errónea

“Muchos historiadores han tratado a Tiberio de forma errónea. Siempre se le compara con los Graco. Él tenía un proyecto diferente. Se le trató como un revolucionario, por eso le asesinaron. En realidad, era más bien conservador, preocupado por la falta de campesinos que tenía Roma en ese momento histórico. Repartió tierras porque era la forma de tener hombres para las legiones y porque se necesitaba mucha mano de obra. Esto ya se hizo 200 años antes. Estaba preocupado por esa falta de soldados”, analiza con vehemencia Luis Manuel. Su cruenta muerte hizo que pasase de ser un personaje histórico a un mito.

Otro personaje que toma mucha relevancia es la madre de Tiberio Cornelia. “Estuvo a punto de robarle el protagonismo. Su presencia en la educación de sus hijos fue palpable. Era bastante manipuladora e influyente. Sobrevivió a sus dos hijos”, recuerda el escritor, y agrega, “Tiberio supo estar a la altura de su clase social, la de caballero que no estaba en el Senado. De ahí que fuese importante para él conseguir ser Tribuno”.

“Tiberio Graco fue el primero en comprender que no se podía gobernar sólo desde el Senado. Era muy avispado y se dio cuenta de los vientos de cambio que se respiraban en el siglo II a.C.”, señala y nos recuerda que los españoles tenemos mucho de romanos. El humor y la mentalidad han cambiado muy poco en estos dos milenios. Tampoco la corrupción que había y que sigue habiendo. “Las reformas que emprendió se explican con la esencia más primigenia de Roma”, sentencia.

Para finalizar, nos dice que “esta novela no se limita a hablar de los grandes personajes o de la aristocracia. Nos detenemos en las relaciones de poder, de ahí que sea la novela transversal que haya escrito. Tiberio Graco tuvo una visión del futuro que otros no tuvieron”, concluye.

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