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Reseña

Por un feminismo incluyente de las múltiples disidencias contra una misma opresión. "Mi herida existía antes que yo" de Laura Llevadot

sábado 07 de diciembre de 2024, 12:11h
Mi herida existía antes que yo
Mi herida existía antes que yo
En el paradigma del feminismo actual, a menudo es complicado encontrar autoras que traten de manera tan sensible y elocuente los temas que 'Mi herida existía antes que yo' aborda. Este libro nos lleva a cuestionarnos cosas sobre nuestro propio comportamiento, nuestra personalidad, nuestro género, nuestro deseo, nuestra expresión, etc. Además hace un análisis detallado de la realidad social, señalando y comentando los principales problemas y retos a los que se enfrenta el movimiento feminista a día de hoy, apuntando además algunas claves para la superación de éstos.
En general es un libro que nos invita a la introspección y la reflexión sobre el mundo, el sistema y la violencia que ejerce y sobre el papel que jugamos cada une de nosotres en todo esto.

1.- El libro.

Como ya comentaba brevemente en la introducción, 'Mi herida existía antes que yo' es un ensayo que hace un recorrido por los distintos temas, problemáticas, retos, etc. a los que se enfrenta el feminismo actualmente. Así, a lo largo de estas 200 páginas la autora nos lleva a dudar sobre todo aquello que sin querer naturalizamos, que sin querer damos por hecho, por normal. Nos invita a cuestionarnos la norma y quien nos la impone, así como el papel que tenemos todes y cada une de nosotres en la perpetuación de la misma a través de nuestra participación en la vida social. Esto engloba desde los grandes clásicos de la literatura, hasta la construcción propia del lenguaje, pasando por supuesto por la construcción del género y su performatividad.

2.- La autora.

Laura Llevadot es una autora licenciada en filosofía en la Universidad de Barcelona, donde actualmente imparte clases de filosofía contemporánea. Sus investigaciones están orientadas alrededor de la filosofía francesa del siglo XX. Tanto desde el ámbito de la docencia como desde el de la investigación aborda problemáticas relacionadas con la deconstrucción de las subjetividades y de las identidades comunitarias.

3.- Temas principales del ensayo.

3.1.- Representación de la mujer: en el arte, en la cultura, en el imaginario popular. Estereotipos y construcción de la feminidad.

A lo largo de la historia, las mujeres hemos ocupado con mucha mayor frecuencia el papel de musas que el de artistas. Así, la representación que ha ido formándose de nuestra imagen es aquella construida, dibujada, perfilada y escrita por los hombres. Tanto la categoría de hombre como la de mujer son categorías que han ido creándose culturalmente, pero la llave de la creación de la cultura ha estado históricamente reservada tan solo a uno de los géneros. Por tanto, pese a ser el género una construcción, la autora plantea que no lo somos de la misma manera.

Creemos que todo lo que conforma nuestra cultura, es decir: la historia, la filosofía, la literatura son neutras y universales. Sin embargo, cuando nos acercamos a mirar quiénes son los nombres que han ido conformando todas esas disciplinas nos damos cuenta de que la universalidad brilla por su ausencia. Nos encontramos en su mayoría con hombres blancos, ricos y occidentales. Y por mucho que a ellos les guste creer en su capacidad para abstraerse de sí mismos y del privilegio que los envuelve, el hecho de que la construcción de la cultura haya estado siempre en manos masculinas tiene como resultado que (en palabras de la propia autora) "lo que hasta ahora se ha llamado universal y neutro es en realidad falocéntrico y androcentrado, y que es normal que así sea" y así a partir de esa imagen de universalidad que se autoimpuso, lo masculino comenzó la construcción de lo femenino como "lo otro" pero de eso hablaremos en profundidad más adelante.

De esta manera, la herencia patriarcal de la que venimos ha ido creando y forjando a través de todas las manifestaciones culturales posibles la romantización de la violencia, la construcción de un deseo femenino basado en la sumisión, la cultura de la violación y un concepto de feminidad que no sólo nos deja como débiles sino que a menudo también nos posiciona como putas o santas, categorías estanco que no permiten mayor profundidad a nuestros personajes, que están siempre puestos para el desarrollo personal de algún hombre.

Como decía Beauvoir: no se nace mujer, se llega a serlo, se aprende a serlo. Y tenemos a nuestra disposición desde que nacemos toda la información para aprender a serlo. Para aprender a interiorizar esa opresión que nos caracteriza, aceptarla igual que nos vemos obligadas a aceptar todos los estereotipos que nos conforman. Aprendemos incluso a desear esa opresión y sumisión.

Además, me gustaría añadir que no es solo esto, que no se queda aquí. Nos enfrentamos no solo a una desigualdad histórica que se ha encargado de negar a las mujeres el acceso a toda forma de cultura, sino que además continuamos ocultando a aquellas mujeres que contra todo pronóstico y enfrentándose a viento y marea, u ocultas entre las sombras (muchas veces las sombras de sus hermanos o maridos), fueron capaces de escribir, de dibujar, de crear…

Porque pese a todo, esas mujeres existen y su obra pervive, pero conscientemente se elige una y otra vez promocionar, visibilizar y enseñar la de sus contemporáneos hombres. Para ver esto no hay más que acercarse a cualquier temario, de cualquier disciplina y de cualquier nivel educativo. No hay mujeres. Y considero que uno de los pasos imprescindibles que debemos dar en la construcción de una cultura es que sea capaz de reflejar una realidad más allá de la conformada por los estereotipos que carga y ha cargado la mirada masculina a lo largo de la historia; visibilizar a todas esas escritoras y artistas que han ido creando desde otras perspectivas.

3.2.- Construcción del género: de lo masculino y "lo otro".

La autora habla de cómo nuestro concepto de masculinidad comenzó a forjarse durante el Imperio Romano, una erótica que liga la sexualidad y el poder. No separaban entre homosexualidad y heterosexualidad, sino entre actividad (lo masculino y varonil) y pasividad (mujeres, niños, esclavos). La reciprocidad y el amor no son aspectos que se valoren o se tengan en cuenta y las violaciones eran frecuentes y naturales. Llevadot pone el ejemplo de una obra clásica de Terencio, La suegra. Aquí una joven se queda embarazada mientras su marido está fuera, lo cual es todo un escándalo pero tan sólo hasta que se descubre que realmente fue el marido quien la violó días antes de la boda, cuando todavía no se conocían, resultando entonces en un final feliz, puesto que el violador era realmente el marido. El problema no es la violencia, sino quién tiene derecho a ese cuerpo. Y es interesante la vigencia que tienen a día de hoy muchos de estos conceptos asociados a la masculinidad, al deseo de poder, y el deseo, y el poder.

A lo largo del libro, Laura Llevadot se dedica a cuestionar todo aquello que hemos construido socialmente, y el género, por supuesto, no va escapar a esto. Como ya habíamos introducido en el punto anterior, la historia y la cultura en general se han asegurado de calificar a lo masculino como lo neutro y lo universal. Por eso, volviendo al concepto de la construcción de lo femenino como "lo otro" me gustaría traer de nuevo la famosa y tan repetida cita de Beauvoir haciendo especial hincapié en la algo menos conocida continuación de la misma: "No se nace mujer, se llega a serlo (...) solo la mediación ajena puede convertir al individuo en alteridad".

Y es que ¿qué es lo femenino sino la creación de todo aquello que la masculinidad desprecia?

Lo masculino se construye a sí mismo con pretensiones de grandeza, neutralidad y universalidad, arrojando todo aquello que no le interesa al cajón de sastre de lo femenino. De esta manera la autora propone romper con la asimilación de masculino-hombre // femenino-mujer. En lugar de eso propone que hablemos de lo masculino y "lo otro". Esta nueva categoría engloba a las mujeres, a las personas trans, a los homosexuales, en definitiva a cualquier forma de alteridad, a cualquiera que se atreva a desmarcarse de los estrechos parámetros que rige la masculinidad hegemónica.

Al hablar del género es muy difícil no hacerlo también del cuerpo. En ese sentido, Llevadot hablará de que el cuerpo natural no es más que un mito a estas alturas. Para esto comienza hablando de Butler y de como ella decía que el sexo es un efecto del género y no al revés, refiriéndose a que pese a ser todes nosotres seres culturales, crecemos en una cultura que se siente con la potestad de categorizar como naturales a algunas de sus producciones, véase la sexualidad binaria. Desde que nacemos se nos categoriza a través del nombre, de las perforaciones en las orejas, de los estereotipos sexistas e incluso de las intervenciones quirúrgicas a bebés intersexuales. De esta manera Llevadot afirma que "El cuerpo natural no existe. El cuerpo está desde siempre intervenido, textualizado, sexualizado. El origen es ya una prótesis".

3.3.- Interseccionalidad: clase, raza, discriminaciones múltiples e interacción de las mismas con el género.

La construcción de la identidad de las mujeres se forja a través de asumir, asimilar e interiorizar un patrón de dominación. La cita de Virgine Despentes "los cuerpos de las mujeres pertenecen a los hombres en la medida en que los cuerpos de los hombres pertenecen al capital en tiempos de paz y al Estado en tiempos de guerra" señala la condición sexuada de la opresión de la mujer dentro del sistema capitalista. Es decir, los hombres actúan como mercancía para el sistema en tanto que mano de obra a la que explotar a base de comprar su fuerza de trabajo y los cuerpos de las mujeres, además, actúan como mercancía en tanto que objetos sexuales.

Todes sufrimos opresión por el sistema socioeconómico en el que vivimos, pero no se manifiesta de la misma manera, puesto que en nuestro caso se entrecruza con la opresión de género. Así, desde que nacemos sentimos encima de nosotras la presión que impone el patriarcado: presión estética, social, sexual, intelectual, etc. Desde cómo debemos vestir: qué es apropiado, qué no; hasta cómo debe ser nuestro cuerpo: lo suficientemente delgado, lo suficientemente atractivo… Los estándares se construyen de manera en la que nunca van a poder alcanzarse y de manera en la que consigan hacernos sentir que si queremos acercarnos a la tan ansiada perfección la única manera de hacerlo es a través de la compra de equis crema, tal dieta, etc.

Y de la misma manera, la misoginia que vivimos puede sumarse al racismo en el caso de las mujeres racializadas, al clasismo en el caso de las mujeres trabajadoras o a la homofobia y transfobia en el caso de las personas queer. Entender las opresiones de manera aislada nos lleva inevitablemente a pasar cosas por alto, a obviar detalles (especialmente de aquello que no vivimos) y resulta en análisis incompletos, erróneos y excluyentes, incapaces de atender a la diversidad que existe dentro de la categoría de "mujeres".

Uno de los ejemplos que propone el libro para hacernos comprender este cruce de violencias es el de la realidad de muchas mujeres latinoamericanas, que a menudo al disponerse a migrar deciden tomar pastillas anticonceptivas para prevenirse de los resultados que podrían acarrear las violaciones que prevén sufrir. El miedo a la violencia sexual, por desgracia, no es ajeno a ninguna mujer, sin embargo no conozco a ninguna que tome anticonceptivos al salir de casa "por si acaso". A esto dice Llevadot que "la estructura es la misma, pero sin duda los grados de violencia no lo son".

3.4.- Violencia: consentimiento, deseo, violencia sexual, violencia estatal y estructural.

Como mujer, puedo hablar en primera persona de cómo la violencia se ha manifestado, aunque de maneras distintas, como una constante a lo largo de toda mi vida, por el hecho de haber crecido y socializado siendo percibida como mujer. Desde muy pequeñas, interiorizamos y asumimos la violencia en sus diferentes formas como una parte más de nuestras vidas: naturalizamos la opresión. En el libro se habla de esta naturalización y de cómo ésta actúa prácticamente como mecanismo de supervivencia.

Como decíamos, estas violencias, aunque comparten un origen común se manifiestan de formas muy distintas, pero una de las formas más claras en las que las mujeres y las personas con cuerpos feminizados recibimos la materialización de esta violencia sistemática es a través de la violencia sexual. Aquí tiende a ponerse en el centro, especialmente en el discurso político y jurídico, la noción de consentimiento. Este concepto es el que se utiliza para determinar si hubo o no agresión, si hubo o no violación. Llevadot habla de la necesidad de problematizar esta noción, argumentando que las mujeres no consentimos sino que deseamos o no deseamos. El discurso político que ahonda en la eliminación de esta violencia tiene que ser capaz de dar un paso más y

¿De dónde viene el odio hacia las mujeres y los cuerpos feminizados?

Pensar en los violadores o maltratadores como la excepción: tuvo una infancia difícil, o un padre alcohólico, o una madre ausente, o una experiencia violenta que lo marcó; es sinónimo de no comprender el origen estructural de esta violencia ni la perpetuación institucional de la misma. La violencia sexual, a menudo, no tiene como origen el deseo, sino que suele estar mucho más relacionada con el castigo y la ley. Se trata de poder, se trata de imponer un castigo a las mujeres simplemente por el hecho de serlo. "El violador y el maltratador están de lado de la ley. Se identifican con ella. Por eso a la ley le tiembla el pulso a la hora de juzgarlos. Nunca habrá pruebas suficientes. En un Estado de derecho la violencia se ha de probar, excepto aquella que ejerce el propio Estado, la que silencia y promueve, la que constituye desde su origen, la violencia de la ley".

- Conclusión.

Creo que este libro está escrito desde la necesidad. En las primeras páginas podemos leer a la autora afirmando que "no se escribe, ciertamente, por necesidades literarias, sino por la necesidad que la vida tiene de expresarse". Y eso se palpa a lo largo de la lectura de 'Mi herida existía antes que yo'. Parece un libro que necesitaba ser escrito tanto como necesita ser leído. Y en ese sentido creo que la lectura de este libro es clave para la construcción colectiva de un feminismo que sea verdaderamente incluyente con todas las identidades que necesitan cabida dentro, un feminismo capaz de ser autoconsciente y repensar sus propios límites. Un feminismo capaz de no quedarse atrás ni de convertirse en un objeto de opresión para aquellas disidencias a las que no se molesta en intentar entender, pero cuya opresión proviene de la misma fuente que la de las mujeres.

Cuando hablamos de feminismo y de la desigualdad que sufrimos las mujeres es fundamental tener siempre en mente que hablamos de un grupo de gente muy grande, en absoluto homogéneo. Olvidar esto implicaría acabar en un feminismo que se centra únicamente en el yo y por tanto además de excluyente resulta pobre e insuficiente. No es ese el mundo en el que quiero vivir, no es el horizonte al que aspiro llegar, por eso es tan necesaria la construcción de un movimiento mucho más amplio, que sea capaz de incluir en sus análisis todas estas realidades.

- Bibliografía.

LLEVADOT, L. (2022).- 'Mi herida existía antes que yo'. Barcelona: Tusquets.

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