En este tiempo de escándalos mediáticos en cascada, viene a cuento contextualizar la condición humana desde el contraste histórico. Les avanzo mi conclusión: salimos perdiendo. Hasta cabría decir que involucionamos.
Aunque nace dentro de una familia noble Enea no tarda en conocer la pobreza, hasta el hambre. Tiene más hambre de cultura: lo poco que le queda para comer lo invierte en libros. A fuerza de estudio accede a la secretaría de un cardenal. No deja de rondar damas, como la bella Cintia, a la que dedica un poemario bien subido de tono. La pieza previa a su ‘Historia de dos amantes’. Importa menos la trama que su envoltorio humanista tejido de reflexiones filosóficas. ¿Hay algo de eso en la literatura erótica actual, o en los culebrones catódicos al uso?
Sigamos: en vísperas de ser ordenado sacerdote pide consejo a su paisano y candidato a santo, Bernardino de Siena. Por más que le disuade, conocidas sus tendencias licenciosas, Enea se consiente otra licencia: “Me lo dijo un fraile, pero no el Papa”. Y así, de escalón en escalón, cumple la profecía. Con el Cisma de Avignon a medio suturar, el cónclave corona como Pío II a un papa laico con un pasado libertino, autor de libros eróticos que la Curia intenta ocultar. Era fácil hacerlo, aún no se había difundido la imprenta.
Cuando la conoce Enea, queda maravillado por el invento de Gutenberg. Pues bien, en sólo una década, sufre la maldición de Zuckerberg: sus obras eróticas comienzan a imprimirse en millares de copias. Un hipertexto explosivo, pues su autor ya es Papa. ¿Cómo reacciona? Con una frase para la historia: “Dimenticate Enea, accogliete Pío” -Olvidad a Enea, acoged a Pío-.
Pero ¿cómo olvidarle? A él debemos el andamiaje de la primera identidad europea, hasta la entrada de Europa en la Edad Moderna, mientras, entre devaneo y devaneo, nos dice precisamente a nosotros: “nada es más precioso que una mente iluminada”. ¿Qué nos ilumina hoy? “In tenebras sumus, in tenebras cogitamus”.
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